De cómo Daryl Dixon acepto que esta enamorado de Carol Peletier.

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Quizás era el vino que le había calentado todo el cuerpo y le había nublado el juicio, tal vez eran solo esos deseos que estando sobrio era perfectamente capaz de controlar y cuando no, bueno, siempre tenía la opción de ir a cazar y gastar esa "energía" de más, eso, incluso ahora envalentonado y con el alcohol quemándole la garganta, sumado a la pequeña pizca de sensatez que todavía quedaba en él (cobardía más que otra cosa) era lo que lo tenía pegado a su asiento. Debería detenerse, ahora antes de que fuera demasiado tarde pero ¿cómo negarse a caer en tan dulce tentación? Ambas, el delicioso vino que llegaba y llegaba primero en copas para después convertirse en botellas... y a la mujer que esa noche se le antojaba más que cualquier cantidad de comida acompañada por cualquier cantidad de alcohol. Si, tal vez debería detenerse, olvidarlo y caer sobre su cama dejando que el sueño se llevara ese impulso que de repente y con cada sorbo de la bebida roja le parecía más incontrolable.

El brillo de su sonrisa, un trago. Sus ojos sobre él, otro trago. El rosa de sus labios, un trago más. El sonido de su voz, la botella estaba vacía.

Dejo de sentir su cabeza sobre sus hombros de una forma tan aterradora que tuvo que pasarse una mano por el cabello para asegurarse de que seguía ahí. Eso era todo, dejó la botella a un lado dispuesto a no permitir que su incapacidad de pensar correctamente le hiciera actuar como un idiota, pero fue ponerse de pie la manera más clara de darse cuenta de cuan desacostumbrado estaba al alcohol, entonces tenía su atención, no de la manera que hubiera deseado, ella le extendió una mano con una sonrisa en los labios

-Parece que necesitas ayuda para llegar hasta tu celda- fue todo lo que la mujer dijo y sin dudarlo él tomó su mano siguiéndola entre la gente que para su fortuna estaba demasiado distraída festejando la boda de Maggie y Glenn como para verlos, el pabellón de celdas C lucía desierto y pacífico como hacía mucho tiempo no lo estaba

Llegaron hasta el pie de las escaleras que desde donde estaba parecía una montaña imposible de escalar, cayendo súbitamente en la cuenta de que su mano seguía entrelazada con la de Carol y de que el calor de su delicada piel se sentía muy bien contra la suya, incapaz de concentrarse en nada más piso un escalón imaginario que lo hizo tropezar cayendo de rodillas y casi llevándose con él a Carol

-alguien acaba de perder todo su estilo- le hablo ella divertida ayudándolo a incorporarse –tenías que haberte detenido unas cuantas botellas atrás- agregó con una sonrisa mientras llegaban por fin al segundo piso

-tú eres quien no dejaba de servirme- contestó él pasando la mano contra los barrotes de las celdas vacías que habían aparecido a su lado

-si- se rio -solo estaba tratando, tú sabes- entraron a la celda del cazador y este se sentó sobre la cama sujetándose de los bordes como tratando de detener el mareo, ella por su parte tomó asiento frente a él –estaba tratando de embriagarte para después poder aprovecharme de ti-

-pff- soltó él haciendo una mueca y provocando la risa de ella -tal vez yo solo finjo estar ebrio para que te aproveches de mi- ¿qué? ¿acaso acababa de decir eso en voz alta? la sonrisa de Carol se desvaneció para convertirse en una expresión de confusión

-¡oh!- lo señalo con el dedo índice volviendo a sonreír –el vino te hace más gracioso- dijo abandonando su lugar frente a él –probablemente debería irme ahora...-

-espera- la interrumpió tomándola del brazo –no te vayas- agrego sin saber exactamente que decir a continuación, estaba lamentando haberlo dicho, estaba lamentando haber bebido tanto con ella tan cerca

-¿necesitas algo?- pregunto luciendo repentinamente preocupada

-no- se apresuró a responder soltando su brazo, ella se movió en su lugar un poco esperando una respuesta más sólida por parte del cazador –solo, quiero que te quedes, eso es todo... pero si no quieres...-

-me quedare- le sonrió –toda la noche si quieres-

-¿toda la noche?- replicó mientras ella se sentaba frente a él

-como en los viejos tiempos ¿recuerdas?-

-si- se rio -no me dejabas dormir, hablabas demasiado- agrego y ambos rieron

-extraño eso, hay tanta gente ahora, apenas te he visto los últimos días... te extraño-

No era el alcohol lo que ahora hacía que todo el mundo diera vuelta bajo sus pies, definitivamente no lo era, su mano se sentía pesada y torpe, se la extendió sin embargo y ella la tomó haciendo que su corazón latiera más rápido por la sonrisa que le dedicó, la sensación de tenerla así, tan cerca, era mucho más embriagante que todo el vino que había bebido esa noche. No necesitaba nada más, no quería nada más, solo a ella. Y es que en este punto, con el alcohol recorriéndole las venas y sus ojos mirándolo tan profundamente le resultaba difícil seguir negándolo y de cualquier manera ¿para qué? porque tal vez no la había besado (no es como que no quisiera) pero no necesitaba una confirmación física porque no, en realidad no era un secreto, nadie preguntaba "¿qué es Carol de ti?" todos simplemente lo sabían, que ella era suya.

-Te extraño también- dijo haciéndose a un lado sobre la cama y jalándola a su lado.

      

Del porque Daryl Dixon ama a Carol PeletierDonde viven las historias. Descúbrelo ahora