De cómo Daryl Dixon recuperó a Carol Peletier.

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Felicidad, cuando abrió esa puerta y se encontró exactamente con lo que estaba buscando. Alivio cuando vio sus ojos azules brillando frente a él. Tuvo que tocarla, solo para estar seguro, para convencerse de que no estaba alucinando, que realmente era ella y que de alguna milagrosa forma había sobrevivido, sola, en medio de las tumbas, desarmada, rodeada de geeks y aun así, allí estaba, con la fuerza suficiente para sonreírle, esa maldita sonrisa suya, la misma que pensó por un horrible momento no volvería a ver. Respiro profundamente, casi como si la vida hubiera regresado a su cuerpo, se tomó un momento para mirarla más detenidamente antes de levantarla del suelo, deseando que la sangre que la cubría no fuera suya. Atravesó los oscuros pasillos escuchando su calmada respiración, sintiéndose nervioso porque sus ojos permanecían cerrados, su rostro bajo la suciedad y la sangre lucía más pálido ¿y si había sido mordida? No, no podían haberla mordido, él no podía haberla encontrado, en contra de toda posibilidad, solo para perderla de nuevo. Camino más rápido tratando de mantenerse calmado y teniendo cuidado con la frágil mujer que llevaba en sus brazos. El pabellón de celdas C estaba vacío cuando por fin llegó, dejo a Carol sola un momento en una de las celdas vacías para conseguir algo de agua y cuando regresó la encontró tratando de sentarse sobre la cama

-Hey ¿qué estás haciendo?- Daryl dejo las cosas que había recolectado en la pequeña mesa de la celda y con ambas manos empujo suavemente sus hombros hasta que estuvo recostada otra vez -toma- con delicadeza le llevó una botella de agua hasta los labios -¿te mordieron?- pregunto conteniendo el aliento, ella movió levemente su cabeza sobre la almohada en negación pero sin decir nada -déjame ver- con un poco de agua y una toalla limpio su rostro y cuello en busca de rasguños que por suerte no estaban ahí, para repetir la misma acción con sus brazos comprobando que estaba ilesa

-estoy bien- escuchar su voz solo le comprobó otra vez que no estaba alucinando -ahora estoy bien- la sonrisa con la que ahora lo miraba lo mantuvo hipnotizado en su lugar un momento, volvía a respirar después de pasar los peores días que había tenido en mucho tiempo, días en los que se había sentido más solo que nunca

-voy a buscar a los otros- la delicada mano de ella atrapó la suya

-no- Daryl miro el agarre que tenía sobre él para luego mirarla a los ojos -quédate conmigo- una descarga eléctrica recorrió todo su cuerpo ante su contacto y sintiendo su corazón latir acelerado contra su pecho se sentó frente a ella en silencio -¿no estoy muerta verdad?- preguntó ella hablando muy bajo, Daryl negó con la cabeza sin poder encontrar su voz -¿en realidad estás aquí?-

-estoy aquí- respondió él presionando un poco más fuerte su mano contra la suya

-por favor, no te vayas-

-no lo haré, estoy aquí, no voy a ir a ningún lado.-


Del porque Daryl Dixon ama a Carol PeletierDonde viven las historias. Descúbrelo ahora