Estaba muy cómoda durmiendo... hasta que alguien gritó.
- ¡Mierda, que hice! - me senté de golpe en la cama, he hice una mueca de dolor, pues el movimiento me lastimó la espalda.
-Amor, lo siento, yo no quería lastimarte. -lo observaba asustada, pues realmente lo estaba, me asusté con su grito y mierda, estaba dormida.
-No me veas así. - me dice. - ¿Te hice mucho daño? - pregunta, pero de que mierda habla este tipo. -Perdóname yo... no sé qué me pasó, lo lamento. - me abrazó y entonces lo aparte, pues me había lastimado.
-Auch Dmitrick, no me agarres así. - me quejé.
-Entiendo que te lastimé, pero no me rechaces amor, te lo suplico. - vi como su cara se ponía roja.
¿Iba a llorar?
-Cálmate, estoy bien, no me hiciste nada malo. - traté de explicarle, mientras sujetaba su cara entre mis manos.
- ¿Cómo qué no? - preguntó. - ¡Estás desnuda, mírate! - Me dijo, y cuando me observé, realmente lo estaba y lo peor era que tenía marcas moradas en el cuello y por mis pechos.
-Mierda, esto no lo sentí. - me quejé. -¿Me hiciste chupetones?- me toque el cuello, y entonces vi la marca en mi brazo.
- Eso no es un chupetón, acaso... ¿Te golpee? - tomó mi brazo, y luego, lo soltó molesto.
- ¡Hay! Eso duele. - me quejé. -Quieres calmarte, no me hiciste daño, bueno no demasiado. Anoche llegaste drogado y te pusiste muy juguetón, pero de mala manera y me lastimaste, pues fuiste brusco, pero no abusaste sexualmente de mi, si es lo que crees.
-Dios, lo lamento amor, no quise, es que... diablos, la cagué, lo lamento. - tomó mi rostro buscando una respuesta. - ¿Me podrías perdonar? - Dijo arrodillándose frente a mí y escondiendo su cara entre mis piernas.
- No seas tonto, claro que te disculpo, pero debes prometer no volver a drogarte, no me agradan las drogas. - le dije y el aceptó enseguida. -Pero a quien sí le debes una disculpa es a mi hermana.
- ¿También le hice chupetones? - dijo en tono de susto.
-No idiota, sino ya no tendrías cabeza, créeme, pero le dijiste zorra y hasta le pediste que se duchara con nosotros. - le recordé y lo vi palidecer.
- Qué vergüenza, no puedo creer lo que hice.
-Reamente estoy molesta contigo.
- Pero no volverá a ocurrir.
-Anoche dijiste algo que no me agrado mucho.
Recordé lo que me dijo, y no he dejado de pensar en ello, sé que es un mafioso, no me quedan dudas, pero necesito escucharlo de él.
- ¿Qué dije? - Se puso serio.
- Que tuviste que probar la mercancía- el palideció al instante. - ¿Traficas drogas? - Fui directo al punto.
-Trafico drogas, armas, principalmente armas, las drogas no me agradan mucho, pues hay días en lo que tengo que probar varios cargamentos como ayer, y pues ya ves cómo me pone.
Mierda, lo sabía.
-¿Vas a dejarme, cierto?
La verdad es que lo correcto era alejarme, pero estaba tan apegada a él que en cierto modo no era capaz de hacerlo, lamentablemente tengo un gusto muy malo por los chicos rebeldes.
-No lo hare, pero necesito que hablemos, tengo condiciones que aplicar.
- ¿Cuáles?
-No quiero que sigas con eso, búscate otra cosa que traficar. - era lo único que se me ocurría en el momento, sabia muy bien como era su mundo gracias a la información que leía y veía en la televisión.
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La Hija De Un Mafioso
RomanceSegunda parte de la historia: La Elegida de un mafioso. Prohibida su copia o adaptación