Cuando subimos por el ascensor las piernas comenzaron a flaquearme, estaba muy nerviosa, pero, cuando llegamos a la habitación, Dmitrick me pidió que me cambiara de ropa ya que saldríamos a un lugar, y lo obedecí, opté por un vestido con estampado de flores, unas sandalias romanas y mi bolso de lado.
Mi cabello lo até en una cola, y me maquillé muy ligeramente.
Él, por otra parte, lucia unos jeans y una camisa de color negro que le marcaba su hermoso cuerpo, se colocó unos zapatos deportivos y bajamos hasta donde estaban los autos estacionados, subimos al deportivo negro y salimos de la mansión en la colina a toda velocidad.
- ¿A dónde vamos? - me atreví a preguntar, y él solo sonrió de lado.
- Nuestra primera vez juntos tiene que ser especial. - dijo sin quitar la vista del camino.
Me puse nerviosa, no entendía el motivo, pues no era mi primera vez, pero de igual forma me sentía como si lo fuera.
Llegamos a una propiedad cerrada a las afueras de la ciudad.
- ¿Quién vive aquí? - pregunté mientras los enormes portones de Metal se abrían y dejaban a la vista un hermoso paisaje, era como una granja con árboles y flores por doquier.
-Es mi lugar de escape. - me observó con sus profundos ojos azules y sonrió, la respiración se me corto.
-Estoy nerviosa. - admití.
-También lo estoy, pero prometo que será especial. - no podía creerlo, él estaba igual de nervioso que yo.
Estacionó el auto frente a una enorme cabaña, se bajó del carro y luego lo rodeó para abrirme la puerta.
Me tomó de la mano y me guió hacia detrás de la cabaña.
-Te encantará la vista. - dijo guiándome por el lugar.
-Cierra los ojos. - me ordenó, y lo obedecí.
-Sigue mis indicaciones. - dijo sobre mi oído y asentí.
Tomó mi mano y me guió por el lugar, esquivé escalones y algunas rocas con su ayuda. Sentí sus brazos alrededor de mi cintura y me aprisionó sobre su pecho.
-Abre los ojos. - dijo y lo hice.
Quedé sorprendida al ver un lindo paisaje, había una piscina redonda, unas sillas de descanso, árboles, y las luces de la cabaña, sonreí al ver el hermoso lugar. Me giré y Dmitrick me observaba fijamente con sus preciosos ojos azules.
-Eres la primera mujer que traigo a este lugar. – dijo, antes de unir nuestros labios en un dulce beso.
-Te amo. - dijo separándose lentamente de mí, y sonreí.
-También te amo, Dmitrick. - Le dije rodeando su cuello con mis brazos y besándolo apasionadamente, como si mi vida dependiera de un hilo y él fuera quien lo estuviese sosteniendo.
El acarició mis muslos y rodeó mis piernas en su cintura sin dejar de besarme, sentía como si levitara en sus brazos, luego abrió alguna puerta y cuando abrí mis ojos, separándome de él sonreí por el detalle, ante mis ojos se encontraba una hermosa habitación con sábanas blancas, dejó la puerta abierta y se veían las luces de la piscina junto con el hermoso paisaje.
Sonrió, y luego se abalanzó sobre mí llenándome de besos y caricias, caímos sobre la cama y él se quitó la camisa mostrándome sus abdominales definidos, dejándome una vez más sin aliento.
-Te gusta lo que ves. – afirmó, y yo sonreí.
-No tienes una idea. - le dije besando su abdomen y sentí como se tensaba de la sorpresa.
-Eres una atrevida, yo quiero que esto sea romántico. - dijo sonriendo y yo sonreí.
-Será especial de cualquier forma. - le dije rozando con mis dedos su ya presente erección por encima de su pantalón. Con agilidad, lo ayudé a quitarse los pantalones y luego su bóxer.
-Eres una caja de sorpresas.
-Mi padre dice que soy una caja de pandora.
-Quizás, pero en estos momentos quiero desatar tus más desenfrenadas pasiones. - me tomó del rostro y me besó apasionadamente.
Subí mis manos sobre su cuerpo y las dejé en su pecho, él me tomó de las manos y besó cada uno de mis dedos dulcemente. Con un ágil movimiento, me colocó debajo de su cuerpo y comenzó a besarme el cuello haciendo que mi cordura se fuera al carajo. Bajó sus besos por mis pechos y con agilidad se deshizo de mi vestido dejándome expuesta, pues había decidido a último minuto no usar ropa interior por si quería echarse para atrás en algún momento.
-Creí que había estado imaginando el que no traías ropa interior.
-Ya vez que no fue producto de tu imaginación.
Él sonrió y bajó hasta mis pies desatando mis sandalias.
-Odio estas malditas sandalias. - dijo peleando con los broches.
-No te haría todo el trabajo tan sencillo. - le dije sonriendo mientras lo veía luchar.
Cuando terminó sonrió y subió dando besos desde mis pies, luego por mis piernas, mi entrepierna, le dio varios besos a mi intimidad haciendo un largo énfasis allí y arrancándome un par de gemidos, luego subió por mi ombligo, mis pechos y mi cuello, para finalmente terminar en mis labios.
-Te amo. - Volvió a decir, mientras se acomodaba entre mis piernas y se hundía lentamente dentro de mi haciendo que arqueara mi espalda y más de un gemido se escapara desde las profundidades de mi ser.
- No te alejes de mí. - Le pedí, mientras comenzó a moverse lenta y desgarradoramente dentro de mí, sentía un cosquilleo exquisito entre nosotros, gemía y jadeaba al sentir su miembro duro dentro de mi tomándome con fuerza, pero delicadamente de la cintura mientras nos sincronizábamos.
Fue lentamente aumentando la velocidad de sus embestidas, sus manos jugueteaban con mi cuerpo y acariciaban cada parte de mí, las mías tampoco estaban quietas, yo acariciaba su rostro, sus brazos y su pecho en más de una ocasión le apreté su trasero, y él solo me observaba serio para continuar con su desenfrenada marcha al clímax en donde luego de varios minutos terminamos juntos llegando a nuestra meta.
Grité su nombre mientras sentía las estrellas, y el hundió su rostro en mi cuello dejando varios besos depositados en él.
...
Estaba acostada sobre su pecho y con mis dedos hacía caminos en su abdomen.
-Eso fue, realmente magnifico. - dijo sonriendo y dándome un beso en mi cabello.
-Sí que lo fue. - Dije besando su pecho.
- ¿Quieres pasar la noche aquí? - me preguntó y asentí.
-Es hermoso aquí, quisiera vivir en un lugar como este.
-Puedes vivir aquí, conmigo, si es lo que deseas. - dijo sonriendo.
- ¿Estás de chiste? Mi padre nos mataría. - dije sonriendo y él besó nuevamente mi cabello, me encanta que lo haga.
-Pues podríamos hablar con él y contarle lo nuestro, yo lo haría con delicadeza, quizás logre convencerlo y así seamos novios oficialmente.
- ¿Somos novios? - Me acomodé para verlo mejor y él asintió.
-Creo que novios es la palabra usual, pero yo quiero decirte algo, tú no eres solo mi novia, eres mi mujer, solo mía. - me abrazó y me acomodé en su pecho.
-Descansa, Dmitrick. - le dije.
-Buenas noches princesa.
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La Hija De Un Mafioso
RomantizmSegunda parte de la historia: La Elegida de un mafioso. Prohibida su copia o adaptación