Capítulo 7

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-Creíste que te salvarías.- dijo sonriendo, comenzó a dar pasos hacia mí y yo retrocedía hasta que una pared me detuvo.

El coloco sus manos en mi cintura y me atrajo a su pecho. Me dio la vuelta y quedamos en una posición muy singular el recostado a la pared y yo sobre su pecho apretada por sus brazos, mi respiración estaba agitada él sonreía con malicia y yo estaba muy nerviosa.

-Sé que piensas de mí, que soy un criminal, un mafioso de esos que tanto detestas. Pero te podrías dar cuenta de que en tus genes está el peligro y la sed de poder.- dijo encima de mis labios.

-¿Qué te hace estar tan seguro?- lo mire directamente sus labios, tenía ganas de besarlo.

-Se cosas que tú no sabes, pero no puedo decírtelas solo quiero que entiendas que asesinar criminales y asesinar inocentes son dos cosas muy diferentes.

-No estés tan seguro, una vida es una vida.

-No irán al mismo lugar, creo en un cielo y en un infierno.- el acaricio mi rostro con delicadeza.

-¿Tu a dónde iras?- le pregunte nerviosa.

-Al infierno, pero no me importa incinerarme en el sí poder disfrutar de los placeres de la vida terrenal. Sé que tú no estarás tan condenada como yo, serás el ángel sobre la nube más alta en el que piense cuando las llamas estén sobre mí, recordarte será mi mayor calma.

-También hice cosas malas.-susurre y el cerro los ojos.

-Ser rebelde no es pecado.-susurro acercándose más a mí y sellando con un beso nuestros labios.

Sentía la suavidad de sus labios sobre mi piel, el daba los besos más deliciosos de esos que pocas veces podía sentir. Su lengua y la mía jugaban lentamente, cada caricia tenia efecto en mis piernas que flaqueaban al sentir como acariciaba mi piel con la yema de sus dedos. Era tan dulce, una dulzura capaz de hacer derretir el corazón más helado de todos, me perdí en sus labios, en el sabor de su saliva y en el delicioso aroma de su aliento detectaba menta.

Sin darme cuenta estaba abrazándolo, aferrada a él no quería soltarlo en sus brazos me sentía en casa. Una sensación de protección que daba calma a los latidos desenfrenados de mi corazón, no quería aceptarlo tenía miedo de admitirlo pero era más que obvio Dmitrick estaba en cada bello erizado, en cada latido desenfrenado, en esa sensación de hormigueo que tenía en las piernas, con ese beso confirme mis mayores miedos estaba enamorada, pero no lo admitiría.

El hombre que me estaba besando, no escucharía de mis labios la palabra te quiero o te amo si él no las decía primero, estaba enamorada y tenía miedo de que solo estuviese jugando conmigo. Me sentiría la más idiota de las mujeres si el llegase a rechazar mi afecto, sería tan devastador no escuchar las palabras te quiero también salir de su hermosa boca acompañadas por el tranquilizante sonido de su voz.

Cuando sentía como se alejaba lentamente de mis labios fui sintiendo una presión en el pecho abrí mis ojos lentamente y los de él estaban completamente abiertos, pestañeaba y notaba algo de sorpresa en su mirada.

Ninguno dijo nada, me sorprendí a mí misma al no dañar ese momento mágico con uno de mis absurdos e innecesarios comentarios sin sentido.

El acaricio mi rostro nuevamente y el calor se hacía presente en mis mejillas, tomo mi mano y me guio algún lugar fuera del estudio. Caminamos por el pasillo y abrió con una llave que saco de su bolsillo la puerta de madera blanca que estaba frente a nosotros.

Solo observaba cada uno de sus movimientos, se movía con tal gracia y seguridad... me intimidaba.

Al entrar visualice la habitación, era grande muy grande estaba completamente iluminada por la luz natural que entraba de todas partes. La habitación tenía unas decoraciones en tonalidades vino tinto y negro que la hacían ver tan romántica por las paredes blancas y el juego de sabanas de seda perlada que hacían lucir muy cómoda la enorme cama.

El camino sin soltar mi mano hasta la cama, me dio un suave beso en los labios, desabrocho mis pantalones y los deslizo sobre mis piernas. No me sentía nerviosa, me sentía segura. El dio un suave beso a mis piernas y subió con delicadeza hasta mi sudadera que también deslizo con cuidado sobre mi cabeza. Lo dejo a la altura de mis ojos como si estuviese vendándome sonreí y sentí su fugaz beso para luego continuar quitándome el suéter.

Estaba en ropa interior frente a él, lo vi caminar hasta un enorme closet de madera y saco de allí una camiseta blanca, me ayudo a colocármela. Levanto las sabanas y me adentre en la cama. Él se quitó su camisa y luego su pantalón, se me seco la boca al ver su trabajado cuerpo él también se adentró en la cama nos cubrió con las sabanas de seda y me acurruco en sus brazos, me sentía muy cómoda y no fue tan difícil conciliar el sueño.

Abrí mis ojos lentamente, todo estaba en penumbras pero sentía unos fuertes brazos que rodeaban mi cintura. Subí mi rostro y un dormido Dmitrick estaba frente a mí. La luz de la luna iluminaba sus marcadas facciones sentí unas ganas terribles de acariciarlo y lo hice apenas mis dedos tocaron su rostro el abrió sus ojos azules color cielo.

Sonrió y yo también al ser descubierta en mi fallida misión.

-Has lo que ibas hacer- me incito, pude escuchar su hermosa y ronca voz.

Sin temor acaricie su rostro suave el hizo un sonido extraño como si ronroneara.

-Eres hermosa- dijo y yo asentí.

-¿No vas hablarme?- pregunto riendo y yo negué.

El me beso suavemente y me subió sobre el para profundizar nuestro apasionado beso. Quería que me tocara, me manoseara pero no lo hizo sus brazos permanecieron inmóviles en mi cintura y aunque intente provocarlo no los movió.

-Tócame- lo incite y sonrió.

-No lo hare, quiero hacer las cosas bien contigo.- me dejo sin palabras por unos segundos.

-No lo pensabas hace unos días atrás recuerdas tu cumpleaños, la habitación y luego la chi...

-No sigas, tenía otros pensamientos contigo.

-¿Cuáles?

-Pero cuando te bese hace unas horas me di cuenta de algo.

-¿Qué cosa?-El me observo como si fuera lo más obvio del mundo

-Dímelo- lo bese.

-Tu eres tan parecida a mí, sé que también sentiste lo mismo.

-Lo sentí.- sabia de que estaba hablando.

»Quizás no«

-Si tú no lo dirás yo tampoco- el hizo un puchero y comencé a reír.

-No lo digamos entonces, mejor que sea nuestro secreto.- lo bese y él también me beso.

Cuando sus manos apretaron mi trasero jadee, lo había logrado estaba muy feliz.

-No haremos el amor esta noche, necesitamos descansar hermosa.- el me beso y refunfuñando acepte.

No me sentía muy feliz con su decisión, pero sé que estaba agotado por todo lo que había ocurrido.

-Te deseo- dijo abrazándome por la espalda.- Eres la mujer más sensual que jamás vi y también la más inteligente.- No quiero decepcionarte, realmente estoy agotado y cuando te haga mía quiero estar completamente activo para ti y no dejarte a medias porque el sueño me domina.- El beso mi espalda y sonreí.

-Te quiero.- Dije y el me dio otro beso en la espalda.

-Yo te quiero a ti.- Cerré mis ojos y volví a quedarme dormida.

La Hija De Un MafiosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora