Estaba acostada en mi cama, un poco deprimida, ¿La razón? Pues quisiera tener la vida de toda chica de mi edad, que tienen a sus padres y los pueden ver siempre. No soy de esas chicas que se deprimen y se tiran al abandono, pero (aunque no parezca) suelo sentirme mal cada vez que me prometen algo y no cumplen. Eso me frustra y me hace irritar. Obviamente a todos, pero a mi eso me ha creado una especie de trauma que había venido creciendo conmigo desde que descubrí la verdad. A unos les aterra la altura, a otros, estar encerrados en espacios pequeños, en cambio, a mi me aterra confiar y que me mientan, que me engañen. Suena infantil, pero es así.
Mi madre, pudo notar que estaba rara, después de que me dijo que Fabián y Yuly no podrían venir. Ella subió a mi habitación, a ver qué podía hacer, para alegrarme.
Me llevó algo de comer y se quedó mirándome.
-¿Qué?
Hubieron unos segundos de silencio...
-Sabes puedes confiar en mi ¿Cierto? -me dijo. Uy si, mira quien lo dice, la que me ocultó por tanto tiempo que soy adoptada. La confianza es como un vaso de cristal, fácil de romper y difícil de reconstruir.
-¿Qué tienes? -dijo, interrumpiendo mis pensamientos.
-Ah, eso... No te preocupes, no me pasa nada. -dije indiferente. No quería hablar de eso.
Mi mamá me miro extraño pero se fue sin preguntar más nada. Ella sabía perfectamente que no era de hablar de cómo me sentía, me había vuelto una persona muy desconfiada y cerrada. Era una especie de protección contra el mundo.
Han pasado varias semanas desde que fui al parque con las chicas, cinco semanas para ser exacta. Seguí visitando la floristería de Elle, y a ésta altura de juego todavía no me sé el nombre de "Ariel", lo sé, es extraño pero no se me ha presentado la oportunidad de preguntárselo. Me he familiarizado más con ambos y me he dado cuenta en que son buenas personas. O por lo menos Elle, ya que el chico claveles, no me da total confianza porque es un mentiroso al fin y al cabo. Él no ha hecho nada malo, pero de igual manera no confío plenamente.
A la mañana del miércoles, fui al Politécnico como todos los días, estoy en 5to año de secundaria.
Me encontré con Aurora, ella es la que siempre me espera en la puerta de la escuela para que entremos juntas al salón. Ella sabía que estaba un tanto deprimida. No me preguntó, lo cual agradecí, no quería alardear mucho del tema, debía seguir siendo fuerte a pesar de sentir ese vacío inexplicable, debía ser fuerte, porque si muestro mi debilidad, me van a tomar de relajo. Íbamos caminando en silencio por los pasillos de la escuela, era un silencio tenso, ella quería hablar pero sabe como soy y sabe que me enfadaré por estar tratando de entrometerse en mi tristeza.
-Oye... -me dijo para romper el incómodo silencio que se había formado.
-¿Qué pasa? -pregunté prestándole atención.
-A que no sabes. -dice arqueando una ceja, pícara.
-No sé, si no me dices. -dije algo molesta, ya que odio cuando me deja con la curiosidad.
-Llegó un estudiante nuevo a nuestro curso y está buenísimo. -dijo de manera pícara. Ella es de éstas adolescentes que no pueden estar si no es pensando en chicos.
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Aprendiendo A Amar ©
Ficção AdolescenteSelene, es una chica antipática y hostil, envuelta en un montón de mentiras que la llevaron a desconfiar de la gente y ser algo grosera. Lo que sabe con certeza es que no debe confiar en nadie, si quiere estar en paz y no sufrir, no darle su confian...