Capitulo 4

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Mientras caminábamos hacia la clase, hubo un silencio incomodo al ver su rostro se notaba que su expresión, era pensativa, empecé a suspirar levemente, hasta que sentí una mano en mi ¨reta guardia.¨

– ¡Idiota! –grite volteando a ver al chico que lo hizo

– ¿Qué? ¿No te gusto? –dijo el imbécil que lo hizo

–Eres un… –no pude terminar la frase porque Evans se me adelanto y lo golpeó a puño cerrado  -Evans… –susurre mientras llevaba mi mano  a mi boca, de lo sorprendida que estaba, en la terraza no pensé que Evans fuera alguien así. El chico quedo noqueado

– ¿Estás bien, Kat? -dijo con una voz preocupada, me mordí el labio, jamás creí que un chico haría eso por mí

–Sí. Sí, estoy bien –hice una pausa – ¿Por cierto Kat? –dije algo nerviosa

–Sí. ¿Te molesta qué te llame así? –dijo sonriendo mientras volvíamos a nuestro camino

–No, claro que no –dije con sarcasmo

–Está bien, no te volveré a llamar así –dijo riéndose. Al llegar al salón una mirada me estaba envidiando, al mirar alrededor y descubrir quién era, sonreí, haciendo que Gabriela rompiera su lápiz en dos.

– ¿Por qué tan feliz señorita Katrina? –dijo el profesor, un hombre alto, de ojos cafés, casi color miel, un tez pálido y cabello rubio.

–Amm… nada, solo estoy muy feliz por empezar la clase –tuve que mentir. Me senté en mi asiento, aun en el habitual.

–Estoy muy feliz por empezar la clase –dijo Evans susurrando mientras trataba de asimilar mi voz

–Cállate… –

Dije susurrando mientras sonreía, entre risa y risa la clase paso volando, no me di cuenta del tiempo, lo único que pude escuchar fue una mala noticia, después del sonido de la campana de salida.

–Antes de irse, quiero recordarles el trabajo para mañana –dijo el profesor

– ¡Oh, rayos! –susurre. Pero al parecer Evans si me escuchó

– ¿Qué pasa? –dijo mirándome, mientras salíamos del salón

–Olvide el trabajo, por completo –dije arrepintiéndome

–No te preocupes, el profesor dijo que podía ser en parejas  -sonrío de medio lado

– ¿En serio? –

–No pusiste atención. ¿Verdad?

–Pensé que tú tampoco lo hacías –dije como una niña pequeña

–Pues sí, sí lo hacía –dijo serio – ¿Y lo hacemos juntos? –Yo quede perpleja al mal pensar eso –hablo del trabajo –añadió, al ver mi expresión

–Ah. Okey. Haré contigo el trabajo –dije riendo

– ¿En mi casa? –dijo sacando el celular del bolcillo

–Sí. No quiero que la brujastra nos moleste –dije sonriendo, él hizo lo mismo

–Está bien. –dijo aun sonriendo, tomándome de la cintura, haciendo que caminara al estacionamiento. Al llegar, Evans me soltó y abrió la puerta de un deportivo negro.

–¿Este es tú auto? –pregunte boquiabierta mientras me subía

–Sí –hizo una pausa mientras rodeaba el auto y se subió al asiento del piloto -¿Piloto? –dijo mientras encendía el automóvil

– ¿Que por qué? Porque es asombroso

–Pensé que tenías una igual –dijo titubeando

–No, yo viajo en limosina –dije decepcionada, ya que no siempre viajaba en ella

La historia de KatrinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora