Capitulo 11

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Aquella mujer era idéntica a mi madre pero no podría decir con certeza que era ella, después de todo la mayor parte de las posibilidades  apuntaban a que fuera mi tía Esperanza.

-Supongo yo que tu padre no pudo mantener su boca cerrada después de todo este tiempo, aunque se suponía te lo íbamos a decir cuando fueras mayor de edad o quizás nunca. –Dijo aquella persona con una sonrisa arrogantemente y burlona, yo quede atónita, no podía ser mi madre, ¡ella no hablaría así nunca! – ¿Que pasa querida? estas muda, acaso no reconoces a tu PROPIA madre, aunque para ser sincera no creo que tu padre allá dicho algo, naturalmente, porque si dice algo su pequeña compañía caería en quiebra en un segundo, así que debo asumir que has investigado muy bien, ¡Felicidades!, vas a ser mi mayor orgullo de ahora en adelante, descubrir algo sobre mí, aunque sea un poquito es algo para alabar. –Reía mientras se acercaba a mí para abrasarme con aquella sonrisa tan desagradable. -¡Que día tan divertido! Nunca me hubiera imaginado que mi pequeña Katrina llegaría a ser tan sorpresiva. –Continuaba ella hablando mientras me tenía en brazos, yo no me había movido ni un centímetro, seguía completamente atónita al estar presenciando tal personalidad  en aquella persona que había sido mi sol en aquellos recuerdos que atesoro tanto y ahora… me doy cuenta que todo fue una mentira… una actuación muy buena. Las lágrimas empezaban a caer por mis mejillas, una por una y después salieron todas sin compasión alguna, mojando mi rostro, mientras mi madre reía de la emoción por lo “divertido” que fue su día.

-¿Por qué me mentiste? ¿Con que propósito? ¿Qué ganarías al hacerlo? –Preguntaba con mis lágrimas aun cayendo, ella solo se separó un poco viéndome fijamente a los ojos, la rabia me inundo al ver su inexpresivo rostro - ¡Explícamelo de una maldita vez!

-Tranquila cariño todo se resolverá, lo prometo. –Decía mostrando aquella expresión tan cálida que por tanto tiempo me engaño y al ver que mis lágrimas se detenían seco las pocas de las mismas que quedaban con su dedo índice para después  que en sus labios surcara la misma sonrisa de hace unos minutos, dar media vuelta, darme la espalda y comenzar a hablar. –La razón es simple, por dinero, el cáncer no es fácil de vencer y menos si está avanzado, como en mi caso, la única manera de lograr por lo menos alargar la vida que tengo en cuenta regresiva es el dinero, después de todo, los tratamientos no salen a gratis, mejor dicho, en esta vida nada es gratis y eso lo he aprendido a través de los años, el que tiene el poder es el que vence, y el dinero es una gran ventaja para ganar poder, pero si quieres que te explique todo, será mejor hacerlo en privado, -se acercó a mi oído y continuo pero ahora susurrando –que tal, hoy en medio de la noche, obviamente tienes que venir sola, aquí mismo está bien, ¿te parece?

-¡No! Ya no quiero saber nada más de ti, ya hiciste suficiente destruyendo una de las únicas cosas que tenía, ¡destruiste a mi madre! Primero la mataste y ahora estas destruyendo todo lo que era ella, ¡tú no eres mi madre! No quiero creer que la persona que está en frente mío diciendo todos estos disparates es mi madre, ¡ella era  una persona completamente diferente! ¡Ella era mi luz! –Yo empezaba a gritar diciendo todo aquello con las lágrimas ya empezando a caer, simplemente no quería creer que ella era mi madre, ella me dio una sonora bofetada para callarme y yo vi a Evans con ojos de súplica llenos de lágrimas para que me sacara de allí pero él estaba atónito mirando la escena, quería salir de ahí, quería largarme y no volver nunca. –No quiero… simplemente no quiero creer –dije sollozando y murmurando por lo bajo.

Mi madre, finalmente murió para mí.

-Cariño, quizás ya no quieras saber nada mas de mí, pero –se aceró nuevamente a susurrar en mi oído – ¿Acaso no quieres saber más de Evans? ¿No quieres saber que esconde bajo su máscara? o ¿Qué tal Jacke? ¿No estas interesada en saber porque cambio? ¿Por qué un chico tan dulce como él se volvió en el más odiado? –sé alejó y nuevamente me dio la espalda –apuesto a que quieres saber, -giro mostrándome una mirada fulminante y empezó a mover sus labios sin que la voz saliera, diciendo un “no encontraras la respuesta en otro lugar” –Espero tu regreso, cariño. –Tome la mano de Evans y salí corriendo junto con él hasta el auto, ya adentro salimos de aquel lugar y ya íbamos en medio de la carretera de camino a la mansión Geyer, yo iba sollozando y Evans serio, cuando finalmente llegamos a casa fui directo a mi habitación y quede hay dentro todo el día encerrada, acostada en la cama, hasta que finalmente llego la noche, es obvio lo que iba a hacer, sabía que era estúpido e incluso peligroso a pesar de que iba a ver a mi madre, e iba a ir sola, justo como lo dijo mi madre, a media noche en aquella casa y las puertas me esperaban abiertas incluso, me sentía justo como si fuera a “la boca del lobo”, tenía un nerviosismo incontrolable, la manos me sudaban frío, pero todo aquello no me importo por un segundo dándome valor y me digne a entrar, había unas cuantas velas encendidas en la sala para iluminar pero llamo mi especial atención una de color lila, la única diferente a todas las blancas comunes que allí se encontraban, camine hasta la mesita donde se encontraba aquella vela y debajo de ella había un pequeño papelito que decía “juguemos al escondite”, a mi madre siempre le llamaron la atención este tipo de juegos y usualmente de niña jugaba con ella al escondite en la mansión con más frecuencia que en comparación a otros juegos, a ella le gustaba esconderse por lo que a mí me tocaba buscar, yo simplemente seguí las ordenes y en pese a buscar las “pistas” que me iban a ayudar a dar con ella, después de caminar un rato por la mansión de mi madre a lo largo logre distinguir dos pequeñas bolitas de vidrio a la par de una candela, al acercarme me di cuenta que no eran unas “bolitas” sino que en realidad eran ojos de vidrio, uno verde y otro gris, inmediatamente logre entender que el “tema” de las pistas  para  dar con ella iba a ser “nuestros cuerpos”, a la par de los ojos de vidrio habían un “1/3” esto indicaba que tenía una de las tres pistas que me iba a dar. –Desgraciada. –Murmure, esta mansión era estúpidamente gigantesca y solo me iba a dar tres pistas, me digne a buscar las otras y empecé a desesperarme y  por casualidad encontré la segunda después de correr como una idiota, esto me informaba que estaba más cerca de su escondite y que debía seguir aquella dirección, la segunda pista era cabello rubio, un castaño demasiado claro, casi rubio en una silla de una habitación de huéspedes del tercer piso, a la par del cabello había un pedazo de papel con un dibujo de un candelabro, con una vela que encontré por ahí empecé a buscar algo similar a un candelabro, después de un rato de buscar en aquella  habitación y no encontrar nada, me senté en la cama  que allí había y mire todo el alrededor, los muebles, los adornos, los cuadros, las cortinas, el suelo, el techo y las paredes, nada, ningún maldito candelabro, me acosté boca arriba y termine acomodándome contra la pared y mientras cerraba los ojos para descansar un poco me di cuenta que el papel tapis de la habitación tenía unas extrañas “flores” de cuatro pétalos, que en realidad  no eran cuatro pétalos, si no cuatro pequeños candelabros para conformar las “flores”. –Maldita loca. –Dije en un gran suspiro. –Hiciste todo esto en unas cuantas horas, se nota que has tenido tiempo libre y estabas aburrida. -Empecé a arrancar el papel tapis de toda la habitación y al terminar me di cuenta de la puerta que detrás de este escondía, una puerta sin perilla, solo el hueco donde esta tenía que estar, empuje la puerta y entre al pasillo que esta llevaba, estaba completamente oscuro, camine sin ver nada hasta que después de unos minutos vi una luz de una habitación, entre en ella y había tres mesitas de madera en medio de la habitación, una habitación de piso blanco y negro clásico con paredes blancas y techo de madera, justo en el centro techo había una puerta, en las mesas había unas muñecas muy detalladas y bonitas, en la mesita de izquierda habían un par de muñecas, para ser precisa, muñecos, sentados, de cabello negro y ojos azules, con gran parecido a Evans y a Jacke, en la siguiente mesa estaban dos muñecas de cabellos rubios y ojos verde esmeralda, mi madre y mi tía, supongo yo, en la tercera y última mesa habían más muñecas y muñecos, cabellos castaño, negro, rubios, ojos verdes, azules, marrones, grises, le reste importancia a todas aquellas muñecas y las puse en el suelo, acomode las mesas en forma de escalera, una sobre otra y alcance la puerta, la abrí y entre, era un cuarto oscuro, no distinguía nada a excepción de la poca luz que veía provenir de abajo, donde se encontraba la puerta, una vela se encendió de la nada y estaba mi madre sosteniéndola sentada en una silla.

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Hola!!* 

Aquí está el cap....

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La historia de KatrinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora