Capitulo 3

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Desperté sudando frío y mi respiración era agitada, las lágrimas corrían por mis mejillas, había tenido una pesadilla, una de tantas. Me encontraba bailando y de repente cerraba y abría los ojos algo adormilada (me habían ofrecido refresco y lo acepte, el refresco estaba drogado) y veo a Rian y a sus amigos tocando y besando todo mi cuerpo, uno por uno, lloro y suplico que se detengan, pero no lo hacen y me ponen algo en la boca, para que nadie me oiga gritar y cuando todo termina, despierto, sudando y con respiración agitada –siempre es así –murmuro, me levanto de la cama y me dirijo al ¨tocador¨ sin hacer ruido, ya que no sé qué hora es, al llegar, lavo y seco mi cara con un pañito de seda, el cuál era de mi madre, es lo único que tengo de ella, me miro al espejo y se borra mi sonrisa por el recuerdo, cada vez que me miro en el espejo veo a mi madre, era hermosa, más que yo, ella era totalmente rubia, sus ojos eran color esmeralda y tenían ese brillo que solo le vez a un niño pequeño cuando sonríe, el brillo que no tengo desde que ella murió, una lágrima se deslizo por mi mejilla.

-¿Porqué…? ¿Por qué tenías que morir? Te extraño, demasiado, no sabes cuánto, quiero… quiero  estar contigo ¿Por qué no esperaste un poco más? Te amo… Te amo mamá –limpió las lágrimas que se escaparon de mis ojos y me dirijo hacia mi habitación. Me siento en la cama, en una de sus orillas y busco mi celular en la mesita de noche a la par de la cama, me fijo en la hora, son las 3:45 a.m. –Volveré a dormir –dije mientras me recostaba en la cama y me hacía un gusano en las cobijas.

Me desperté de un brinco, sorprendida de que por poco Miranda me saca el aire con su puño.

– ¡Maldita sea! Falle ¡Levántate de una vez mocosa! –dijo muy enfadada por haber fallado, al parecer me muevo mucho cuando estoy dormida. Ella se retiró.

Me fui a duchar y me puse el uniforme del colegio, una blusa formal, manga larga y blanca, una enagua de paletones delgados, color rojo vino algo clarito, que llegaba un poco más arriba de la rodilla, medias blancas, las cuales eran largas y zapatos de ¨muñeca¨ también rojo vino, en el cuello de la blusa usamos un lazo rojo vino. Los chicos utilizan una camisa blanca, formal, una corbata color rojo vino, un chaleco de manga larga rojo vino, y lo normal, medias cortas y zapatos negros de vestir. Termine de prepararme y fui a la entrada a esperar la limosina, Nathan me saludo, me monte, el viaje al colegio fue agradable hasta que finalmente llegamos.

–Hoy no podré venir por ti –dijo algo deprimido

–No te preocupes, de cualquier forma no es que me urja llegar rápido a casa –dije con una sonrisa para alegrarlo un poco.

Me baje de la limosina y fui a mi salón dando cachetadas a uno que otro chico que me molestaba e ignorando los comentarios que las chicas hacían de mí, al llegar busque mi típico asiento vacío, me senté y unos minutos después llego el profesor canturreando con una sonrisa de oreja a oreja.

– ¡Buenos días, clase!

–Buenos días profesor –respondieron todos los alumnos al unísono

–Me alegro de darles la noticia y darle la bienvenida al nuevo estudiante, Evans Geyer, el muchacho prodigio hijo de los millonarios dueños de la compañía más grande del país –al escuchar el nombre Evans me sorprendí, ese es el mismo nombre del muchacho que me había encontrado la otra noche cuando pensaba suicidarme, pero trate de calmarme, ósea, hay muchos muchachos que se pueden llamar Evans y además que iba a estar haciendo él, ahí esa noche.

–Por favor señor Geyer, pase –dijo el profesor un tanto atolondrado, en eso paso al salón un chico alto, tez pálida, cabello negro, ojos de un profundo azul, nariz aguileña, labios carnosos y cuerpo bien formado, no hay más que decir, todas las chicas lo miraban embocadas, muchas decían ¨inteligente, millonario y guapo ¡es perfecto!¨ – ¿Quiere decir unas palabras señor? –preguntó amablemente el profesor.

La historia de KatrinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora