Capítulo 19

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Julie me miró por el espejo y sonrió. Era viernes, el viernes después de mi graduación, el último viernes que tendría para poder decir que no dirijo una empresa, o algo parecido, pero hoy no quiero pensar en ello.

–Te ves hermosa. –dijo Julie sacándome de mis pensamientos.

Llevaba puesto el vestido color rojo vino, una trenza de pescado algo despeinada que Julie no vacilo en hacerme, un labial algo más fuerte que el de Julie, color rojo claro que hacía que mis ojos resaltaran más, un poco de rubor, lápiz y un toque de sombras, pero no demasiado, y para concluir los tacones negros que había usado en el funeral de mi madre. Aún recordaba como la vistieron para meterla en el ataúd, un vestido color blanco, como lo pidió ella, un labial rosa profundo, sombras, rímel y un  moño como peinado, mi madre tenía todo muy bien planeado para su muerte.

–Igual tú. –dije interrumpiendo mis pensamientos.

–Gracias. –dijo sonriendo.

Julie tenía un vestido un poco más corto que el mío, color azul, su labial era un rosa intenso, casi rojo, rímel, sombras, dejó su cabello suelto junto con sus rizos, y sus tacones eran los mismos de cuando fuimos con Fabio a comprar mi vestido. Pocos segundos después sonó el claxon del auto de Zack y Micke.

–Ya llegaron. –dijo Julie tomando su bolso.

Yo me puse de pie y camine hasta la mesa de la cocina, tomé mi pequeño bolso y camine lentamente, mirando mis tacones, hasta la salida, detrás de Julie. Cerré la puerta, y camine hasta el auto de Zack, Julie ya había entrado al auto de Micke, así que camine hasta el auto de Zack, entré y le di un beso en la mejilla.

–Te vez… preciosa. –dijo sonriendo.

–Gracias. Tú también te ves bien.

–Sí, pero solo es por el traje. –dijo encendiendo el auto mientras sonreía.

Al llegar a la casa de Julie, nos bajamos del auto y entramos a la casa. La música era una tonada clásica, era de noche, así que lo hacía más estilo “formal”, según el concepto de Julie, no podía entender como a Julie se le podía ocurrir invitar a la gente, y en vez de estar para recibirlos, ellos la recibían a ella.

–Odio hacer las fiestas yo, porque siempre soy la primera en llegar. –me explicó al ver mi expresión.

Aunque no entendí, asentí. Las horas pasaron y eran cada vez más divertidas.

–Iré por un poco de ponche. –dije riendo.

Caminé sonriendo haciéndome paso entre la gente que conversaba hasta la larga y enorme mesa de bebidas y refrigerios, tome un poco de ponche, pero por alguna razón al probarlo sentí algo en mi garganta.

– ¿Katrina?

Esa voz. Esa voz que hacía que mis rodillas temblasen, que me hacía sentir un hoyo negro en mi estómago, que succionaba todo a su paso. Esa voz grave que hacía que mi cerebro no pensará con claridad, que provocaba que mi corazón latiese cada vez más rápido. Reconocía esa voz, pero tan solo por esa vez, hubiese deseado equivocarme. Voltee a ver y mi sonrisa se desgarró por completo, trague en seco y pestañe tres veces para que mi cerebro reaccionara.

–Evans. –murmure en un susurro.

Él sonrío, y tan solo por sesenta segundos pude apreciarlo, sus ojos azules, su cabello oscuro, más de lo que recuerdo, sus 4 centímetros de ventaja de estatura, su sonrisa inigualable, su formalidad con el esmoquin, los sentimientos apagados desde hace dos meses, regresaron. Me aclaré la garganta antes de proseguir.

–Quiero decir…, Señor Geyer. ¿Qué hace usted por aquí? –dije antes de darle un sorbo al ponche.

–Jacke es amigo de la dueña de la casa, así que estamos patrocinando la empresa.

–Ah. –dije sin verle a la cara.

– ¿Y usted?, Señorita Castill.

–Celebro. Mi amiga es dueña de la casa, así que... estamos celebrando el fin de la universidad.

–Así que ya terminaste. –murmuro pensativo. –Pues… felicidades. –dijo sonriendo.

–Gracias. –dije, esta vez mirándolo.

–Katrina. –dijo Zack acercándose a nosotros.

Miró a Evans fulminándolo y me abrazó por detrás, poniendo cada una de sus manos en mis brazos. En estos momentos lamento haberles contado aquella historia hace un par de años. Evans emanaba rabia, ira, enfado, su mandíbula estaba tensa, y sus puños estaban apretados.

–Zack. –dijo tendiendo su mano frente a Evans.

–Evans. –vacilo antes de tomar la mano de Zack y estrecharla. Zack inmediatamente volvió a como estaba antes y puso su mano en mi brazo

–Papá, papá. –dijo una voz chillona, a la cual Evans volteo.

Una niña cabello castaño, y ojos azules apareció de la nada corriendo a los brazos de Evans, quien extendió sus brazos para atraparla. Mis ojos se abrieron como platos y una ola de emociones me ahogo atrayéndome a mar adentro.

–Mamá te está buscando. –dijo la niña.

–Molly, yo no… –empezó a decir Evans, pero no podía seguir viendo esa escena.

–Ve. –dije fingiendo una sonrisa. –De todas maneras…, Zack y yo ya nos íbamos. –dije para luego irme caminando al frente de Zack.

Sentía como si a mi corazón lo hubieran machacado y tirado a la basura, sentía como se encogía y se retorcía. Zack camino cabizbajo detrás de mí, salí de la casa de Julie, luego le enviaría un mensaje o algo que dijese que me tuve que ir. Derrame una lágrima que limpie inmediatamente, no podía dejar que Zack me mirase llorando por otro hombre.

– ¿Te quieres ir ya? –dijo Zack, aún cabizbajo.

–Por favor. –dije entrando al auto.

Un par de minutos después Zack encendió el auto y condujo hasta mi departamento en silencio, ni él ni yo comentamos nada, tal vez porque no queríamos saber la verdad, tal vez porque sabíamos que si decíamos algo con lo que el otro pudiese tropezar, nos heriríamos.

Al llegar, le trate de dar un beso en la mejilla, pero él se corrió, y volteo a otro lado. Sabía que lo había notado, pero me sentía muy deprimida como para solucionar las cosas en estos momentos, así que me baje del auto y subí las escaleras, pero mientras lo hacía, Zack me gritó desde el auto, voltee a verle y baje los cuatro escalones que había subido y le escuche.

– ¡Respóndeme! –exclamo exaltado. – ¿Aún lo amas? –murmuro mirando fijamente mis ojos.

No sabía que contestar, sabía que él había notado mis emociones, así que no podía decir que no, pero si decía que sí lo heriría aún más, estaba entre la espada y la pared.

–En estos momentos, es cuando me lamento de no haber escuchado a los chicos. Sé que fui un idiota, Katrina. Pero… creí que si te enseñaba, que si te mostraba que no solo Evans podía amarte… lo olvidarías. –dijo cabizbajo. –Pero creo que no fue así. –dijo antes de subirse al auto.

Las lágrimas empezaron a caer sin previo aviso.

– ¡Lo siento! –le grite sollozando antes de que pudiese empezar a conducir. –Lo… siento. –murmure en un susurro mientras sollozaba.

De verdad lo sentía, quería a Zack, lo había aprendido a apreciar, pero no como a Evans. Evans estuvo en malos momentos, y en buenos, y sí, me engaño, pero como dijo Julie, las personas aprenden a perdonar. Y no dije que sentía amar a Evans, porque no era cierto, dije que sentía haberlo engañado, diciéndole que lo amaba, aunque no fuera verdad.

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Hola!!*

Hoy no tengo ninguna tontería que decirles xD

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La historia de KatrinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora