Epílogo
Las lágrimas brotaban de aquel bello rostro que una vez sonrió. Aquella pareja estaba devastada, esperaban que todo mejorara con el tiempo, pero en vez de ello, todo empeoro.
Aquel día, al regresar a casa, ninguno de los dos dijo ni una palabra en el camino. En el automóvil solo se podían escuchar los pequeños sollozos de la pobre mujer, a la cual le habían arrebatado uno más de sus sueños. Su pareja no podía dejar de voltear a verla en ocasiones, pero entonces lo decidió, estacionó el auto en un pequeño estacionamiento de un supermercado que se encontraba al frente de la autopista, miró a su mujer y la abrazó.
–Cariño –dijo con la voz que apenas salió de su garganta, ya que él también era dueño de aquel anhelado deseo que se había convertido en nada en tan solo segundos. –Cariño, tienes que respirar y relajarte. Todo saldrá bien.
– ¿Todo saldrá bien? ¿¡Todo saldrá bien!? –dijo exasperada la mujer mientras se libraba de los brazos de su pareja. – ¡Evans nada saldrá bien! –dijo llorando aún más fuerte mientras le gritaba al dueño de aquellos bellos ojos azules.
–Katrina, respira. Sé que no salió bien, pero lo volveremos a intentar. Lo podremos lograr, no hagas caso de lo que dijeron los doctores.
– ¡Evans, perdí a mi bebé! -dijo sollozando. –No sé si me comprendas, pero duele. Duele el saber que nunca podré darle consejos a una hija, o hacer una parrillada para el cumpleaños de mi hijo. ¡Me duele, Evans!
– ¿¡Y acaso crees que a mí no!? ¡También era mi hijo, Katrina! –dijo aquel hombre sintiendo como las lágrimas amenazaban con salir.
–Nunca sentí una patada… -murmuró aquella mujer mientras apoyaba su cabeza en la guantera.
Pronto sus lágrimas empezaron a caer a la alfombra del auto, dejando un rastro por sus mejillas rosadas. La mujer ocultó su rostro, intentando dejar de llorar, pero no pudo. No pudo porque, aunque ella sabía que era inútil llorar por algo que jamás existió, también sabía que quizás fue lo más lejos que pudo llegar. Su pareja la atrajo hasta su pecho y la abrazó con todas las fuerzas que tenía.
–Quizá podamos adoptar. –dijo él. Tratando de animar a su esposa.
–No sería lo mismo. –dijo sollozando. –Lo lamento.
– ¿Qué lamentas?
–No poder darte lo que solo yo puedo darte.
Él la separó un poco, tomó su mentón y levanto su cabeza para así poder ver de aquellos ojos grises de los cuales se había enamorado a primera vista.
–Quiero que sepas que esto no es tu culpa. No quiero que te culpes de algo que no es culpa de ninguno de los dos. –dijo sosteniendo la mirada de su esposa con la suya. –Si sucedió así, es porque el destino lo quiso así, no porque haya sido tu culpa.
–Pero…
–Nada, Katrina. Te amo. Y nunca culparía a la persona que amo de algo así, ¿comprendes?
La mujer solo asintió e hizo con sus labios una pequeña curva, tratando de sonreír, pero al no lograrlo las lágrimas comenzaron a deslizarse por sus mejillas nuevamente. Él la abrazó y tomó su celular de la chaqueta. Entro a números de emergencia y llamó al tercero de su lista.
–Samanta, quiero que me hagas un pequeño favor.
–Claro, Evans. –dijo al otro lado de la línea.
–Programa una cita con Carmaine. –dijo él mirando a su esposa, ella sonrió levemente. –Y por favor que sea lo antes posible.
– ¿Carmaine? ¿Para qué quieres ver a Lia?
–Solo dile que necesito que encuentre a la niña perfecta para nosotros.
–Enseguida.
Inmediatamente él cortó la llamada y abrazó aún más fuerte a su esposa.
– ¿Qué te parece Sky? –dijo él sonriéndole a la mujer.
–Me encanta.
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Hola!!*
Estoy triste y feliz a la vez, porque ya no tendré que echarle la culpa a Mónica de que se haya atrasado escribiendo el cap, y feliz porque ya pasó un año, pero bueno. Gracias por leer, comentar y votar. Y si creen que no estamos tan mal escribiendo estén atentos a nuestros perfiles, porque convenceré a Mónica de que escriba la idea de no sé qué (no me acuerdo el nombre) realmente es muy buena, y olviden mi historia de ¨La Cazadora¨, pero posiblemente suba otra, así que igual, Gracias!!*
Voten y Comenten!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!***
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La historia de Katrina
Novela JuvenilAllí estaba yo, en el edificio más alto de Nueva York, apunto de dar mi último paso, a la nada, al olvido de mi vida, de mis perjuicios. Cerré mis ojos y extendí mi pie para dejarme caer y entonces...