Y nos aferramos a la confortabilidad de nuestros cuerpos, miedosos de confesar lo que sentimos, negando y ocultando por el miedo de ser rechazados, de verse diferente. Sin tomar riesgo alguno, creyendo ser felices con eso, pero la felicidad va en mano con la adrenalina, con el sentir lo prohibido y correr riesgos . Supongo que hay gente muerta por dentro.