Muchas tardes he sonreído para mis adentros, algunas noches llorado sin cesar, intentando saciar el dolor con cada lágrima. He tenido que ser mi propio consuelo, mi propia guía en la oscuridad. Dandome abrazos de confort, diciendo palabras falsas, para sentir una alegría efímera. Muchos días he estado sólo, en donde mi única compañía he sido yo, la única voz para escuchar ha sido la mia.