Soldado

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Hola chavaliiiiis. No tengo palabras para el año de mi ausencia, espero que podáis perdonarme. Continuemos con las aventuras de Eva y Erik. Espero que os guste, y obviamente no voy a prometer subir pronto otro porque ya nos conocemos. 

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Antes de que Aurion pudiera llegar hasta Kedkirtash, alguien se interpuso en su camino. Una mujer, casi una anciana, podría decirse que humana, aunque tenía la cabeza completamente rapada, algo característico de los celestes. Su ceño fruncido reflejaba sus intenciones.

—No lo harás, Aurion— dijo la mujer— No hasta que llegue Shail y confirme el ataque.

—¡A la mierda Shail, Aliea!— bufó Aurion, mientras apartaba a la mujer de un empujón—. Estoy hasta las putas narices de que Tanawe siga matando, no lo consentiré.

Aliea, la mujer, acercó la mano a Kedkirtash, y sustrajo la piedra mágica que le daba vida. La serpiente de madera calló al suelo lentamente, apagándose poco a poco.

—¡¿Qué coño haces?!— gritó Aurion, ya sobre Kedkirtash.

—Ninguna serpiente saldrá de estas cuevas hasta que Shail lo diga.

—Vete a la mierda.

Aurion desmontó y anduvo a paso liguero hacia la puerta de la cueva. Eva lo siguió, dejando una pequeña distancia, y observó como el chico se dirigía hacia el Oráculo. Prácticamente todo el mundo se encontraba en la puerta, alrededor de un chico muy parecido al que había dado la noticia, podrían ser gemelos.

—Os lo juro, lo he visto, dos niños y una niña, más pequeños que yo— balbuceaba el chico, aún sin aliento. Por alguna razón también estaba mojado.

—Jack, ¿estás seguro de lo que dices?— inquirió Shail al pobre niño.

Jack asintió, y su flequillo mojado calló sobre sus ojos. Shail le dijo que se fuera y eso hizo, salió corriendo hacia las cuevas.

—Shail, más te vale ir a las cuevas y ordenar a Aliea que encienda las serpientes, nos vamos.

Aurion había llegado corriendo, pero no parecía cansado, simplemente enfadado, muy enfurecido. Su cara estaba completamente roja de la adrenalina, y tenía los puños apretados contra las caderas.

—¿Qué estás diciendo, Aurion?— preguntó Shail, incrédulo.

—¡Cómo que qué estoy diciendo!— gritó Aurion— ¡Que-encendamos-las-malditas-serpientes!

Shail parpadeó un par de veces, y miró hacia su izquierda, donde se encontraba su mujer, con lágrimas en los ojos. Tuvieron una conversación de cuatro palabras que solo ellos podía oír, y luego volvieron a mirar a Aurion.

—Lo siento, Aurion— dijo Shail— pero no puedo arriesgar a todas mis tropas para una operación tan suicida.

Aurion no dijo nada, solo asintió, escupió en el suelo y se dio la vuelta. Eva miró a su padre y a su hermano, que se encontraban sentados en las escaleras. No sabía como expresarse, así que simplemente les pidió ayuda con la mirada. Erik no pareció entender nada, pero el shek frunció el ceño y se pasó la lengua por los labios.

—Aurion— murmuró, casi imperceptible—, espera.

El muchacho se dio la vuelta y encaró a Christian. Los ojos parecían querer salir corriendo de sus órbitas, y su cabello despeinado le daba la sensación de locura más plena.

—¿Qué?— dijo, bruscamente.

Kirtash miró a Shail, y luego a Victoria, escondida entre las columnas de la entrada, murmurando con Jack. Se levantó de los escalones y dio dos pasos al frente, después se cruzó de brazos.

—Iré yo a buscarlos— dijo, finalmente.

Al principio nadie dijo nada, pero al cabo de unos segundos todo el mundo empezó a gritar y a discutir, sin parar de decir la locura que pretendía hacer, cómo se iba a descubrir, cómo iba a destrozar todo.

—Primeramente— continuó el shek—, no voy a ir solo, Aurion vendrá conmigo para guiarme. Siento decíroslo, pero de entre todos los que estamos aquí, soy el único que se sabe mover sin ser visto, y en el caso de apresarme, el único que podría aguantar mental y físicamente, así que soy el más indicado. Segundamente, dijisteis que el número de víctimas rondaba los 900, no parece lógico sacrificar a tres niños más cuando se puede hacer algo.

—Tú y tu lógica— interrumpió Victoria, desde atrás—. ¿No puedes por un segundo pensar en ti mismo y en lo que pasaría si te apresaran? Sabrían que estamos todos aquí, que los niños están aquí, y vendrían a por todos.

—Por eso es muy importante no fracasar, criatura— contestó Kirtash, con su sonrisa de medio lado. A esto siguió un silencio muy sonoro, donde la gente se miraba entre ella, sin saber muy bien que decir—. ¿Y bien? ¿Cuándo nos vamos, niño?

—¡Cómo! ¿Pero ya?— preguntó Shail, elevando los brazos, y acercándose a Kirtash— Pero necesitamos planificación, una estrategia, un plan b y puede que un c y un d, y disfraces, y armas y...

—Shail, aunque no te hayas dado cuenta, llevo acudiendo a Idhún y viviendo entre sus gentes durante 16 años, creo que sabré moverme entre ellos.

Otra vez, nadie dijo nada. Aurion dio las gracias a Kirtash y le pidió que le siguiera a la sala de mapas, en el interior del Oráculo. Victoria y Jack volvían a discutir, esta vez sobre Kirtash, mientras que Erik mantenía una sutil conversación con Elei, de pie a su lado, que había sido testigo de toda la conversación desde las sombras. Shail no paraba de delirar y gritar a todo el mundo, enfadado, y al final decidió irse a las cuevas a informar a todo el mundo de la estrategia, de la que no formarían parte.

"Eva, ven" dijo una voz en la mente de la chica. Eva se escurrió entre las puertas del Oráculo sin que nadie lo advirtiera, y siguió la esencia de su padre bajando unas escaleras que se encontraban justo al lado de la puerta, pero que no había inspeccionado antes. Abajo había más de los mismo, muy parecido al pasillo de su habitación. Su padre se encontraba en una de las salas, apoyado en una enorme mesa redonda, con un mapa que, para sorpresa d Eva, parecía digital en 3D. Luego se fijó mejor y se dio cuenta de que en realidad era magia. Era un mapa de toda la isla de Idhún, que se podía agrandar a tu gusto. Aurion explicaba cosas sin sentido para Eva a Kirtash, sobre una ciudad llamada Nurgon, donde parecía encontrarse una de las sedes del grupo de Tanawe, y donde se realizaban la mayoría de las ejecuciones.

—Eva— la llamó su padre, en voz alta—. Ven aquí.

Eva se acercó a su padre, y le dejó hablar.

—Escúchame atentamente, pequeña— dijo, susurrando, e inclinándose hacia ella. Aurion los miraba de reojo, discretamente—. Vas a venir conmigo.

Eva abrió los ojos de golpe. Era lo último que se podía esperar, su madre se pondría furiosa, y posiblemente Jack también, hasta Erik se enfadaría. Tenía tantas preguntas que hacer a su padre al respecto, pero decidió callarse y seguir escuchando.

—¿Cuándo salimos?— susurró Eva, irónicamente.

Su padre entrecerró los ojos y apretó los labios. Después de 16 años Eva había aprendido que ese gesto era su forma de sonreír, muy cariñosamente.

—El niño dice que las ejecuciones son al ponerse el segundo sol, cosas de Tanawe para que se vea más el fuego— explicaba su padre—. Tienes que estar lista para entonces.

Eva asintió y se dio la vuelta, pero su padre la agarró del brazo, impidiéndoselo. La chica se dio la vuelta y se encontró con su rostro a dos centímetros, los penetrantes ojos azules abiertos de par en par, y la nariz palpitando.

—Vas a hacer caso en todo, Eva— gruño—, es la única condición que te pongo. Si te digo que corras, corres. Si te digo que te escondas, te escondes. Y si te digo que vuelvas a casa, lo haces. Ni se te ocurra, bajo ningún concepto posible, intentar salvarme. ¿Ha quedado claro?

Eva parpadeó varias veces, se sentía como una especie de soldado, y le entraron ganas de contestar "sí, señor". Quizás se estaba empezando a convertir en uno.

—Como el agua.

Memorias de Idhún IV: De luz, hielo y fuego.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora