Encuentros

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I

Erik se alejó del claro donde se había reunido la gente en torno a la hechicera y sus padres. No comprendía la mitad de las palabras que habían dicho, y la otra mitad le asustaban. ¿Por qué Eva se había tenido que marchar? ¿Qué narices estaba haciendo él allí? Debería estar con su hermana, eso era lo único que tenía claro. "La he abandonado, o ella me ha abandonado a mí". Nunca se habían separado, ni siquiera cuando Erik se puso enfermo una noche, y empezó a vomitar toda la comida de la semana. Eva se mantuvo a su lado, guardando su sueño. No debía tener más de siete años, pero comprendía mucho más que él en esos momentos. Erik debería haberse marchado con Christian y su hermana, pero por alguna razón se había quedado atrás, hablando con esa chica azul Elei. Le había llevado a dar de comer a unos enormes pájaros que se le quedaban mirando con unos ojos como si fueran humanos, indagando en su mente. A Erik no le había gustado la excursión, ni siquiera había hablado mucho con la chica, era como si se quedaran sin cosas de las que conversar. No tenían nada en común, desde luego, sin embargo la chica se había acercado a él desde el primer día, le había dado la ropa y le había enseñado el lugar, y había levitado junto a los pájaros como si fuera una pluma. Erik no tenía ninguna razón para que no le callera bien, sin embargo solo sentía indiferencia hacia ella. ¿Qué le pasaba? En la Tierra no habría dudado ni un segundo en pedirle una cita o su número. "En la Tierra no hay gente con la piel azul" se dijo, mientras dejaba atrás al grupo y echaba una última mirada hacia la muchacha. Estaba conversando con su madre, y ambas parecían preocupadas. "No sé de qué os quejáis, no es vuestra hermana la que está en peligro". En los últimos días había intentado transformarse en dragón, tal y como su hermana se había transformado en sheck, pero nada había sucedido. En esos momentos le sería muy útil, para escapar de ahí volando y acudir a su hermana donde quiera que estuviera. Eva le había dicho que el momento llegaría, que no se preocupara. Pero él ya tenía dieciocho años, a esa edad sus padres ya habían sucumbido a su otra parte espiritual, y Christian lo hizo antes de los catorce años. ¿Qué le ocurría a él? ¿Y si él no era especial? ¿Y si simplemente era un humano, como todos los que le rodeaban?

Tan metido que estaba en sus pensamientos que acabo tropezando con una raíz que sobresalía de la tierra. Consiguió poner las manos sobre el suelo para amortiguar el impacto, pero se golpeó la cabeza contra una roca. Soltó un grito agudo de dolor, y al pasarse la mano por la frente descubrió que estaba sangrando.

"Vaya dragón que soy"

—Ten cuidado donde pisas, chico.

Levantó la cabeza bruscamente para encontrarse con una mirada negra y profunda como las noches de invierno, y tan helada como sus vientos. El ser tenía la piel parda, el mismo color que la corteza de los árboles que le rodeaban, y su cabello azul eléctrico brillaba bajo la luz del atardecer como un lapislázuli. Una sonrisa de blanco brillante alumbró su rostro a la vez que le daba la mano.

"Es mágico" fue lo único que Erik pudo pensar. Él no era como Eva, no conocía a la perfección todos los seres que habitaban en este nuevo mundo, ni sus apariencias tampoco. Para él, todos eran no-humanos, excepto los humanos. Pero algo en el aura de ese ser le decía que su poder no era de su mundo, sino de uno donde había unicornios y tres soles con sus tres lunas.

—¿No me entiendes?— insistió el ser, y sus orejas afiladas se movieron como si fueran alas de colibrí— ¿O eres tímido?

Erik pestañeó varias veces antes de contestar.

—Sí que te entiendo— consiguió alzarse sobre sus rodillas para mirarlo de frente—. No sabía que había alguien por aquí.

—Estas en mi bosque, chico, eres tú el intruso.

Memorias de Idhún IV: De luz, hielo y fuego.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora