Salgo de su despacho, un poco tarde, por lo que también llegaré tarde a esta clase, que por lo menos, para mi suerte, es deporte.
Los pasillos están llenos de gente, cosa que me sorprende, pero que se le va ha hacer, así que esquivandolos, me encamino en busca de mi taquilla para dejar mis libros y coger mi bolsa.
El uniforme de deporte, son unos pantalones cortos, una camiseta de mangas cortas. O eso es lo que me ha dado a entender la secretaria.
Llego a mi casillero, pero este se encuentra invadido por un grupo de chicos, que por su uniforme, estoy muy segura de que se trata del equipo de fútbol americano.
-Disculpa, ¿podrías mover tu culo? Necesito guardar mis cosas- le digo un poco seca, ya que no quiero llegar más tarde a mi clase favorita.
Tras decirlo, percibo que el tío que está de espaldas a mí y con una gorra, se tense, pero sigue sin girarse a mirarme.
-Uou, uou, uou!- dice un moreno de ojos azules-¿pero quién es esta belleza? -añade con una sonrisa coqueta.
-Seré la que te deje sin descendencia si no mueves el culo de aquí- respondo no sin antes notar que el de la gorra sigue sin girarse.
-¡Chica con carácter! Me gusta...- y acercándose a mí, con la sonrisa aún en su rostro dice: - esto va a ser divertido muñeca.
Me acerco más a él, siguiéndole el juego, pongo las manos en sus hombros, y con una muy buena falsa sonrisa coqueta en mi cara le digo acercándome a su oído:
-Vuelves a llamarme muñeca y me encargaré de hacerte sufrir, ¿me entiendes?- le digo aun sonriendo.
Él, supongo que piensa que es una broma, ya que añade:
-Claro que sí, Muñeca- y para colmo, resalta la última palabra.
Así que, sin pensármelo dos veces, le cojo los hombros y le doy muy fuerte con la rodilla en la parte más querida por los hombres, y antes de que caiga del todo, le doy otro en la cara.
Una vez en el suelo, y con una cara de un intenso dolor, se le be debatiendo donde poner las manos, si en su cara o en sus partes.
Antes de que sus amigos les de tiempo a reaccionar, añado:
-Esto no ha sido más que un pequeño aviso- y acercándome más a ellos añado: - si alguno de vosotros me toca o me llama muñeca, será mucho peor ¿sí?
Todos asienten frenéticamente la cabeza, todos menos el de la gorra, que mientras se gira, deja ir una profunda carcajada, que me suena muy, pero que muy familiar.
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Pequeños Secretos
RandomNo siempre los adolescentes tenemos la culpa, pero eso los adultos no lo saben... Cada persona tiene un don, algo para hacerse notar, demostrar que has estado aquí, ¡Dejar huella! Pero eso ellos no lo entienden, todo lo que hacemos, todo, dicen que...