9-Ganar respeto: completado

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¡Claro! ¡Él es del equipo! ¡Me había olvidado!

Bueno, pues acabo de traumar a sus amigos.

-Primer día y ¿ya estás siendo tan simpática? No me imagino cómo será el segundo.- dice soltando una pequeña risa.

Sus amigos, le están mirando como si estuviera loco. Claro... ellos no saben que nos conocemos. Pobres ingenuos...

-Sí, así soy yo. ¿Por qué vas con gorrita? ¿Tienes algo que esconder?- le digo haciendo una falsa cara de intriga.
Él, tras soltar un gruñido, y dedicarme una cara de odio, me suelta con enfado:

-Largo ¿sí? ¡Ya has hecho suficiente!

-Claro, adiós hermanito- digo pasando por su lado y llevándome su gorra, eso lo ha pillado desprevenido, así que no le da tiempo a reaccionar y tapárselo así que todos sus amigos se están riendo de él en estos momentos.

-¡Ale! ¡Te mataré! ¡Devuélveme la gorra!- chilla corriendo tras de mí. Así que aprovechando que está tan concentrado en cogerme, me dirijo hacia el comedor, donde todos los alumnos se encuentran ahora, ya que entre todo el follón, la clase ha terminado.

Al abrir las puertas, todos se quedan sorprendidos al verme, ya que soy la nueva, y acabo de entrar con una gorra y riéndome como una loca.
Pero al entrar él, todos dejan de mirarme para comenzar a reírse.

-¿Quién le ha hecho eso?-pregunta un tío del fondo- ¡porque se acaba de ganar mi respeto!

A lo que yo respondo subiéndome a una mesa:

-Hola, hola, escuchadme... gracias-digo riendo ya que me acaban de silbar. - Supongo que algunos ya sabéis quien soy, ya sabéis por lo del duende- a lo que un grupo de gente se pone a reír.
-Pero para los que no me conozcan, soy Alexandra, no me llaméis así u os mato. Prefiero Ale. Soy nueva, soy la hermana de este idiota, y no voy a permitir que NADIE me toque lo que no tengo, solo quiero decir una cosa más. ¡QUIEN SE METE CONMIGO, ACABA PEOR QUE SU PELO! - Chillo.- ¿entendido? - a lo que más de la mitad por no decir casi todo el insti asiente mientras silban y aplauden. -Aah... y por cierto, ese color no te pega. - le digo burlándome, y funciona, ya que todos se ponen a reír.

Bajándome de la mesa, salgo del comedor, dejando a mi hermano más rojo que un tomate por la rabia.

Pequeños SecretosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora