[ Memorias de un Invierno ]

Capítulo XXI

Una pierna hacia el costado, y luego un brazo; eso movió en sueños para capturarlo, dando solo con un espacio frío y vacío. Minho se despertó de golpe, sentándose en la cama y viendo que el lado donde hace un par de horas descansaba el cuerpo de Taemin, ahora nuevamente SU Taemin, estaba sin él.

Se percató que el edredón de la cama no estaba y que solo un trozo de sábana lo cubrían. Se incorporó entonces, caminando desnudo al baño y luego al walking clóset, sin encontrarlo. Rápidamente se puso su ropa interior y la camisa que traía la noche anterior y salió en su búsqueda.

- ¿Taemin? – habló entrando al cuarto que solía usar el castaño, pero no estaba.

Repitió lo mismo en la habitación que sería de Ellie y en el despacho del chico, pero no estaba en el segundo piso. Bajó corriendo las escaleras deteniéndose en la entrada de la casa cuando vio la puerta medio abierta. Se acercó a ésta, sintiendo el frío del exterior, pero lo que vio allá afuera, le trajo un sentimiento que no supo descifrar.

En medio del césped blanco por la nieve que no supo en qué momento había caído, vio un pequeño ovillo bajo el edredón que faltaba en la cama. Apenas se le veía el cabello, estaba de espalda a él y no se había dado cuenta de su presencia ahí. Caminó hasta él y por las huellas, se dio cuenta que estaba descalzo; en ese frío invierno, con nieve y él descalzo, ¿Qué estaba pensando al salir de ese modo?

- ¿Taemin...? – le llamó a poco metros – Cariño...

¿No es esto, extraño? Mi mundo blanco, ahora tiene matices, muchos matices. Es como si de repente hubiese caído una lluvia de colores, múltiples colores. Es como estar rodeado, en medio, sobre y bajo un arcoíris, pues no existe nada más excepto yo y colores, solo eso...

Temeroso fue acortando la distancia entre ambos, notando el hielo de la nieve en sus pies desnudos mientras un escalofrío incómodo subía por toda la extensión de su columna vertebral.

- Taemin... - pero nada, no se volteaba y era imposible que no le hubiese escuchado, estaba prácticamente detrás de su cuerpo - ¿Amor...?

Azul, hay mucho azul, tanto que siento el efecto que éste tiene en mí; es de mucha calma, paz y tranquilidad. Y luego hay violeta, algo abstracta, pero hermosa, como Minho. Sí, Minho es azul y violeta al mismo tiempo... me gusta como luce.

- Bebé... - dijo en un susurro deslizando una mano sobre el hombro del chico, notando cómo éste se tensaba y lo miraba por sobre su hombro – Taemin...

Pero algo extraño sucedido. Había algo distinto en la mirada de Taemin. Sus ojos no lucían como horas atrás cuando se amaban en las penumbras de la noche, no. Minho lo vio y no supo qué fue lo que le dolió más; que lo mirase de ese modo o que sus ojos le dijesen que Taemin en ese momento, no lo reconocía.

"Primero serán solo desmayos, luego serán episodios en donde pueda perder lapsos de tiempo, desorientación, confusión, pérdida de memoria..." las palabras del doctor Lee resonaron en su mente y entonces, cobraron sentido. Eso era, eso era lo que veía en Taemin en ese momento; lapsos de tiempo inexistentes, desorientación, confusión. Su corazón se contrajo en su pecho y le dolió profundamente; estaba sucediendo, lo que le habían advertido estaba pasando y sabía que no podía hacer mucho por evitarlo, era progresivo e irreversible, ¡Dios, cómo odiaba esas malditas palabras en ese momento!

Minho le sonrió y se puso en cuclillas a su lado, alcanzando su altura. De reojo notó que los pies de Taemin estaban rojos por el frío de la nieve en su piel y sus labios tenían un tono morado casi azul; estaba congelándose, pero no parecía notarlo, estaba totalmente fuera de sí.