Real

2.4K 211 3
                                    

Narra Lexa

Aquella noche decidí dormir sin siquiera haber cenado, estaba más que cansada y débil, me dije que tal vez fuese por la sangre que había perdido en aquel día. Comencé a dudar cuando el reflejo en el espejo mostraba mi rostro casi demacrado, la piel que me rodeaba los ojos estaba más que oscura y me encontraba lo bastante pálida como para estar enferma. Y no me equivocaba, un rato después la fiebre subió en mi cuerpo.

Basto tan solo unos segundos para que me quedase completamente dormida, pero no por mucho ya que tiempo después comencé a tiritar de frío. Resignada, luego de un buen rato, estaba dispuesta a ir por una frazada en el armario de Becca, pero algo bastante pesado se reposo sobre mí al hacer ademan de incorporarme.

─¿Rebecca? ¿Eres tú? ─Pregunte entre las sabanas y cobijas, no la oí responder pero aun así seguí hablando. ─Perdón por... no cenar contigo Becc, no me siento del todo... ¿Qué? ¿Jonathan? ─Brame atónita al verle allí sentado a un lado de mi cama mientras intentaba costosamente sentarme, aquello realmente me había aterrado ¿Cómo es que estaba allí? ¿Cómo carajos había entrado? Tenía muchas preguntas por hacer en aquel momento y muy pocas fuerzas para articular palabras.

─Shhh... Shhh, recuéstate, estas ardiendo ─Dijo luego de sacar su mano de mi frente, si, no se equivocaba, pero quería respuestas.

─Al menos dime cómo has logrado entrar, y ¿Por qué estas aquí? ─Tome el impulso suficiente como para sentarme mientras mi único apoyo era mi frágil mano. Todo estaba tan oscuro que se me hacía más que difícil verle, apenas si divisaba aquella silueta algo robusta sentada sobre mi cama, y por qué no, también su rubio cabello era divisible ante mis ojos.

─Primero deja que te explique ─Comento él ante mi mero desconcierto, busque reposar mi espalda apoyándola suavemente en la pared, el sueño se me había quitado de repente y Jonathan era más que culpable de aquello. ─Nancy no es mi amiga, Steve tampoco ¿Cómo puedes creer eso?

─No lo sé, ha pasado tanto tiempo que-- ─No me dejo continuar puesto que aquello le había sorprendido, también a mí. Consideraba a ese grupo de niños ricos los estúpidos de esta ciudad, Steve creía que porque sus padres tenían dinero él podía hacer lo que se le plázcase y Nancy se mostraba como la típica primogénita, un ángel con sus padre y una putilla con su novio, por no hablar de los otros dos estúpidos, una pareja de engaños. Les veía siempre de camino a la casa de Nancy que no estaría a más de tan solo metros de la mía, en una calle cerrada.

─Ellos me detestan, todos aquí lo hacen, sienten asco ─Farfullo el con sus ojos apuntando en dirección al suelo, su cabeza estaba más que inclinada hacia adelante, podía decirse que jamás había sentido lastima por Jonathan Byers, las personas le miraban de forma extraña pero yo no lo hacía de esa forma ¿Le llamaban raro? Para mí era el chico más ingenioso que había conocido jamás ¿Pedófilo? Era el único que podía calmar los ataques postraumáticos de una niña de siete años.

─Te equivocas, yo no ─Sabia de sobra que él no me llevaba mucho en cuenta pero su mirada apenas se levantó cruzándose con la mía, intentando restarle atención tome mi extenso cabello y comencé a ordenarlo mientras ambos permanecíamos en silencio. ─Entonces...¿Te has infiltrado en mi casa a mitad de la noche para dejar en claro que tú y la banda de riquillos no son amigos? ─Pregunte atónita, sonaba como si lo fuese, era carente de sentido y muy idiota por su parte, el apenas si me dedico una mirada de reojo ¿Me esperaba una explicación mejor que aquella? No, sin duda no. ─Me da igual Jonathan, tan solo era una suposición ¿En qué crees que cambie el saber la verdad? ─Le mire con inquisición, enderezó su espalda seguramente pensando en aquella pregunta mientras me observaba. Pero aquella respuesta que esperaba jamás salió de sus labios que permanecieron sellados como una tumba. ─Creo que debes irte, no es buena hora para conversar ─Dije y rápidamente volví a recostarme de perfil observando la pared mientras esperaba algún tipo de movimiento por su parte, segundos más tarde tomo la iniciativa y de un suave empujón se puso de pie y comenzó a caminar con pasos lentos hasta lo que pude distinguir por el sonido era mi ventana.

Suspire ansiosa de estar en completa soledad, volviendo a sentir arrepentimiento al haber visitado a Jonathan, después de tantos años aún seguía creyendo que nada habría cambiado entre ambos, pero por mala suerte no era así.

─Espero que te pongas bien pronto ─Suspiro antes de abrir aquella ventana y salir, sabía que de a momentos se detenía a observarme pensando quien sabe que, o tal vez, lo mismo que yo pensaba en cuanto a aquel entorno.

Sentí la ventana cerrarse y pasos provenientes del tejado, me pregunte entonces como es que no le había oído. John no era una de las personas más sigilosas en este mundo, sin embargo, parecía estar volviéndome ignorante o sorda.

No espere mucho tiempo más para ponerme de pie y caminar con desdén en dirección a mi baño en el cual abrí el grifo y moje mi rostro. Me detuve unos momentos, al igual que hacia tan solo unas horas, reflexionando acerca de mi reflejo, sin duda alguna había recuperado bastante el color rojizo de mis labios y el tono de piel volvía a ser blanquecino y ya no se mostraba en tonos ocres de violeta, todos aquellos eran signos que indicaban la efectividad de los analgésicos que anteriormente había consumido.

Pero por un momento comencé a ver borroso, o eso creía yo, frente al espejo una figura confusa se apareció ante mí, más bien, un paisaje. Seguramente era la fiebre por lo que estaba delirando, pero entonces me acerque hacia aquel reflejo, tanto que mi rostro podía casi chocar contra el cristal. Mi mano se acercó hacia el vidrio con la intención de apoyarla en él, pero como por arte de una extraña magia traspaso ese material como si hubiese sido agua y entonces mi rostro también lo hizo.

Mis ojos no creían lo que veía, un prado con pastizal alto se alzaba kilómetros delante de mi mientras el sol irradiaba luz y calor a lo que parecía ser mis espaldas, a lo lejos, podía divisar edificios perfectamente altos y relucientes, todo allí se me hacía extrañamente desconocido pero una sensación confidente se apoderaba de mi cuerpo.

Al creer que solo podía ser un sueño o alucinación saque inmediatamente la cabeza de allí, volviendo a aquel oscuro y pequeño baño en el cual mis pies todavía permanecían apoyados. Me repose sobre mis brazos apoyados sobre el lavabo mientras observaba con desconfianza el espejo que solo reflejaba mi rostro, sin pensarlo dos veces tome las tijeras que se encontraban guardadas en el primero de los cajones e hice un pequeño corte en mi mano, sin duda estaba despierta, estaba sangrando y me había dolido. Aun así desconfié un momento.

Pero todo era tanmalditamente real. 

Demons in Your Head [Jonathan Byers] #LibrosTinieblas2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora