Disappointed

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Narra Lexa

Llevábamos al menos veinte minutos caminando sin un rumbo definido, el chico a quien acompañaba había llevado su cámara y no dejaba de fotografiar cada rincón mientras yo me concentraba en adivinar qué era lo que realmente hacíamos allí. Durante varios pasos había querido echarme atrás y volver pero algo me incitaba a seguir junto a él.

Fue entonces cuando unas claras voces comenzaron a ser audibles para nosotros, parecían ser cercanas y joviales, mire en dirección a Jonathan esperando encontrar una respuesta que aclarara aquellas dudas que llevaba. Pero era como si hubiese sanamente fingido que las había escuchado, pero mi interés por cuestionarle en aquel momento era casi nulo. Pude esperar y comprobar que no estaba loca cuando un grito se alzó entre las copas de los arboles ahuyentando varias palomas y murciélagos que se echaron al vuelo sobre nosotros.

Por un momento, él dudo, pero su valentía fue más fuerte y sujetándome la muñeca con su gran mano casi logro arrastrarme hasta el sitio proveniente de las voces, nada más ni nada menos que lo que reconocía la casa de Steve Harrington, y con él se encontraban su pareja de amigos y nada más ni nada menos que Nancy y su mejor amiga.

Suspire afectada, realmente me había asustado, realmente había pensado que alguien podría estar en peligro pero solo un tonto grito adolescente había podido llamar mi atención hasta llevarme allí, una tonta reunión de idiotas en la piscina. Apreté mis dientes, verdaderamente no faltaban mis ansias por irme a casa y cruzar al otro lado donde todo fomentaba a grandes rasgos mi grado de paz interior, y en donde nada podía lograr inmutarme.

─Me voy a casa John, que tengas buenas noches ─Susurre e hice un ademán de incorporarme, ya que nos encontrábamos escondidos como espías justo detrás de un gran arbusto en donde teníamos una vista completa y panorámica de aquella situación la cual no quería observar, su mano aun puesta en mi muñeca fue la que me retuvo allí sin dar indicios de soltarme.

─Espera... Por favor ­─Rogo, a lo que todo se hizo más complicado, no quería estar allí, no le quería a él allí, no quería estar en ese mundo tan estúpido. Simplemente, era demasiado como para comprender que mi cabeza estaba cansada de estar allí y solo quería escapar, aquello se tornaba tortuoso, casi tal y comparándolo como el de un gran peso que llevaba todo mi cuerpo.

─ ¿Qué hacemos aquí? ─Cuestione aun en voz baja mientras mi ponía de cuchillas a su lado nuevamente, no estaba necesariamente cómoda, no quería estarlo ni iba a estarlo y eso me inquietaba.

Jonathan poso sus ojos sobre los míos un momento como si con aquello hubiese aclarado mis dudas, como sin con aquello pudiese hablarme, y de una extraña forma lo hizo. Un escalofrío recorrió mi espina dorsal, su mirada había sido casi tan potente como el brillo de sus pupilas en la oscuridad de la noche, provocando en mí un cierto brinco en mi tórax, una pequeña pausa seguida de latidos rápidos y constantes, nervios y no muy buenas esperanzas.

Sin decir nada más saco su cámara y comenzó a fotografiar cautelosamente aquella pequeña fiesta, algo que me pareció casi más patético que estar allí escondidos. Paso un buen rato, ya yo no observaba que estaban haciendo ni que era lo que Jonathan fotografiaba, pero ya no se oían voces. Permanecí sentada sobre la tierra húmeda mientras peinaba mis cabellos preguntándome porque los llevaba tan largos y por qué jamás se me había ocurrido cortarlos, era algo que jamás había pensado, simplemente, el rojo era más que rojo, el largo más que largo y su textura más que suave, podía sentir que si lo recortaba todo aquello se perdería para siempre.

Pero cuando nuevamente puse atención a las instantáneas fotografías de Jonathan había pasado un buen tiempo y ya nadie se encontraba rodeando la piscina ni jugando en ella, todos habían ingresado a la gran casa de Steve y yo seguía preguntándome un sinfín de veces en mi cabeza la razón por la cual continuaba allí sentada sobre mis rodillas a un lado de Jonathan Byers. El disparo el flash en dirección a la ventana y entonces pude percatarme de que había tomado una fotografía de Nancy a medio vestir mostrándose para Steve quien estaba unos metros más alejados de aquel ventanal. A mi compañero de excursión le mire atónita por lo que acababa de hacer, tenía miles de razones en la cabeza por las cuales huir corriendo en aquel momento a causa de su acto pero simplemente había permanecido estática mirándole sorprendida.

─Borrare esa foto... Te lo prometo ─El también osaba a observarme sin siquiera saber que hacer o decir, el mismo estaba teniendo una lucha en su interior por descifrar la razón por la cual había tomado una fotografía de Nancy Wheeler con tan solo un sostén. Imaginaba la razón más evidente, a Jonathan le gustaba Nancy en todos sentidos y aquello más que evidente era a mis ojos repletos de decepción por alguna vez haber pensado erróneamente.

─No creas que iré a decir nada, Jonathan. Conserva la fotografía ─Dije en un suspiro mientras me ponía de pie, poco le servía estar allí sabiendo que la chica de la cual estaba enamorado iba a acostarse con un bastardo como Steve, podía experimentar aquella sensación si jamás haber vivido algo similar. ─Sera mejor que vallamos por algo de cenar, muero de hambre, yo invito ─Carraspee a lo que él aun conmocionado asintió y tomo una última foto para luego así comenzar a caminar por detrás de mí.

Sin duda la idea de que Jonathan era alguien bastante peculiar rondaba en mi cabeza, no podía describir con exactitud porque motivo le acompañaba apelando a sus palabras como sustento, me gustaba creer de a ratos que él sentía curiosidad por las mismas cosas que yo pero extrañamente era difícil creer que en absoluto las cosas eran como yo las describía. Y era que simplemente yo podía ver en Jonathan su lado cordial, podía verle sentado en el suelo con la edad de diez años mientras me mantenía junto a él prometiéndome que todo estaría bien. Pero jamás nada estuvo bien como pensaba.

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Demons in Your Head [Jonathan Byers] #LibrosTinieblas2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora