Billy

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Narra Lexa

  ─Vaya apetito tienes ¿Segura de que no se trata de un embarazo? ¿Fue el la perra Harrington? ¿O el raro? ─Se carcajeo el rubio haciendo que le fulmine con la mirada. ─Era broma, lo siento ─Extrañamente su comentario no había despertado mi ira, se oía desganado y casi sin ganas de bromear, rodé mis ojos y volví a morder mi sandwich, si tan solo el supiese todo la hambre que había pasado.

La música de la gasolinera era tenue y no había voces por lo que se oía casi a la perfección, Billy llevaba tarareando en voz baja algunas melodías desde hacia ya un rato bastante largo. pero ahora me observaba con curiosidad.

─¿Quien eres tu? No te he visto ni en el instituto, ni en el pueblo y las personas apenas saben de ti ¿Eres como el niño zombie? ¿Un fantasma? ─Pregunto a lo que me atragante antes de pasar una servilleta blanca por mis labios en busca de parar la comenson de mi garganta producida luego de haber oído esas cuestiones.

─Para nada, detesto a las personas ─Suspire y di un ultimo mordisco a mi comida puesto que ya se había acabado. Ya no tenia hambre.

─Igual yo ─Comento bajo mi sorpresa, no esperaba encontrar similitudes con aquella persona, pero era evidente que las había, repose mi espalda en la silla y le mire con una ceja enarcada. Él hizo exactamente lo mismo.

─Pense que te gustaban las chicas ─Le mire divertida mientras cruzaba mis brazos sobre mi pecho. Para mi desconcierto el rubio soltó un bufido exasperante mientras su vista se rebajaba a una direccion desconocida. ─Es decir, te vez como uno de esos chicos ─Puntualice mientras humedecía mis labios pero eso no pareció agradarle.

  ─Exactamente es por eso que las personas no me agradan, piensan demasiado ─Su mirada se torno fría un momento pero aun así seguí oyéndole. ─Es decir, disfruto del buen sexo ¿Y quien no? ─Se encogió de hombros.

─Suenas como cretino ─Balbucee y mordí mis labio algo incomoda.

─Lo soy, pero no me agradan las personas, como a ti. Así que espero que al menos entiendas eso. ─Y sus ojos azules, llamativos y con un toque de inocencia volvieron a observarme.

Fue a media mañana entonces cuando le pedí de forma amable si podía llevarme hasta la estación de autobuses de Hawkins, aunque no era ahí realmente donde iría luego no podía dejar que sospechase donde estaba quedándome por lo que era mejor mantener mi identidad al cubierto. Tras recibir una llamada a su teléfono celular, grande como un ladrillo, él joven pareció enloquecer levemente de ira y luego de eso no volvió a cantar las canciones que transmitían en la radio de su auto, no quería pero las palabras se escaparon de mi boca por si solas.

  ─¿Por que... Por que me ayudaste anoche? ─Cuestione con interés frunciendo mi rostro, no pareció una buena idea pero aun así tenia la necesidad de arriesgarme, el observaba la carretera como si fuese a comérsela.

  ─Déjalo así, no quieres oír estúpidas explicaciones ─Aunque su rostro detonaba furia su tono era extrañamente calmado, aun así seguí mirándole con inquisición, quería entenderle. ─¡Oh vamos! Deja de mirarme de esa maldita forma tuya ─Su tono se elevo y tras mirarme de reojo sus manos se estamparon en el volante ya furioso. ─ Tuve una mala noche en casa de mis padres ¡Eso es todo! Pero ya no me observes así ─Tomo una gran bocanada de aire lo que le relajo por completo ya que su tono eventualmente era calmado y no tenia intenciones de volver a sentirse amenazado, o eso denotaba su rostro, sus ojos azules me observaron de reojo inquisitivos mientras aparcaba el auto justo a un lado de la acera.  ─Lexa... ─Llamo a mi nombre lo suficientemente dulce como para que mi cerebro se detuviese por milésimos en aquella palabra.  ─ ¿Podrías mantener este casual encuentro en secreto? Ya sabes... Tengo...

  ─Una reputación, lo se, también yo ─Sonreí con simpática antes de que el dejase a la vista unos perfectos dientes blancos en una mueca torcida. Una sonrisa. Una torpe sonrisa.

Era aun de mañana y no había dormido absolutamente nada pero mi cuerpo parecía no necesitarlo puesto que tuve la energía suficiente como para internarme en el bosque por un camino no definido que me llevaría hasta la casa de Hopper donde esperaba encontrar con ansias a Once para comentarle acerca de todo lo que había sucedido, omitiendo detalles que no tenían importancia. Claro estaba que con cada paso que daba mi cuerpo volvía a llenarse nuevamente de energía, me sentía una especie de persona radioactiva, extrañamente se sentía bien aunque las cosas no lo estuviesen realmente. Pero todo el extraño sentimiento de bienestar se acabo de pronto, justo en el momento en el que ingrese a aquel sótano y percibí llantos, los llantos de una niña sentada en el suelo mientras sostenía una fotografía entre sus manos y reclamaba a su madre.

─Once, escucha ─Tome su rostro entre mis manos una vez me hube encontrado arrodillada a su lado, extrañamente también estaba soltando lagrimas y pareciese como si aquel buen rato que había pasado se hubiese esfumado de pronto, ya no podía casi recordar como se sentía el entusiasmo. ─Ella no esta aquí ─Dije con dureza y sus pupilas se ensancharon con furia, lanzo un grito ensordecedor que no hizo que la soltase. ─ ¡Pero yo estoy aquí! ¡Yo estoy aquí Once!   ─Pronuncie a gritos en un intento fallido por tranquilizarle, en mi cabeza un sonido agudo comenzaba a resonar sin detenerse.

─ ¡Tu también me dejaras! ¡Como Jim!  ─Me acuso la pequeña con su voz quebrantada, con lagrimas en mis ojos intentando contener su rostro entre mis manos, me era imposible.

─¡No lo haré! ¡Te lo prometo! ¡Por favor para! ─Rogué sollozando, esta vez de dolor al ver que la causante de aquella tortura mental era nada mas ni nada menos que la castaña en un intento de defensa sin darse cuenta de que estaba friendo mi cerebro. ─¡ONCE ESTAS MATÁNDOME! ¡PARA YA!

  ─¡Lo siento! ─Su grito y el mio se funcionaron en uno solo. Tan solo podía sentir como mi desgarrador sollozo hacia eco en mi cabeza acompañado de un sonido que no parecía irse nunca. 

Mis ojos fueron perdiendo visión y entre sus brazos me desvanecí.
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Dato:

El Dynactac fue el primer teléfono celular inhalambrico (Ese que parecía un ladrillo gigante) creado en 1983, esta historia transcurre en 1984 por lo tanto ese aparato ya existía con un año de vigencia aunque no era muy utilizado.

Demons in Your Head [Jonathan Byers] #LibrosTinieblas2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora