Harrington

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Narra Lexa

Once estuvo allí todo el tiempo, ambas nos encontrábamos solas y en completo silencio cuando mis dedos comenzaron a marcar lentamente el numero móvil de la residencia Byers, fue el primer pitido el que devolvió una sonrisa a mi rostro y con ello sonrió mi compañera, pero para el segundo sonido ya no pude sostener esa mueca y las lagrimas rodaron por mis mejillas obligándome a colgar el teléfono con brutalidad.

─Lo siento, no puedo hacerlo.

Comente antes de arrojarme al sofá intentando cubrir mi rostro en las cobijas, simplemente la idea de hablar con aquella persona a distancia se me hacia imposible, tenia que verle, saber que estaba bien y por sobre todo agradecer su parecencia en mi mente y el que ahora yo siguiese con vida de alguna forma. Y fue la misma Once quien propuso cubrirme por varias horas para que yo pudiese ver a Jonathan, casi no dude de ello y apenas dieron las cinco salí de la casa de Hopper a encubiertas llevando una sudadera que cubría mi cabeza y mis largos cabellos que no me dejarían pasar desapercibida de no ocultarlos de algún modo. Fue en direccion a la casa del joven Byers cuando oí la música de una fiesta en la casa que reconocí como la de Molly, una estudiante de ultimo año, al menos ahora, y para mi suerte el vehículo de la persona quien yo buscaba estaba estacionado en su frente. Una mueca de disgusto se pinto en mi rostros y la desconfianza abundo mi cabeza, me sentía indefensa y por sobre todo descolocada de aquel lugar, poco creía en la idea de encontrar a Jonathan Byers allí dentro mas no me quede con las dudas e ingrese.

La música estaba muy alta y todos llevaban disfraces de Halloween, cosa que me beneficiaba gracias al atuendo informal que llevaba puesto y nadie parecía poner sus ojos en mi. Le busque y cabe mencionar que no me costo encontrarle en una desagradable situación viendo como Steve Harrington salia de un cuarto al cual ahora se dirigía mi castaño amigo. Ante no saber como llamar su atención apele a gritar su nombre una vez y al oírme, al verme, su rostro se tiño de blanco, como si hubiese visto a un mismísimo fantasma y se metió a aquel cuarto de donde minutos mas tarde saldría acompañado por una Nancy Weeler en completo estado de ebriedad. Con lagrimas en mis ojos y sin atreverme a acercarse tras su tosca reacción amague a irme de allí con rapidez puesto el ambiente no era de mi agrado, mas una gran mano tomo mi brazo tironeándome hacia la multitud otra vez y muchas manos se deshicieron de mi sudadera dejándome al descubierto.

  ─Oye linda ¿Te vas tan pronto? Quédate a jugar con Billy ─Sonrió socarrón un rubio bañado en alcohol y olor a cigarrillos, alguien que jamas había visto en el pueblo y que no tenia intención de ver. Él me observo de arriba a abajo ante mi mirada de disgusto. ─Oh vamos, se que mueres por acostarte conmigo ─Tironeo de mi brazo a lo que intente forcejear pero evidentemente era mucho mas fuerte que yo y en su estado seria capaz de cometer cualquier estupidez, sus amigos le alentaban sin parar y eso aun me ponía mas nerviosa, aquella situación comenzaba a sofocarme, en mi mente llamaba a Jonathan a gritos ¿Podría oírme? ¿Podría salvarme esta vez?

─Ni en tus malditos sueños, Billy ─Respondí a gritos y de forma ahogada, él volvió a tironear de mi brazo y esta vez logro pegar mi anatomía a la suya de tan solo un tirón.

  ─Eso es, pégate a mi cuerpo dulzura y disfrútalo. Me encantan las delgadas como tu   ─Comento socarrón con aliento a alcohol en mi cuello mientras sentía como su mano acariciaba mi espalda por debajo de la playera que llevaba puesta hasta situarse en uno de mis muslos el cual apretó con descaro, cosa que hizo que la situación se fuese de control para mi. La lagrimas que se escurrían por mis ojos de pronto se detuvieron al sentir tanta humillación y vergüenza, mis manos comenzaron a temblar de forma involuntaria y como su fuese una fuerza ajena a mi un sonido agudo comenzó a molestar mis oídos y los de Billy, el resto de las personas no podía oírlo puesto que seguían concentrados en la música de fondo mientras que el adolescente acosándome había comenzado a tironear los cabellos de su cabeza en busca de detener aquella sensación. Fue justo a tiempo cuando para mi sorpresa el mismísimo Steve Harrington, a quien yo tanto detestaba, tomo por el hombro al rubio quien sin mucho esfuerzo cayo al suelo donde el castaño lo golpeo dejándolo inconsciente. Le mire con horror en el momento justo en el que me tendía su mano.

─Vamonos, te sacare de aquí ─Mordí mi labio con inseguridad antes de que la calidez de su gran mano envolviese la mía y comenzase a arrastrarme lejos de la multitud donde la música ya no era tan audible.

Del gran susto que llevaba encima me metí en su auto sin pensarlo dos veces, él no arranco, simplemente ambos nos quedamos analizando la situación en completo silencio.

  ─No sabría como agradecerte esto Steve─Fui yo quien hable primero animándome a mirarle el rostro por completo, no era Jonathan y eso en verdad se sentía mal.

  ─No es nada, Billy... Es un cretino ─Se limpio la sangre de sus nudillos evitando así mi incomodidad, sin embargo se detuvo para observar con detenimiento como la primer lagrima que soltaba en ese momento rodaba en mi mejilla hasta aterrizar en mis labios. ─Santo cielo  ─Su reacción logro asustarme tanto que me pegue a la puerta, al llevar una mano a mi rostro comprobé que aquello era sangre. ¡Mierda!

  ─No es lo que tu piensas, te juro que... Puedo explicar... ─ Su voz interrumpió a la mía en un ademan desesperado.

─Lo entiendo... Tu eres... Quiero decir... Eres uno de ellos. Y estas frente a mi ahora.

Y el sonrió como si jamas en su extraña vida hubiese visto algo similar.

Demons in Your Head [Jonathan Byers] #LibrosTinieblas2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora