Surreal

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Narra Lexa

Me costó más que horas decidir y reflexionar sobre aquello, cuando por fin había puesto atención a la realidad el sol se filtraba por mi ventana posándose directo en mi piel y levemente acariciándola con su calor.

Para aquel horario mi hermana mayor se encontraba preparando el desayuno el cual a duras penas ingeriría más tarde obligada por la misma antes de tomar un taxi e irse a su trabajo. Por fin estaba sola y libre de cualquier deber.

Dispuesta a todo regrese a aquel pequeño baño mágico, mientras me observaba en aquel espejo me pregunte si aquello era una buena idea, no me lo pensé dos veces más sino que acerque mi rostro al cristal y de un empujo me decidí a cruzar al otro lado.

Pero nada de eso ocurrió, mi rostro fue azotado por el vidrio helado mientras en mi resurgía un sentimiento decepcionado, por un momento había creído plenamente que aquel mundo fugaz y pacifico realmente existía y que por aquello entendía un mundo en el que solo yo podía estar, alejada de todo lo que me rodeaba. Pero estaba en mi mente, solo un lejano sueño seguramente producto de mi continuo cansancio.

Sin que pudiese evitarlo las lágrimas saladas comenzaron a rodar por mis mejillas, por un momento había creído que era plenamente real, necesitaba que aquello lo fuera para así no caer en la angustia de una helada realidad.

Deje un momento que el agua fluyese a través del grifo antes de mojar mis manos y pasarlas por todo mi rostro, observe mi silueta y volví a mojar mi rostro con el agua completamente helada.

Y al elevar mi mirada, allí le encontré, la perfecta imagen escultórica apenas daba signos de estar viva detrás de aquel espejo. Temerosa volví a acercar mi cabeza y sin pensármelo volví a pasarme de un mundo a otro, esta vez, trepe hasta estar completamente dentro de aquel hermoso e iluminado día del otro lado del espejo.

Debajo de mi había un gran pozo del cual acababa de salir, me dije entonces que era un portal entre aquellos pastizales, una puerta que dividía las dimensiones.

Bajo el sol comencé a caminar rápidamente entre aquellos largos y secos pastos que casi lograban taparme por completa, por mucho tiempo permanecí dando paso tras paso algo cansada, pero todo valió la pena cuando frente a mis ojos se alzaba lo que parecía ser una ciudad, pequeña, pero preciosa, con grandes estructuras relucientes y calles adoquinadas por una reluciente piedra blanca.

Las personas caminaban de un lado a otro, relajadas, carentes de emociones y perfectamente refinadas. Al acercarme a ellas pude distinguir voces provenientes en mi cabeza, extrañamente ordenadas, una a una, como si fuese la voz de las personas en la tierra, algunas más lejos y otras más cercanas, con mayor o menor intensidad, pero todas en una pacífica y perfecta colocación en mi cerebro. Por primera vez sentí aquella sensación placentera sin que me dejase absorta del mundo exterior. Sentía por una vez, que a aquel lugar era donde yo pertenecía verdaderamente.

Y tal vez solo aquel fuese el problema ¿Y si la dimensión en donde me encontraba no era realmente en la que debía estar? Sonaba descabellado hasta en lo más profundo de mi cerebro pero poco a poco comenzaba a creerlo.

Seguí avanzando otro corto tramo hasta que en un extremo de aquel lugar pude distinguir un sitio en donde todo parecía ser familiar para mí, algo extraño, era un parque y el primer sector en donde distinguía pasto verde y árboles, la ciudad estaba repleta de construcciones que parecían provenir del futuro pero no parecía haber espacio para el verde natural, a excepción se aquella área.

Al acercarme pude distinguir a tres personas sentadas en una butaca alargada igual de blanco que toda la ciudad. Mis ojos se aguaron de repente mientras petrificada en medio del camino era sostenida por mi hermano mellizo, quien había fallecido hacía varios años atrás antes de cumplir sus doce años.

Pero allí estaba el, con el rostro de un adolescente de mi misma edad, opalino como mi misma piel y el cabello negro y brillante como lo era la noche, tan elegante y bien vestido mientras me sostenía entre sus brazos y era rodeado por mis padres.

Estaban muertos pero estaban allí, podían tocarme, podían observarme, tenían una temperatura casi congelada con la que me rodeaban pero extrañamente sentía aquello más que familiar, más que acogedor y sin igual de hermoso.

Los ojos de mi hermano, celestes como el hielo se posaron en los míos y en mi mente, sin que él hubiese separado sus labios, pude oír su profunda voz y nítida voz.

-Bienvenida a casa,Lexa.

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Nicholas Hoult (Tony Stonem) Como Hermano mellizo de Lexa.

Demons in Your Head [Jonathan Byers] #LibrosTinieblas2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora