Segunda parte.

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Harry observó la puerta y luego la cama frente a él. En Gryffindor eran cinco por habitación, en Slytherin era sólo uno y con un baño propio. Era extraño ya no estar en la Torre de Gryffindor, pero ciertamente no era algo que le disgustara.

—Asombroso —murmuró adentrándose en su nueva habitación.

—Mi habitación está al lado —informó Tom—. Los prefectos y premios anuales deben dormir después de cuatro alumnos, para mayor protección y vigilancia.

—En Gryffindor no era así.

—Slytherin es superior, admítelo de una vez —murmuró Tom con burla.

—Bueno... —la voz de Harry se fue apagando— Nos vemos mañana.

Tom sonrió y, por puro impulso, revolvió los cabellos del azabache, llevándose como premio una ligera risa del ojiverde.

—Buenas noches, Harry —contestó antes de entrar en su habitación.

A Tom le encantaba ver todas las expresiones de Harry, le fascinaba ver el asombro en sus facciones o su sonrisa bailando feliz entre sus labios, pero lo que más le gustaba del azabache era cuando su mirada se perdía en cualquier punto de la habitación, usualmente eso traía más información de donde venía y de su antigua vida.

Y amaba aprender cosas nuevas de él.

♣ ♣ ♣ ♣

—Tom —llamó Harry corriendo detrás del mencionado—, ¿puedo estar contigo en Pociones?

—¿Por qué preguntas?

—Porque... nada.

—Harry...

—¡No uses ese tono! —murmuró Harry mirando a otra parte.

—No uso ningún tono —contestó.

—Claro que sí, siempre lo usas cuando me quieres regañar o advertir de algo.

—No.

—Sí.

—No.

—Sí.

—No.

—Sí... —antes de poder lanzarle una mirada asesina a Tom, la imagen de Hermione y Ron discutiendo vino a su mente. Él y Tom se parecían a sus dos amigos, discutiendo por cualquier cosa.

Harry rió suavemente, interrumpiendo la réplica de Tom.

—¿Qué es lo gracioso en esto? —siseó molesto.

—Mis mejores amigos siempre discutían por cosas pequeñas —contestó sin quitar su sonrisa—, justo como nosotros.

Tom suspiró, rindiéndose.

—Vas a estar conmigo en todas las clases, te guste o no —contestó mirando de reojo a Harry—. Eso implica también en Pociones.

—¿Sin importar que haga explotar el caldero? —preguntó con sutileza Harry.

—¿Tan malo eres? —cuestionó. De ser así, tendría que reconsiderar si sufrir daños colaterales en sus calificaciones justificaban la compañía del ojiverde.

—Bueno, creo que el profesor Snape me ponía nervioso —contestó Harry sin darle importancia—. En mi examen TIMO lo hice bien sin él rondando por mi alrededor.

Esa respuesta hizo detener el paso de Tom bruscamente, dándose cuenta de algo esencial: No sabía cuántos años tenía Harry.

¿Cómo no se le pudo ocurrir antes? Era una pregunta tan insignificante cuando se trataba del ex Gryffindor que prefirió enfocarse en otras preguntas.

Un nuevo mañana.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora