Décima primera parte.

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El pelinegro mayor gruñó molesto mientras leía su libro. Estar en el orfanato era la cosa menos productiva que había hecho en toda su vida, aunque, por lo menos, tenía a Harry, quien se encontraba sentado a los pies de su cama mientras se recargaba en la pared y veía la esfera de cristal como todas las tardes después de comer.

Tom se encontraba leyendo un libro cuando una carta llegó, pero no se levantó, Harry llevaba recibiendo cartas de sus amigos, así que, suponiendo, la carta debía de ser para el pequeño azabache, al menos eso pensaba.

—Tom, es una carta de Abraxas —informó Harry sin separar su mirada del la esfera negra—. Por lo visto —murmuró—: te invita a su casa por dos semana

El pelinegro se levantó y fue hacía la lechuza y quitando la carta de sus garras, se recargó en el escritorio que tenía su habitación. La lechuza de plumas grises se quedó quieta esperando algo de Tom. El azabache, al ver que la pobre lechuza esperaría demasiado tiempo hasta que Tom se dignara a prestarle atención, se acercó y, agarrando un pedazo de galleta que guardó de la comida, se la dio a la pequeña.

La lechuza revoloteó sus alas feliz mientras se comía el pequeño pedazo. El azabache sonrió con ternura, acariciando su cabeza y pico con suavidad y cariño.

—Te va a lastimar —informó Tom—, siempre lo hace cuando alguien trata de acercarse.

—No lo hará —contestó el menor, sonriendo—. Ella es buena, ¿verdad, hermosa? —la lechuza picoteó con cariño la mano de Harry— ¿Ves?

—Todo lo que tocas te quiere —bufó.

—Sólo los animales —contestó sonriendo—. En mi tiempo tenía una lechuza blanca, y mi padrino tenía un hermoso hipogrifo, claro, ilegal, pero lo tenía. Era de Hagrid y de Sirius.

—¿Te gustan los animales?

Harry se encogió de hombros, sin dejar de acariciar a la plumada.

—Siempre me han ayudado.

Tom observó al viajante y luego miró la carta, sin sorprenderse al leer lo que Harry le había dicho, sólo que la carta tenía fecha, lugar y hora.

—Iré a informarle a la señora Cole mi ausencia esas dos semanas —informó Tom dejando la carta en su mesa.

—Te acompaño, yo también tengo planes con Derek y Lyra.

—¿Y no me lo ibas a decir? —preguntó levantando una ceja.

—Sabía que te ibas a ir al mismo tiempo que yo, así que sólo quería...

—Ya, déjalo —comentó Tom sonriendo con orgullo—. Estás mejorando, Harry.

El nombrado sonrió y cargó a la lechuza con cariño. Le gustaba que Tom se sintiera orgulloso de él, y más le gustaría que así fueran todos los días.

Los dos jóvenes salieron de la habitación, el de menor estatura con una lechuza en brazos, la cual parecía un suave peluche.

Los niños se encontraban en el comedor, cosa que agradeció Tom, no quería toparse con algún estúpido que dijera algo indebido tratando de lastimarle a él o a Harry, cosa que al último sí afectaba, por mucho que intentara ocultarlo.

♣ ♣ ♣ ♣

Tom caminaba por el callejón diagon con Abraxas a su lado. Viendo todas las tiendas buscando algo que realmente llamara su atención, algo que fuera perfecto.

—Podría comprarle un libro —sugirió Malfoy señalando la librería—, le gusta Defensa Contra las Artes Oscuras.

Eso último formó una pregunta en el interior de Tom: ¿Cómo sabía que a su Harry le gustaba esa clase si, según parecía, lo evitaba todo lo posible?

Un nuevo mañana.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora