Capítulo 9

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¤Narra Hugo¤

La amable camarera que está detrás de la barra me pregunta con la mirada si quiero lo mismo de siempre a lo que yo contesto asintiendo e indicando que sean dos.

Esa dulce anciana ya me conoce, siempre que vengo aquí está ella, con su amplia sonrisa.
La verdad es que suelo venir a este bar muy a menudo, me transmite tranquilidad y me ayuda a olvidarme de todo la mierda que me rodea.
Todo empezó una noche en mi barrio en la que vi a mi vecino, con el cual me había criado medio inconsciente tirado en un callejón con una jeringuilla en el brazo, me dolió verle así, mi rabia aumentó al llegar a mi casa y tener una de mis habituales peleas con mi madre mientras mi hermana se escondía en su habitación para huir de los gritos, cogí mi coche y empecé a conducir sin rumbo fijo hasta que este pequeño bar en mitad de la nada llamó mi atención, entré y me transmitió una paz que no soy capaz de explicar. Desde ese día, siempre que quiero huir de mis problemas o de mi barrio vengo aquí para desconectar y la verdad es que me parecía el lugar perfecto donde traer a esta chica que tanto me intriga.

La camarera nos trae los dos cócktails, la verdad es que no recuerdo que llevan pero están de escándalo.

-¿Qué es esto?- Pregunta Michelle con desconfianza.

-Pruévalo, confía en mí.-

Da un sorbo, me mira, y da otro, pero esta vez mucho más largo.

-Madre, esto está de muerte- Me dice con una sonrisa sincera.

-No intentes cambiar de tema chica mala, quiero conocerte.-

Me mira algo incómoda, sé perfectamente que lleva mucho tiempo sin hablar con alguien.

Da otro sorbo a su bebida, suelta un fuerte suspiro y dice: -Está bien, ¿Qué quieres saber?

He de decir que me sorprende que no se resista más.

-Todo- Digo con sinceridad. -Color y comida favorita, tus gustos musicales, las manias que tienes, como es tu vida en general.

-Mmm. Mi color definitivamente es el negro, no tengo comida favorita, no me gusta comer. Escucho casi todo tipo de música, me ayuda a evadirme del mundo. Vivo con mi madre en un apartamento bastante pequeño.
Quiero estudiar psicología.

A lo que yo respondo con un -¿en serio?- Me hace gracia pensar que quiere escuchar los problemas de la gente la chica que tiene una muralla al rededor de ella.

-Sí, sé que parece extraño. La chica rara que no habla con nadie quiere ayudar a la gente con sus problemas. La verdad es que me gusta escuchar lo que le pasa a la gente e intentar solucionarlo, me hace sentir bien pensar que gracias a mí estarán un poco mejor.

Y así pasan un par de horas, continuo con mi interrogatorio y luego ella empieza a preguntarme a mí, me doy cuenta de que evita mencionar a su familia durante toda la conversación, pero decido no comentarlo, hoy no. Ya he conseguido más de lo que me hubiera podido imaginar, esta noche no a sido la chica fría que acostumbra a ser, a sonreido, me a contado cosas de su vida e incluso en un par de ocasiones, a reido a carcajadas.

El tiempo se me ha pasado volando, la camarera nos dice que ya van a cerrar por lo que pago la cuenta y miro la hora, ya son las cinco de la mañana, el tiempo con ella se me a pasado volando.

-¿Te llevo a casa?- La digo mientras entramos a mi coche.
Ella asiente y me da la dirección y conduzco hasta allí.
En 20 minutos estamos frente a su casa, es un edificio bastante antiguo, en un barrio no muy transitado, me bajo del coche y la abro la puerta.
Ella baja y me dedica una sonrisa tímida, vaya, la chica mala con vergüenza, si me lo dicen no me lo creo.

-Gracias por todo- Murmura esbozando una leve sonrisa.
-Un placer, chica mala.
Ella se gira en dirección a la entrada y justo antes de que se vaya la agarro
del hombro volteándola lo justo para darle un beso en la mejilla y antes de que la de tiempo a reaccionar yo ya me estoy subiendo al coche.

No quiero enamorarmeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora