Capítulo 11

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Lunes

Me despierta el sonido irritante de mi alarma, es lunes y yo me quiero morir. La verdad es que necesito vacaciones ya.

A pesar de mi mala leche por tener que madrugar, no puedo evitar estar un poco nerviosa por volver a verle.
Abro mi armario y me quedo mirando el interior sin saber que ponerme, hoy está nublado por lo que me decanto por unos jeans negros ajustados y un top blanco de manga corta de color blanco. El pelo me lo dejo ondulado y me repaso la raya de abajo del ojo hasta que queda completamente negra, un poco de máscara de pestañas y listo.

Cojo mi mochila y salgo de casa, durante el camino al instituto estoy algo nerviosa, por lo que me fumo 2 cigarrillos para intentar tranquilizarme.
Estoy en la puerta del instituto dando las últimas caladas antes de entrar en clase cuando una voz a mi espalda me sobresalta.

-Hola, chica mala.- Dice Hugo muy cerca de mi oido. En ese momento suena la campana, mi salvación.
-Tengo que irme- Me limito a decir mientras tiro el cigarrillo y me alejo de él.
-Recuerda, tu lado frío no funciona conmigo.- Le oigo gritar a mis espaldas.
-Imbécil- murmuro en voz baja.

La mañana se me hace eterna, lo bueno es que me a dado tiempo a pensar como evitar al chico de tatuajes, comprare mi comida en la cafetería lo antes posible y me iré a la biblioteca para no encontrarme con él.
Suena la campana, recojo todas mis cosas y cuando salgo de la clase, giro bruscamente para ir hacia la cafetería cuando me choco con alguien, levanto la vista y me encuentro con esos ojos verdes que no he podido sacar de mi cabeza en todo el fin de semana. Intento irme pero él me agarra del brazo impidiéndomelo, una sonrisa burlona se le dibuja en el rostro.

-¿Huyendo de mí?- me preguntar con arrogancia.
-Para nada, ¿me sueltas?-
-No- dijo sin más a lo que yo respondí poniendo los ojos en blanco.
-Vamos a comer, juntos-
Y sin poder protestar agarra mi mano y me arrastra hasta la cafetería.
Compramos cada uno nuestra comida, yo solo cojo una coca cola ya que no tengo hambre. Me lleva hasta una mesa al final de la cafetería y noto como muchas miradas se clavan en nosotros ya que no es normal que yo me relacione con la gente.

-¿Qué te hace pensar que me quiero sentar contigo?- pregunto con tono frío.
-Venga ya Michelle, no hace falta que te hagas la borde, no conmigo.
-Se me hace raro
-¿El qué?- Dice con una expresión de confusión.
-Hablar, relacionarme, ya sabes, no estar sola- Contesto sinceramente.
-¿Cuánto tiempo llevas sin sentarte con compañía en esta cafetería?-
-Demasiado- digo mientras bajo la mirada.
-Pues eso se acabó, chica mala, a partir de ahora, vas a tener siempre compañía.- Dice Hugo mientras me mira a los ojos, yo, no puedo evitar que una sonrisa se me dibuje en la cara.

A pesar de que me asusta volver a abrirme a la gente, una parte de mí se alegra de que este chico tatuado se esfuerce en derrumbar las murallas que yo sola he construido al rededor de mí.

No quiero enamorarmeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora