Capítulo 22

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Maratón 3/4

¤Narra Michelle¤

Despierto con un horrible dolor de cabeza, me encuentro en una habitación que no conozco, a juzgar por la decoración y los muebles es de un chico joven, lo único que se oye es el sonido de un grifo, creo que de una ducha.
-¿Qué cojones pasó anoche?- Me digo en voz alta, intento levantarme pero me duele demasiado la cabeza.
El agua se corta y mis nervios aumentan, no sé donde cojones estoy. Tras un par de minutos, sale quien menos me esperaba del baño.

-¿Estás de coña?- Me digo a mi misma mientras observo ese torso tatuado que no consigo sacar de mi cabeza.
-¿Qué coño hago en casa de Hugo?- Pienso alarmada. Poco a poco me vienen a la cabeza imágenes de anoche, el imbécil de Mateo, la pelea con su novia, el exceso de alcohol en mi cuerpo, la imagen de Hugo en el jardín de aquella casa y despúes, nada, no recuerdo absolutamente nada.

Cuando Hugo se percata de que estoy despierta se acerca a mí con una sonrisa de medio lado.
-¿Cómo estás pequeña?- Me dice mientras se sienta a mi lado.
-Pufff todo me da vueltas- Digo con una leve sonrisa.
-Espera un momento- Dice mientras sale de la habitación, a los 5 minutos con un zumo de naranja y una pastilla para mi dolor de cabeza. Vuelve a sentarse a mi lado y me mira con una cara que no soy capaz de descifrar.
-¿Qué pasó anoche?- Pregunto tras tomarme la pastilla.
-Luego hablaremos de eso, vamos a comer algo-
Mis tripas rugen así que sonrío entusiasmada, al levantarme me doy cuenta de que llevo la ropa de Hugo, a pesar de que me queda enorme es mil veces más cómoda que mi vestido, le dedico a Hugo una mirada de súplica a lo que él asiente. Perfecto.

Salimos de su casa y en seguida me ubico, estamos en uno de los peores barrios de la ciudad. Vamos directos a su coche y él conduce hasta llegar a una hamburguesería del centro, me encanta la comida de este sitio.
Durante la comida pasamos el tiempo hablando de cosas al azar, en ocasiones riendo a carcajadas provocando que la gente que estaba en el local nos mirara con cararara.
Al terminar la comida que Hugo tubo que pagar ya que no llevaba nada de dinero encima, nos dirigimos a un parque bastante solitario, algo me decía que íbamos a mantener una conversación que no me iba a gustar, nunca me había sincerado con nadie y creo que era el momento de hacerlo.
Nos sentamos en un banco y Hugo clavó su mirada en mí de una forma que nunca antes había hecho.

No quiero enamorarmeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora