Gregg Sulkin

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Observo la esplendida sonrisa de él mejor amigo de mi hermano, escuchar su preciosa risa hace que me derrita. Mi hermano se pone de pie y camina hacia otro lado, dejándolo solo.
Arreglo mi cabello, lamo mis labios inconscientemente. Bajo las escaleras llamando la atención de Gregg.

—Hola— saluda sonriendo, ¿por qué este hombre tiene que ser tan perfecto?

—Hola— me ruborizó.

Él es mayor que yo por siete años. El tiene veintiséis y yo diecinueve. La primera vez que lo vi me enamoré al instante.

—¿Qué haces?— pregunta él, poniéndose de pie.

Se acerca peligrosamente, trago saliva, —Nada, iba a salir a tomar aire.

—Te acompaño.

Niego, ¿qué hago? estoy arruinando la oportunidad de estar cerca y a solas con él.

—Ahora que recuerdo, se me quedo mi teléfono en mi habitacion.

Hace una mueca, —Oh, esta bien.

Se vuelve a sentar, subo las escaleras en busca de mi teléfono. La puerta de mi habitación se abre, miro hacia ella.

Mi hermano entra, —¿Qué quieres?— digo en un tono frío, él no parece notarlo.

—Saldré a comprar algo, está bien— asentí con indiferencia.

Perdí la oportunidad de estar cerca de la persona que he estado enamorada desde pequeña. He echado todo a perder por una excusa estúpida.

Suspiro bajando la escalera, quiero tomar aire.

Cuando estaba apunto de salir, una voz me deja helada, —Hola, ¿adonde vas?

Me giró para ver el rostro perfecto del chico. Gregg sonríe, haciéndome inferior a él. Me derrito cuando de acerca a mi de una manera que me gusta.

Respiro hondo, —¿Qué haces aquí?

_Fruncenel ceño, —Porque no quise ir con Ryan— asiento.

Intento abrir la puerta de casa, pero me detiene tomando mi brazo.

—Quiero hablar contigo, ¿puedo?— me cruzo de brazos, y asiento.

Agarra mi mano, me ordena que me siente junto a él en el sofá.

—No será fácil — agachaa cabeza y resopla, —Creo que me estoy enamorando.

Suspiro, —Y eso, ¿que me importa?— intento disimular mi tono. Algujas lágrimas amenazan con salir, siento como mi corazón ya esta roto en pedazos.

—Pero hay un problema— alzo una ceja —Desde hace tiempo me gustaba, pero no sabía que estaba enamorado. Ahora lo sé. Su sonrisa, sus ojos  su margarita, todo ella es perfecta. Amo cade centímetro de ella, su personalidad me encanta. Pero hay un problema — hago como que escucho, algunas lágrimas caen pero las limpió.  —Eres tú.

No digo nada durante unos segundos, quedo en shook por lo que el amor de mi vida me acaba de decir  reaccionó cuando posa una de sus manos en las mias.

Comienzo a reír  —¿Debes estar bromeando?— él no sabe mis sentimientos por él, o eso espero.

—No, yo te amo. Y sé que tú también a mí. Tu hermano me lo dijo— lo interrumpo poniendo un dedo sobre su boca, maldito bastardo.

No aguanto más, quiero saborear sus labios tal como hice en tercero de secundaria. Toma mi rostro entre sus manos, estampa sus labios sobre los míos. Me toma de la cintura, por inercia rodeó mis piernas sobre su cadera. Se recuesta en el sofá, dejándome arriba de el.

—Luego me arrepentiré de esto— digo sonrojada.

El guiña un ojo, —No lo creo, nena.

Toma el borde de mi camiseta y la desprende cayendo en algún lugar de la sala. Me aprecia por un momento, pero no dice nada. Prosigue quitándome el brasier, y mis minúsculos shorts junto a mis pantaletas.

—No es justo, estas vestido— sonríe quitándose la camisa.

Me posiciona debajo de él, pasa su mano por mi feminidad causando que me moje más.

—Estas mojada, demasiado— me sonrojo e intento tapar mi rostro. Quita mis manos.

Comienza a acariciar mi punto debil, suelto un gemido cuando lo hace. Suelto otro cuando lo hace más rápido, clavo mis uñas en su espalda desnuda. Siento como mi estómago se revuelve, el orgasmo esta apunto de llegar. Lo nota y se detiene.

Se pone de pie, caigo rendida y agotada sobre el sofá. Respiro pesadamente. Observo como se quita los pantalones junto a los boxers. Busca un preservativo dentro de uno de los bolsillos. Lo encuentra rápidamente.

Me lo pasa, trago saliva. Abro la envoltura con facilidad. Pongo el condón sobre su miembro y lo coloco rápidamente pero con cuidado.

—No sabes lo malditamente excitante que fue eso.

Sonrió mordiéndome el labio. Eso basto para que perdiera el control. Me tomo de las piernas, las abrió y se posiciono en mi entrada. Gimo fuertemente cuando entra, el igual lo hace. Sus embestidas son fuertes, a veces suaves, perfectas. Me llevan en poco tiempo al orgasmo.
Ambos gritamos nuestros nombres al llegar al punto máximo. Me beso en los labios y ni uno emitió palabra.

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One shoot de Gregg Sulkin para
dxmnbbxbe , espero que te haua gustado.

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