Dos: De Juegos y Sonrisas-Descubriendo el Primer Amor.

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Mentiría si dijera que oír esas palabras de la boca de SungKyu no había causado que mi corazón diera un gran vuelco; tener un amigo en esa escuela era más que un logro, aunque no lo pareciera mi vida era totalmente solitaria; al menos SungKyu tenía a su hermano menor SungJong,  ¿yo?, yo soy el más chico y DongWoo tiene seis años más que yo, no es como sí a su "edad casi adulta" jugara conmigo o compartiera mis gustos por dibujar, o correr, saltar, comer en exceso y comer dulces, además  mi padre lo tenía en el estudio todo el día para "comprender" cosas que le servirán en su futuro....

Así que tener cerca a SungKyu me venía estupendo, lo esperaba afuera de casa para irnos en el auto de la familia, la señora Kim nunca tuvo  problemas  y en verdad me agradaba eso, sabía que nuestra condición social era la misma y no era un impedimento para que él y yo nos convirtiéramos en amigos...y aunque SungYeol y su hermano TaeMin molestaban seguido a Kyu; él ya no estaba solo...

las clases en casa, los cursos de piano, las clases de arte e incluso las clases de historia, se habían convertido en el pretexto perfecto para estar cerca de él...sus pequeños ojos tan expresivos me indicaban que era de la misma manera...compartíamos el almuerzo... y jugábamos juntos, él conocía toda la historia de nuestro país y a mi me gustaba aprender de él, puedo asegurar que permanecía perdido en sus rostro mientras su boca contaba la historia de Goryeo y sus mil años, su abuelo se la contaba como cuentos cada noche y a mi me encantaba oírlo, era la manera perfecta de aprender historia...aprender con él.

Y podría contar lo que pasó durante seis largos años, seis maravillosos años donde dejamos la escuela elemental y comenzamos la escuela media....

Dicen que a los doce años exploras cosas nuevas e interesantes, te aprendes a conocer y descubres nuevas cosas...y yo no fui la excepción.

A pesar de tener a SungKyu a mi lado me daba miedo pisar el salón; pero si mis piernas temblaban las de él no se podían sostener así que el primer día parados en la puerta principal suspiré profundo y tomé su mano entre la mía y decididos caminamos al interior, pude sentir el sudor de sus palmas y su pulso acelerado indicando el nível de nerviosismo que lo invadía.
Nos miramos el uno al otro y viendo sus labios curvarse en una tímida sonrisa nos adentramos al salvaje mundo de la escuela media.

Pero claro no todo podía ser perfecto y aunque juré jamás separarme de él los malditos papeles y las iniciales de los apellidos nos separaron y seguía lamentando ser Nam y el Kim... Sí tan solo hubiera sido Lee...
Nos despedimos con un corto abrazo y lo ví alejarse mientras se perdía entre los demás estudiantes. Cerré los ojos para encerrar las lágrimas que querían escapar metalizando las pocas horas de clase y la oportunidad de almorzar con él, sonreí y me senté en el primer lugar que ví vacío. A lado de mi una chica su nombre era... Seo JiSoo,  sus largos cabellos castaños y rizos en ellos los recuerdo a la perfección,  me sonrió mientras esperábamos por el profesor de la primera hora...

-Hola- dijo la chica esperando una respuesta antes de girar su rostro hacia el frente.
Conteste un tanto tímido dedicándole una sonrisa fingida, no podía negar que me preocupaba SungKyu y la mala suerte que podría tocarle si es que estuviera en la misma aula de Lee.

-¡Oye! ¿Estás aquí?- Ji Soo invadió mi campo de visión agitando su mano frente a mis ojos.
-¿como te llamas?

-Nam... Nam WooHyun.

-Es un gusto Nam, soy JiSoo Seo JiSoo... ¿buscas a alguien?

Negué, y tal vez pudimos continuar con la plática pero el profesor irrumpió en el aula y permanecimos callados.

No recuerdo nada de esa clase en particular porque mi vista y mi mente estaban concentradas encima del pizarrón justo en el reloj, las manecillas jugaban con mis nervios y mis manos tensas golpeteaban el pupitre recibiendo golpecitos de JiSoo para que guardara silencio, pero mi ansiedad y mi temor eran grandes. Tan solo con el hecho de pensar que SungYeol o el bobo de TaeMin estuvieran en su aula molestandolo ponían mi sangre a hervir y no bastó ni un segundo después de sonar el timbre para salir corriendo hacia el comedor.

Entre el Destino y la Casualidad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora