a c h t

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— De queso —asentí con la cabeza mientras dictaba mi orden.

La chica que nos atendía -la cual no dejaba de mirar a YoonGi- anotó rápidamente lo que pedí. Se inclinó un poco hacia mi acompañante y sonrío de lado.

— Solo tráeme papas —el muchacho tan irónico que recostó en la silla con cansancio mientras cerraba los ojos. Yo quería comer otra cosa, la verdad me había antojado de sushi pero bueno, a nada, claramente prefería la hamburguesa.

— Ahora traigo las órdenes —anunció, giró sobre sus talones y se fue corriendo ondeando su largo cabello en su espalda.

No se cuando fue que me dejé llevar por mis pensamientos. La idea de presentar una carta a una universidad de Florida me aterraba y venía pensando en eso antes de acostarme todas las noches, me encantaba la idea de por fin arrancar en mi carrera pero... ¿y si no era lo suficientemente buena?

— ¿Qué piensas? —YoonGi me sacó de las agobiantes dudas con esa simple pregunta.

— En que nunca más quiero pasear en Roshi —mentí.

Vale, mentí en que «estaba pensando en eso», pero en verdad no quería volver a poner un pie en ese auto. Roshi, el auto de YoonGi, no tenía pinta de ser nada veloz. Pero esto era solo una ilusión, pues era más rápido de lo que yo me esperaba. Ni loca, en toda mi vida, volvía a dejar que YoonGi conduzca.

— No es para tanto —me espetó con cierta molestia. Solté un par de carcajadas sarcásticas— ¿Qué te pasa?

— Estás loco si crees que vuelvo a subirme a un auto contigo —murmuré sonriendo falsamente.

— ¿Qué?

— A menos que vayas a menor velocidad de 80 km por hora —di vueltas a mi anillo mirando el techo con inquietud de imaginarme de nuevo en aquella velocidad.

— Quizá —murmuró con desgano.

No añadí nada y él tampoco lo hizo. Esperamos a que llegue la orden en silencio mientras seguía jugando con el aro de mi anular. Los pedidos llegaron, se me hizo extraño que YoonGi solo comiera papas, digo, ¿que clase de persona va a un lugar de hamburguesas solo para comer papas?

Me limité a dar una mordida pequeña a mi hamburguesa, el queso se sintió totalmente caliente lo que me hizo chillar un poco. Afortunadamente éramos los únicos en el restaurante, algo no tan preocupante por ser lunes por la noche.

— YoonGi —susurré sacando la lengua para poder sentir el frío en la zona que estaba quemada.

— ¿Qué?

— Afua —«agua» quise decir pero la lengua dolorida arruinó mi pronunciación. Él se rió por mi lamentable estado pero trajo una botella de agua en cuestión de minutos.

Sorbí mientras escuchaba las risas amargas de mi amigo -si lo puedo considerar así-, cerré la boca y cuando recuperé la sensibilidad aclaré mi garganta.— ¿A qué te dedicas?

— Eso no te importa.

— Claro que sí.

— Diviértete averiguándolo —gruñó metiéndose una papa a la boca.

— YoonGi, no me parece justo-

— ¿Qué cosa? —balbuceó desanimado. Estaba segura que tenía sueño, incluso diría que era capaz de quedarse dormido allí mismo.

— Tú sabes donde vivo y donde trabajo, yo no sé absolutamente nada de ti —reclamé volviendo a retomar mi comida.

— ¿Y?

— Eres todo un misterio.

— Intenta resolverme —bromeó con sorna—, de todas formas, tendrás que trabajar duro.

Si hubiera sido capaz de pulverizarlo con la mirada, lo habría hecho. Pero no, eso solo funcionaba en la películas y esto no era Hollywood. Masqué mi hamburguesa con desgano y cerré mis ojos. YoonGi me daría problemas y ya los veía venir desde aquel momento, debería de haber cerrado la tienda esa primera noche de la semana pasada.

My Laws → Suga - BTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora