a c h t u n d z w a n z i g

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— ¿Dónde estamos? —pregunté al notar que YoonGi estacionaba a Roshi.

— Solo baja —me gruñó.

Obedecí casi a regañadientes, observé que nos encontrábamos en una zona de Seúl que no se me hacía para nada familiar. Las calles estaban vacías, éramos los únicos aparcados allí. Parecía un lugar abandonado por la falta de movimiento, o quizá a la gente le había dado pereza salir ese día.

— Vamos —él también había salido del auto. Cerró la puerta y pareció que le dio una leve caricia antes de llamarme con la mano.

Me acerqué lentamente mirando su expresión típica, pero hoy estaba algo diferente. No sabía que era, sin embargo, sabía que a YoonGi definitivamente le pasaba algo.

— Entremos —soltó, sin más.

El edificio que estaba frente a nosotros no se veía muy agradable, o quizá era la sensación de no saber que era aquella edificación ¿Y si me violaban?

— ¿Qué es esto? —pregunté.

YoonGi suspiró arrugando el ceño, pasó por mi lado y se adentró en la construcción con toda la parsimonia del mundo. Debía seguirle, y eso fue lo que hice.

El recinto era muy iluminado, además de bonito, claro. Había un portero quien saludó a YoonGi con una reverencia. Cuando reparó en mí, volvió a inclinarse a o que yo correspondí de la misma forma.

Alcancé a YoonGi en el ascensor. La puerta metálica se cerró y él pulsó el número siete. Ninguno de los dos dijo algo, quería pensar que era su casa, pero él no me decía.

Lo que me sorprendió más era que YoonGi había colocado un par de dígitos más en el teclado del elevador. Cuando la puerta se abrió, dejó a la vista un apartamento aparentemente lujoso.

— Bienvenida a mi hogar.

Las paredes eran blancas, los muebles eran blancos, salvo la mesa que era de una madera negra. Un gran ventanal daba vista a la ciudad; aquel edificio no se veía igual de elegante por fuera que por dentro.

Solo me di cuenta que tenía una sonrisa cuando YoonGi soltó una risa seca.

— Es hermoso.

— Gracias, ven —se quitó los zapatos incitándome a seguir su ejemplo y así lo hice. Tomó mi mano tirando de esta llevándome hasta la mesa.

Era la primera vez que estaba en su casa. Incluso la anterior vez que me había acompañado a realizar las compras me di cuenta que en verdad el sabía casi todo de mí, pero yo no de él.

— ¿Me vas a violar?

— No lo haría contigo, Minsoo. Tienes que abstenerte de tus deseos, mujer —gruñó.

— ¿Estás diciendo que estoy por debajo de tus niveles? —llevé la libre, la derecha, a mi pecho

— Lo siento, no lo hago con vírgenes —me empecé a reír.

— ¿Cómo?

— Olvídalo.

En ese momento me percaté en que sobre la mesa había un papel, lucía bastante antiguo. La tinta negra aún resaltaba en la amarillenta hoja. La caligrafía era bastante mona, aunque habían múltiples garabatos sobre la escritora con alguna clase de marcador rojo.

— Léelo —susurró.

— La mayoría están tachadas-

— Intenta leer las que puedas.

«1.- Nunca invitar a salir a una chica»

Las imágenes de YoonGi en el concierto de EXO azotaron mi mente de una manera brusca ¿qué estaba pasando con aquella simple oración?

Y la última línea, ambas eran las únicas que podía leer, las demás me resultaban imposibles gracias al intenso color rojo.

«10.- Jamás enamorarme»

Sentí la mano de YoonGi sobre mi hombro mientras tiraba de este para voltearme en dirección a él. Bajó la misma mano por mi brazo tirando de éste acercándome bruscamente, a tal punto que necesité alzar la cabeza para observarlo a los ojos.

— ¿No dicen que las leyes están hechas para ser rotas?

Retiró sus dedos de mi piel tomando el papel con rapidez arrugando éste sonriendo levemente.

— Gracias —balbuceó inclinándose hacia mí.

— YoonGi-

Su labios se encajaron en los míos con algo de brusquedad, me había quedado anonada. Me estaba besando.

Min YoonGi me estaba besando.

🌸

I love this shit.

My Laws → Suga - BTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora