«02»

2.5K 142 10
                                    


Me despierto con la suave brisa que entra por la ventana de mi habitación, y los rayos de un resplandeciente Sol que ilumina la mañana haciéndola hermosa. 

—¡Despierta, perra con sarna!

En realidad me hubiera encantado despertar como la Bella Durmiente, con un beso de su enamorado, pero vamos a ser sinceros: Soy la Fea Durmiente, y no tengo un enamorado.

Siempre me despierto con los gritos de la loca marica que tengo por hermano.

—¡Blake! No volveré a repetirlo.

Tomo una de mis zapatillas y la lanzo contra la puerta haciendo a Vic chillar como una niña.

—¡Déjate de bromas!—no son bromas, nadie debe despertar a una persona de esa manera.— Charlie estará aquí en quince minutos, así que mueve tus tetas flacas.

¿Charlie? ¿Mis tetas flacas? Miro mis tetas por encima de la remera enorme que le pertenece a Vic y, un poco tiene razón, mis tetas necesitan relleno. Tal vez debería colocarme un poco de plástico como aquellas mujeres en las revistas de moda, ya que mis pechos parecen cerezas, ni siquiera llegan a limones. 

¿Charlie? ¿Qué rayos vendrá a hacer  ese simio asqueroso aquí?

Me coloco de pie y abro la puerta con la esperanza de que Vic no esté fuera de mi habitación esperando verme para asegurarse que ya estoy despierta, pero jodidamente me encuentro con su horrible cara de marica y una sonrisa al estilo Mateo El Feo. 

—Buenos días para ti también, hermana de mi corazón—dice con sarcasmo. Le muestro mi preciado dedo corazón —nuestra súper arma para mandar  a la mierda sin decir palabra siquiera—, y camino hasta el baño con pasos de tortuga.



Una vez allí, no explicaré todo el proceso que debo hacer para estar lista. Vuelvo a mi habitación y me encuentro con que las ventanas están abiertas, mi cama parece un nido de pájaros —como mi cabello todas las mañanas—, y mi ropa está esparcida por todos lados como si fueran la decoración de mi cuarto. ¡Lo admito! Me da completa flojera ordenar mi habitación, pero no estoy pecando ni nada parecido, sé que muchas chicas no nacen con la idea de tener que limpiar su espacio cada cinco minutos por día. ¡Y con mucho orgullo diré que yo pertenezco a ese club!

Me termino de colocar el uniforme de monja y tomo mi mochila para bajar hasta la cocina donde Víctor se encuentra desayunando como si no hubiera un mañana. 

—¡A tiempo!—exclama  con los brazos abiertos y, justo en este momento, suena la bocina de un auto.— Charlie está aquí. 

—Permiteme suicidarme—suplico tomando una cuchara de plástico y, cuando estoy a punto de cortarme las venas para no soportar tanta tortura, Vic me pellizca el brazo.— ¡Auch!

—Date prisa—dice tomando su mochila y sale tranquilamente sosteniendo un balón de fútbol mientras lo va lanzando al aire. 

¿De qué me perdí? ¿En qué momento Charlie absorbió el cerebro de Víctor? 

—¡Hermanita!—me sonríe el simio una vez me encuentro frente a ellos. Miro a Víctor ya sentado en la parte de acompañante sonriendo como si la vida fuera demasiado bella, y después observo a Charlie simio Sellers que espera mi cordial saludo.

Pues que espere sentado si no quiere cansarse. 

Esbozo una sonrisa fingida y le pregunto—: ¿Te hiciste una nariz nueva?—su rostro parece una pasa de uva cuando frunce el ceño, y me cuestiono conmigo misma si realmente tiene diecisiete años o es un dinosaurio en peligro de extinción. 

IDIOTADonde viven las historias. Descúbrelo ahora