«45»

752 100 9
                                    


Me remuevo de aquí para allá intentando apartar sus salvajes manos de mis costillas pero éste cabrón no sé si es pendejo o nació con una falla. 

—¡Patearé tus pelotas y no podrás heredar hijos!

Maddox se queda quieto, mirándome con una enorme sonrisa burlona que por inercia me hace sonreír a mí también. ¿Ya había dicho antes lo verdaderamente atractivo que es? Con sus ojos café, su cabello horrible que parece haber sido atacado por el cepillo, sus cejas, pestañas, boca. Ya ni sé qué rayos me está sucediendo. 

Carraspeo para lucir normal y no como una tonta de esas que se quedan mirando al chico como enamorada, porque yo no siento amor por Maddox, cariño tampoco, solamente...¿Qué siento?

—Eres malvada—besa mi mejilla para después dejarse caer a mi lado en la cama, mientras cierra los ojos sin borrar aquella idiota sonrisa que me está empezando a fascinar. 

Río con burla.

—Y así te vuelvo loco.

Borra la sonrisa de inmediato y rápidamente me mira como si hubiera dicho la peor atrocidad del mundo entero. 

—No—contesta con una notable incomodidad que me hace explotar en carcajadas. 

Maddox suelta un sonoro suspiro y, una vez puedo calmar mis risotadas, lo observo con detenimiento mientras acaricio su mejilla sin afeitar. 

—Recuerdo perfectamente como lo dijiste—continúo para, simplemente, fastidiarlo—, molesto y ¿nervioso?

Me mira fulminante.

—Cambiando de tema—toma mi mano y deposita un beso en ella haciendo que ésta cosquillee allí donde sus labios suaves y tentativos tocaron. Me mira con seriedad y creo que nada bueno saldrá de su boca—. ¿Ya hablaste con tu padre?

Lo sabía. Claramente debería ponerme un puesto de psíquica, adivina o bruja, como carajos se llame eso. 

—Aún no—bufo—. Estoy esperando que ambos vayamos al infierno para eso.

—Blake...

—Víctor, Charlie y tú insisten mucho en qué vaya a casa de ese jodido hombre y escuche todas las mierdas que tiene para decir.

Mi voz no sale para nada tranquila, al contrario, es dura y fría como una jodida roca. Es que hablar de Fernan puede ponerme de un humor asqueroso en un dos por tres, parece que nadie entiende eso porque se empeñan en hacerme saber cómo se encuentra, qué hace o simplemente pedirme hablar con él. ¿Tanto cuesta entender qué no quiero verlo? 

Maddox se apoya contra su codo y me mira fijamente.

—Hazlo antes de que sea tarde—pasa una mano por mi mejilla y decido apartarla de inmediato porque sé que es uno de sus intentos para convencerme de hacer lo que quiere, funcionó aquella vez que no quería ir al cine pero éste hizo ese movimiento y ya nos encontrábamos viendo una asquerosa película de carros. Odio que pueda tener un poco de control en mí, y que yo no pueda hacer absolutamente nada. 

—No esperes a que ocurra lo peor para pedirle perdón por ser tan fría y distante—añade, dejándose caer de espaldas para enfocar sus ojos en el techo—, debes escucharlo.

—¿Es una broma?—río seca— Creí que aquí podría olvidarme de todo eso pero veo que eres otro jodido grano en el trasero.

Me mira de soslayo con el ceño fruncido. Antes de que pueda siquiera tocarme un pelo, me coloco de pie y busco mi chaqueta que se encuentra encima del escritorio. 

IDIOTADonde viven las historias. Descúbrelo ahora