«25»

973 86 16
                                    

—Blake, no creo que esto sea correcto.

Muerdo el interior de mi mejilla evitando sonreír porque se me hace muy dulce verlo de ésta manera, tan nervioso por la cercanía que tenían mis labios sobre su oreja. ¡Huele a colonia! Me alejo un poco para mirarlo a los ojos y entonces asiento.

—No te preocupes por lo que pasará después—beso su mejilla y me alejo completamente para tomar una jeringa con una dosis de color azul que dice ser para bebés—. Sólo disfruta—guiño un ojo en su dirección y me acerco a nuestro paciente.

—¿Está listo, señor Martín?—abre los ojos como platos y mueve la cabeza de un lado a otro, ya que no puede siquiera mover las manos, ni los pies, nada.— No dolerá, para nada—sonrío cómo lo ha hecho él hace unos momentos atrás.

—Blake, deberíamos irnos—vuelve a hablar Pastelito pero decido dejar pasar su tono desesperado. Con ayuda de una muletas, me dirijo hacia la camilla donde yace acostado el doctor.— Blake...No hagas eso.

Paro en seco cuando la puerta del consultorio se abre y entra la secretaría rubia que parece una muñeca inflable de lo operada que está. El doctor se remueve como un gusano intentando zafar entonces la muñequita se acerca para desatarlo.

—¡Llama a la policía!

Ruedo los ojos dejando la jeringa sobre el escritorio mientras éstos idiotas corren en busca de un teléfono. Siento que Pastelito tira de mí pero no puedo correr, por lo que termino subiendo a su espalda con las muletas en cada mano.

—¡Se escapan!

—¡Corre, Pastel, corre como el viento!—me abrazo a su cuello con cuidado de que las muletas no nos golpeen y entonces entramos al ascensor.— Eso fue divertido.

—Nos matarán. ¿Acaso estás demente?

Ni que hubiera podido inyectarle eso. Las puertas del ascensor se abren pero Pastelito no camina, se queda quieto cuando dos oficiales nos apuntan con un arma.

Madre mía.

—¡Quietos ahí!

—¿Nos leerán nuestros derechos?—pregunto con curiosidad.

—Blake, ya basta.

—¿Qué?—miro a uno de los oficiales que me baja de la espalda de Pastelito y ata mis manos con esposas.— ¿Me dejas decirlo? Señorita Blake Grey, tiene derecho a guardar silencio...

—¡Callese!—tiene el ceño ligeramente fruncido— Estará un buen tiempo en prisión.

—Soy menor de edad.

—¡Que se calle dije!

Sonrío mientras entro a la patrulla dándome cuenta que hay otro oficial.— Su compañero me cae bien, Gutiérrez—hablo—. ¿Eres mexicano? Lindo mostacho.

—No me llamo Gutiérrez—dice bruscamente—. Cierra la boca si no quieres pasar el resto de tu vida en prisión, niña.

—Bien—suspiro—. ¿Podría poner música?

—No.

—Lo noto triste—el otro oficial entra a la patrulla y entonces vamos en dirección a su cuartada—. ¿Por qué están tristes, muchachos? ¡YOLO!

Gutiérrez coloca música entonces sonrío satisfecha.


————

Mamá se encuentra de pie hablando con un oficial de policía que hasta ahora me cae muy bien. Apoyo mi cabeza contra la pared de la comisaria mientras espero a que ésto termine para que pueda irme a dormir de una vez por todas, mi tobillo duele mucho y no entiendo por qué mierda ese doctor me inyectó una dosis que no funciona de nada. 

IDIOTADonde viven las historias. Descúbrelo ahora