«22»

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Camino de manera automática hasta la puerta mientras dejo salir un bostezo que en cualquier momento terminaré por comerme un edificio entero. Abro la puerta y me quedo en silencio esperando a que el chico de cabello castaño, ojos café y sonrisa coqueta, hable para decirme qué rayos quiere a estás horas de la mañana.


No dice nada, sólo se mantiene sonriente mirándome usar un increíble pijama de Hello Kitty.


—¿Qué necesitas?—suelto otro bostezo, pero ésta vez cubro mi boca para evitar que huela mi asqueroso olor a perro muerto. Acabo de levantarme, no me culpen por no lavarme los dientes aún.


A parte, necesito dormir un poco más.


—¿Está James Sellers?—hasta tono de voz coqueto tiene, no me sorprende porque parece un idiota folla desconocidas.— Soy Maddox  Sellers. 


¿Ma qué? ¿Eso es un nombre acaso? Lo miro detenidamente unos infinitos segundos en los que puedo decir que irradia seguridad hasta por los granos—ese mismo que tiene en la mejilla derecha—, y entonces un foco se prende en mi cabeza. ¿Sellers? ¿Maddox? ¿James? ¿Qué?


—Déjame  adivinar—dejo escapar un suspiro de cansancio puro, sumándole el estrés de ayer cuando mamá me pilló visitando a la vecina para que me ayudara con el tema de entrar sin ser descubierta—, eres su hijo y vienes a conocerlo después de que tu madre te haya dicho: "Si, bebé, es tu padre. ¡Corre y búscalo!" —imito voz de vieja loca y me merezco un Grammy porque salió genial. Creo que en un futuro podré ser actriz, pero de las buenas.


El chico de nombre extraño suelta una carcajada mientras niega con la cabeza los hechos. ¿Entonces qué? Antes de que éste pueda responder, mamá sale corriendo del ascensor exclamando cuánto siente tardar en venir. ¿No debería estar trabajando? ¿Qué hace la vieja loca aquí? 


—Bienvenido, Mad—lo abraza rápidamente y me empuja a un lado para que los deje pasar. Qué madre más amable me ha tocado, Santo Dios.— Lamento tardar, el tráfico es un escándalo.


Como mi cabello en estos momentos. ¡Necesito una ducha! No precisamente para relajar mis músculos y pensar en la vida, una ducha sirve para estar limpia no usarla como consultorio de psicólogos. Estoy por marchar hacia mi habitación pero un punto de la conversación me detiene en seco.


«Vivir aquí.»


—¿Cómo dijiste?—pregunto con las esperanzas de que haya escuchado mal, sólo espero que no sea cierto. ¡Otro imbécil aquí no! Como si me hubieran dado una cachetada, miro hacia el pasillo donde hay dos enormes valijas. ¡Ay no! ¡Ay no!


Ella me mira y sonríe.— Mad vivirá aquí hasta que busque un apartamento—dice de lo más feliz, como si fuera una jodida buena cosa. ¡El mundo está loco! ¿Éste tipo vivir aquí? ¿Acaso mi madre inhala cocaína y ahora misma está alucinando? 


—¡Que idea increíble!—todo en mí irradia felicidad, en cualquier momento me lanzaré por la ventana creyendo que soy un Angry Birds porque me siento feliz, de buen humor y con enormes deseos de cantar.

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