«03»

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—Cariño—me dice mamá suavemente, acariciando mi cabello y sonriendo—, no comas de esa manera, pareces un cavernícola.


Coloco mis ojos en blanco y continuo comiendo como a mí se me da la gana. No le importó decirme las malas noticias, no creo que le importe cuando muera porque un pedazo de carne se me fue por el otro tubito.


Admito que me encuentro muy aliviada porque no está embarazada, Charlie me dijo cualquier idiotez pero hay una mala noticia. Una pésima, asquerosa, desagradable noticia.


No me alcanzan las palabras para describir cómo me siento.



—Mis cosas están listas, mamá—sonríe Víctor entrando a la cocina, y detrás suyo viene Mr. Simio.


Me coloco de pie para dejar el plato vacío encima de la barra mientras escucho la conversación que tiene mi hermano con mamá. Hablan de mí como si no estuviera. 


Nunca me había sentido tan asqueada en mi vida con ese marica hijo de una rata. 


—Cariño—me llama mamá, nuevamente con voz dulce. Típico de una madre cuando quiere que su hijo desobediente escuche, pero no funciona conmigo porque no soy así.


—¿Si?—esbozo una sonrisa fingida. Mamá indica con su dedo índice que debo subir a mi habitación para ordenar mis cosas, y no puedo evitar decir —: Gracias por recordarme que debo tirarme por la ventana.


—Tus maletas—aquella sonrisa que tenía hace un momento desaparece como si le hubieran dicho que Chayanne nunca será su esposo, y me da miedo.


—Que las ordene tu futuro esposo—suelto sin percatarme que podría ser mi fin—, fue su idea que nos mudemos.


Su ceño se frunce ligeramente y antes de que pueda responder, Vic apoya sus manos maricas en los hombros de la mujer que me quiere asesinar y dice:


—Yo lo haré.


Ni loca dejaré que toque mis cosas.


—Tú no entrarás a mi habitación, marica de mierda.


Mis sentimientos han sido liberados por una fuerza invencible. ¡No pude evitarlo!


—¡Blake!—me regaña mamá. Ya saben, como cuando ninguna madre deja que maltraten a su bebé marica.


—¡Ay!—ruedo los ojos—Lamento tanto ofender tu corazoncito de azúcar, Vic.


—No hay problema—suspira.


—En realidad no lo lamento—me doy media vuelta decidida a salir de allí antes de que me dé un ataque al corazón por tanto drama, pero tomo una pausa para mirar a Charlie.

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