Me pasé la mañana recogiendo cosas, primero mi ropa, que por alguna extraña razón estaba por el suelo, después el desayuno que me habían traido a la habitación, la verdad es que estaba siendo una mañana bastante buena, me consentía cualquier capricho que pedía. Hace un par de horas pedí un trozo de pastel, pues llevaba oliendo horas algo dulce y me apetecía, me lo trajo, con una vela en medio. Era de chocolate y tenía una fresa, en mi vida había probado algo tan rico, ni las tabletas de Milka con Oreo que solía comprar mi madre todas las semanas y se terminaban en un par de horas, definitivamente el chocolate era una adicción. Me acomodé en la cama y me dí cuenta de que tenía mucho calor y había sudado bastante al estar tapada hasta la cabeza, llevaba un pijama muy cómodo, en realidad no se le podía llamar pijama, porque era una camiseta ancha y larga y unos pantalones del mismo estilo. Estaba realmente cómoda y en primer lugar me duché, cuando salí de la ducha tenía una camisa ajustada, unos pantalones vaqueros de talle alto y unas converse encima del inodoro. Me quedé mirándolas, preguntando de quien serían y quién las habría dejado ahí.
De repente recordé algo que había sucedido esta mañana.
''¡Amanda a desayunar! ¿Cómo has dormido princesita cumpleañera?-Me sobresalté cuando entró, hacía años que no lo veía y tenía los ojos más brillantes que nunca. Parecía realmente feliz y se le marcaba un hoyuelo, el otro había desaparecido hace años y en su lugar había una cicatriz. No sabía que los hoyuelos podían desaparecer. Se acercó a la cama y me dió un beso en la frente y yo miré esos ojos caobas que tenía, no podía dejar de mirarle hasta que rozó la mejilla con las yemas de los dedos, acercándose algo más a mí. ¿Qué estaba haciendo? Me aparté un poco y sacudí la cabeza.
—¿Qué hago aquí?-Me senté en la almohada apoyando la espalda en la pared intentando alejarme un poco de él.-No recuerdo nada de anoche después de que Christine me quitase la copa, solo tengo lagunas como el baile con Alexandre.
—Después de eso yo ya estaba allí y vi que estabas realmente mal, como tenía coche y no había bebido decidí llevarte a casa como hacía antes.-Me guiñó un ojo y yo resoplé mirándolo.-¿Qué pasa, prefieres que te pillasen por ahí y no llegases a tu casa? Tu madre estaría preocupada.-Como si en ese momento me importase mi madre, vaya.
—Mira, Biel, no sé por qué me trajiste a casa, pero te lo agradezco. Ahora sólo quiero llegar a la mía y descansar.
—¿Acaso no se duerme bien en mi cama?-Arqueó una ceja mirándome y yo sonreí asintiendo.
—Sí que se duerme bien, pero no me siento cómoda en tu casa, no quiero ser molestia.
—Tú nunca lo eres Amanda, toma, te dejo aquí el desayuno y me voy para que te arregles y eso.-Dejó la bandeja en mis piernas e hizo gestos con las manos al decir lo último, yo sonreí y acepté, estaba siendo muy amable. Desayuné y después lo llevé a la cocina, él estaba en el salón así que no se dio cuenta de que bajé y subí de nuevo a la habitación.''
Aún no sabía de quién eran esas prendas pero sí que intuía que las había dejado ahí Gabriel. Me cambié y bajé al salón, sentándome en el brazo del sofá a su lado. Tenía puesto Esprits criminels que de algún modo se traducía a Mentes Criminales. Era un capítulo repetido de hacía unas semanas y yo ya lo había visto.
—Ahora Spencer se vuelve loco.-Susurré para mí, pero él me escuchó, pues se dio la vuelta.
—Aguafiestas.-Reí.-No cambias con los años, eh.-Le saqué la lengua y seguí mirando al televisor. Él tiró de mi brazo y me echó encima suya, intenté zafarme de su abrazo pero me retuvo y no quise intentarlo más, intenté acomodarme lo mejor posible hasta quedar sentada encima suya.
Pasamos un par de horas viendo la tele, se levantó una vez a la cocina y cuando volvió pasó el brazo por mis hombros, no me agarró tan fuerte como antes pero teníamos contacto y eso bastaba. Lo miré a los ojos y me quedé pensando qué habría hecho en ese tiempo que no lo había visto, habían pasado dos años exactamente, no recordaba que estuviese ahí la noche anterior, igual no quería verlo.
Me levanté del sofá y le di un beso en la mejilla, subí al cuarto y vi la cama hecha y mi ropa no estaba, necesitaba irme de allí, no me encontraba cómoda estando en esa casa, su casa. Bajé corriendo las escaleras y llegué al salón de nuevo. ¿Habría llamado a mi madre? ¿Dónde estaba mi ropa? ¿De quién era la ropa que llevaba puesta? No sabía que hacía allí, aunque me lo hubiese explicado, no era coherente.
—Eh, Biel, ¿Sabe mi madre que estoy aquí?-Le pregunté desde el marco de la puerta.
—Sí, la llamé esta mañana en cuanto me desperté, te vi dormida y pensé que tenías que descansar, ¿Sabes que estás muy guapa cuando duermes?-Me sonrojé y me mordí el labio. Era tonto. No estaba guapa cuando dormía. Siempre me despeinaba moviéndome de un lado a otro.
—Deja de decir sandeces, ¿Me das mi ropa? Necesito ir a mi casa, no puedo estar todo el día aquí, debería de estar estudiando...-Se levantó del sofá y se dirigió a la cocina, señalando la cesta de la ropa sucia.
—La metí ahí, creí que no querrías llegar a tu casa con manchas de cubata y oliendo a tabaco.-Me quedé mirándole un rato y miré después a la cesta de ropa sucia.-Y la ropa que llevas es de mi hermana, siempre deja aquí un par de modelitos para cuando viene, pensé que te gustaría.-Señaló y asentí.
—Me voy a mi casa, cuando laves la ropa, tráela si quieres, si no, me llamas, si es que sigues teniendo mi número, y vendré.-Me dí la vuelta y salí sin acercarme de nuevo a él.
Llegué a mi casa y me dí cuenta de que también se había quedado mi bolso, donde estaban las llaves el móvil y.. prácticamente todo, tenía que ir a verle lo más pronto posible para recuperarlo, pero ahora solo quería dormir así que me acerqué a la puerta y antes de tocar al timbre ya había abierto mi madre.
—Mamá yo.. -Intenté explicarme pero me interrumpió.
—Vamos dentro, ya sé que has estado con Gabriel pero no sé por qué, parecía muy alegre cuando me llamó por teléfono esta mañana para avisarme.
Ni un feliz cumpleaños, ni un por fin llegas ni nada, está bien. Estuvimos lo que quedaba de mañana hablando de donde había estado y cómo había llegado a casa de Gabriel. Obviamente mentí a mi madre. Le dije que me había ido a casa de Johanna, mi mejor amiga, porque me había llamado, había discutido con su novio y yo quería consolarla, siempre nos ayudábamos y no iba a ser esta vez menos. Había pasado allí la noche y luego vino Gabriel, que era amigo de su novio, era cierto que salían en el mismo grupo pero, al menos cuando yo salía con ellos, no eran buenos amigos. Total, que fue allí y Johanna dijo que quería descansar sola así que Biel me había llevado a su casa y habíamos dormido él en su cama y yo en el cuarto de invitados. Mi madre parecía creérselo, sólo lo parecía.
Al llegar la tarde le dije a mi madre que tenía que ir a casa de Gabriel, tenía aún allí todas mis cosas. Llegué a su casa y no estaba, pero me abrió su hermana, en su tiempo fue muy buena amiga mía, hasta que lo que tenía con Gabriel terminó. Estuvimos hablando de lo que había pasado en estos años, ligues, estudios... Ella había estado con bastantes chicos mientras yo sólo había estado con uno, Charlie. Uno de mis mejores amigos ahora, esa historia si terminó bien. Cogí mi bolso y mi ropa que, aunque estaba arrugada, ya se había secado, lo llevé en una bolsa, pedí un taxi y volví a mi casa. Cuando llegué lo primero a lo que acudí fue mi móvil y empecé a responder a todas esas felicitaciones que no había podido agradecer en todo el día. Me senté a cenar con mi madre y mi hermano y volví a mi cuarto, solo me encontraba agusto allí.
Me llegaron un par de mensajes más al móvil, pero ya eran más de las doce y al día siguiente había clase. Me dí cuenta de que no había estudiado NADA y me empecé a agobiar, bajé a la cocina, cogí un trozo de chocolate, el azúcar siempre venía bien para reponer fuerzas, y subí a mi cuarto, abrí el libro de Historia por el tema 3 y empecé a leer y subrayar, esperaba que eso funcionase, estuve un par de horas estudiando hasta que me empezó a entrar sueño. Me cambié y fui a la cama bostezando, fui a coger el móvil para poner la alarma cuando me dí cuenta de que no había leído los dos SMS que tenía desde hace un par de horas. Para mi desgracia, eran de Gabriel.
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Just Wanna Be Somebody.
Teen FictionDe pequeños solo tenenos una meta: Crecer. Conforme crecemos conocemos el amor, la felicidad, perdemos la inocencia y a veces la vergüenza. Cuando alguien entra en tu vida, la llena y desaparece, es difícil volver a ser la de antes, sobre todo cuand...