Capítulo 2.

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Me acerqué a la ventana algo asustada, solo llevaba unas braguitas y una camiseta así que tiré de ella para que no se viese mi ropa interior, apoyé la mano en la pared y ví unas sombras debajo de mi ventana.

Entrecerré los ojos intentando ver algo mejor lo que había ahí fuera y logré observar como esas sombras se movían, no se fueron, una de ellas agarró algo del suelo y lo volvió a lanzar. Creí que me daba, pero no fue así, hizo otro estruendo en el cristal y abrí la ventana.

—Shhhhhhhhhhhhhh, ¡están todos durmiendo!-Lo chillé desde arriba y pude observar a dos personas, eran dos chicos.

Aparté un segundo la vista y miré al frente pensando quienes podrían ser esos chicos. Observé la Torre Eiffel desde mi ventana, de noche se veía preciosa, aunque con los años había empeorado la iluminación seguía siendo igual de bonita que siempre.

Bajé la cabeza de nuevo y las sombras salieron de la oscurridad, eran dos de mis mejores amigos, pero no imaginaba que fuesen a llegar esa noche.

—¡Eh, enanos! ¿Que hacéis ahí?-Les hice un gesto con la mano y apoyé ambas manos en mis mejillas esperando su respuesta.

—Hemos venido a buscarte, tenemos una sorpresa.-Dijo Alex mientras se revolvía su oscuro pelo.

Ladeé un poco la cabeza, me hice un moño y resoplé.

—Dadme diez minutos y bajo. ¿Me arreglo?-Arqueé una ceja y sonreí mirándoles.

—¡No mucho! Ponte informal, vas a estar bien de cualquier forma.-Me guiñó un ojo Charlie desde abajo.

—Calla ya, pelota.-Le dío un codazo Alex.

Cerré la ventana y abrí el armario, cogiendo una blusa y unos pantalones largos. A esas horas debía de hacer frío, mientras me ponía la ropa sonreí al recordar el comentario de Charls, hacía varios años desde que salimos y seguía siendo tan amable como siempre, a veces me incomodaba pero otras como esta simplemente me hacía sonreír. Me puse unas manoletinas por último y bajé las escaleras despacio, era demasiado tarde para despertar a mi madre.

Cogí el bolso y las llaves y me dirigí a la puerta. Al abrirla ví a mis dos niños esperándome, los saludé a ambos con un abrazo y comenzamos a andar.

—¿Donde vamos?-Dije al salir de mi barrio, parecía que íbamos al centro, pero no estaba segura.

—Es una sorpresa, solo espera.-Continuamos andando y di gracias a no haberme puesto tacones, si lo hubiese hecho ya me dolerían los pies.

Llegamos al centro de la ciudad, uno de los restaurantes más caros se encontraba delante nuestra. No solía ir a esos sitios, había ido en alguna ocasión especial pero esta no era una de ellas, eran como las dos de la mañana y ese restaurante solía cerrar sobre estas horas.

—Vamos, ya es hora de entrar.-Dijo Charlie.-Nos están esperando, ¿nos dará tiempo cenar antes de cerrar?

—A mí no me hagáis comer rápido, eh.-Reí y me recogí el mechón de pelo que caía por mi mejilla.

Entramos al restaurante y estábamos en la mesa comiendo ensalada césar cuando apagaron las luces. Me asusté, acepto que me asusté. ¿Iban a cerrar con nosotros dentro?

De repente apareció una luz por la puerta trasera del restaurante y vi unas cincuenta personas acercándose a mí, Johanna llevaba una tarta gigante en las manos con unas veinte velas y se acercaban a la mesa cantando el Cumpleaños Feliz.

...te deseamos Amanda, ¡cumpleaños feliz! ¡BIEEEEEEEEEEN!

Ni yo había querido acordarme. Cumplía 20 años, 20 primaveras ya y estaban todos allí, Johanna, Matt, Marina, Sophie, Rachel y todos mis amigos, lo mejores amigos que podía tener.

Se acercaron hasta llegar a mi mesa y sonreí, apagué las velas, había pedido el deseo antes, por supuesto, esos que no se dicen.

Me acerqué a saludarlos uno a uno y por último a mi mejor amiga, Johanna. Le dí un fuerte abrazo y me susurró: Feliz cumpleaños, hermanita.

Siempre lucía ese perfecto pelo rubio y me daba envidia, mucha la verdad, pero ella siempre insistía en que yo era más guapa y no había manera de decir lo contrario. La quería.

Se encendieron varias luces y pusieron música, comenzó mi "fiesta de cumpleaños". Mi fiesta sorpresa, cuanto había deseado que eso se hiciera realidad. Y ya lo era.

Creo que fue una de las mejores noches de mi vida, lo único que me sorprendió, a parte de que apareciesen todos allí fue, dónde me desperté, pues no era mi cama, ni mi casa, pero sí un lugar familiar.

—¡Amanda, a desayunar!-Sonó una voz masculina, un tono familiar, yo me froté los ojos con las mangas del pijama y me eché la manta algo más arriba, dejando solo los ojos al descubierto.- ¿Cómo has dormido princesita cumpleañera?-En ese momento se abrió la puerta y supe quién era exactamente esa persona.

Just Wanna Be Somebody.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora