XXVII

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(Punto de vista de Ana)

-¿Estás lista Ana?

-Sí, pero no encuentro las llaves de mi casa. ¿Sabes dónde las dejé anoche?

-¿Tú crees que yo anoche estaba pendiente de dónde dejabas las llaves?

-Em... Podías haberlo estado.-Dije con picardía mientras le guiñaba un ojo.

-Tú también podrías haberlo estado.-Dijo mientras depositaba un tierno beso en la comisura de mis labios.-Anda, te voy a ayudar a buscarlas porque si no tengo la sensación de que no salimos de aquí en horas.

-Gracias, enano.

-Tú encima métete conmigo, ¡qué lujo de chica!

-Claro que sí. ¡¡¡Mira!!! ¡Están ahí, debajo de la mesita!

-¿Cómo demonios han llegado hasta ahí?

-Creo que al llegar tiré el bolso... Igual iba abierto o algo y se salieron.

-Menos mal que no se cayó el móvil... Habría que ver la pantalla como estaba. Venga, cógelas y nos vamos, que he reservado mesa dentro de 15 minutos.

-Pero, ¿dónde vamos? Dímelo por fa...-Hice un puchero como último intento de que me revelara los planes. Llevaba toda la mañana pinchándome con ellos, pero no era capaz de conseguir que me los dijera.

-Ah... Es sorpresa, pequeña. Pero si no coges las llaves ya y no vamos nunca lo averiguaras.

-Vale, chantajista.

Me agaché para coger las llaves, que estaban bastante más lejos de lo que parecía, y justo cuando las estaba alcanzando Nathan me dio una palmadita en el culo. ¿Cómo podía ponerme incluso haciendo un simple gesto como ese?

-Nena, si te pones así soy capaz de llamar, cancelar la reserva y convertirte en mi comida.

Noté cómo me ponía colorada en un instante. No sólo por vergüenza, sino también por el tremendo calor que me había provocado con sus palabras.

-Nathan...

-Lo sé, tú también me quieres comer. Pero me parece que tendremos que esperar a la sobremesa.-Me tendió la mano y me ayudó a levantarme.-Venga Ana, no me digas que te da vergüenza que te diga estas cosas. Anoche parecían gustarte...-Dijo mientras clavaba sus ojos llenos de lujuria en mí.

-Y me gustan, mucho. 

-Entonces, ¿por qué eres un tomatito andante?

-Porque tengo calor.

-Ah, ¿sí? Eso me gusta más. Mucho más. 

Reí como una tonta. Me estaba gustando mucho Nathan, muchísimo. Tenía un lado salvaje que me volvía completamente loca, tan chulo como siempre me lo había imaginado, incluso arrongante, pero eso me hacía arder... Pero, por otro lado, también era atento, amable y, a su manera, romántico.

-Vamos, preciosa. Espero que te guste la sorpresa que tengo preparada.

(Punto de vista de Niall)

Llevaba todo el día tirado en el sofá, viendo la tele, tocando la guitarra, contestando a unos cuantos fans en Twitter... Lo que se dice un día perezoso. Me sentía como la canción de Bruno Mars, no tenía ganas de hacer absolutamente nada. Bueno, mentía, había algo que sí quería hacer, algo de lo que no me cansaba. Quería ver a Rosa, necesitaba verla de nuevo, tenerla en mis brazos, besarla, decirle que era preciosa... Definitivamente, nunca había sentido algo así por nadie, ni siquiera algo similar. Cuando creía que no podía quererla más de lo que lo hacía, me daba cuenta de que estaba equivocado, de que mi amor por ella no hacía más que crecer y que no tenía fin.

Loved you first (One Direction)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora