XXVI

76 4 0
                                    

(Punto de vista de Ana)

El alcohol me tenía como en una nube. Era completamente consciente de todo lo que estaba haciendo y había hecho esa noche, pero lo veía todo desde un punto de vista mega-feliz, con un positivismo increíble. Había llegado a la fiesta de la mano de Liam y había salido del brazo de Nathan. Si me paraba a pensarlo dos veces me sentía como una verdadera puta, pero todo eso lo había provocado Liam pasando de mí y yéndose a hablar con Danielle toda la noche. Además, él mismo me dijo que si en algún momento sentía algo por otra persona no dudara en actuar, pues él no podía darme el amor que yo esperaba, así que... Había sentido atracción, mucha atracción, hacia Nathan y había actuado. ¿Qué hay de malo en eso?

-¿En qué piensas preciosa?

-Nada especial. ¿Falta mucho?

-No, en cinco minutos estamos en mi casa. ¿Tienes ganas de llegar?

-Muchísimas.

En ese momento Nathan se acercó a mi oreja y dijo, en un susurro:

-Yo estoy deseando oirte gritar mi nombre hasta quedarme sin aliento. 

Noté como mi deseo crecía de golpe, solo con escuchar esas palabras. ¿Cómo podía ser tan sensual? Liam también lo era, pero era más delicado... No sabría como explicarlo. 

Llegamos a su casa en seguida, Nathan pagó el taxi y subimos, literalmente, corriendo a su piso. Cuando entramos noté cómo mi móvil vibraba, pero no le hice mucho caso, ya que las manos y los labios de Nathan habían comenzado con su ataque. ¡Y vaya ataque!

A duras penas, conseguimos llegar a su cama y ambos caimos en ella. Después de lo que me pareció una eternidad llena de besos, caricias, mordiscos, susurros y suspiros, Nathan se hundió en mí una y otra vez, hasta que, como había predicho, grité su nombre en bucle.

(...)

-Ana...

-Mmmmm.

-Ana... No hace falta que te levantes. Voy a salir, que tengo una entrevista con los chicos. Puedes quedarte aquí, es pronto.

-¿Qué hora es Li...?

Al abrir los ojos entendí todo. No había sido un sueño, ni siquiera una pesadilla. El que me susurraba al oído no era Liam, era Nathan. Nathan Sykes.

Por suerte, pareció no escuchar mi equivocación, lo que me faltaba era que él también se enfadara... Porque daba por supuesto que Liam lo estaría.

-Son las ocho. Duerme un rato más, luego te traigo desayuno.

-Vale, gracias.

Me dio un dulce beso y vi cómo salía por la puerta. Hice lo que me dijo, dormir un rato más, al fin y al cabo así mantendría la mente en blanco.

(...)

El sonido de mi móvil me despertó, pero me di la vuelta e intenté omitirlo. El intento funciono. Dos veces, porque a la tercera me desesperé y lo cogí.

-¿¡Sí!?

-Buenos días a ti también. ¿Estás bien? No sé nada de ti desde anoche y estaba preocupada...

-Ah.. Buenos días Rosa. Sí, sólo tengo un poco de resaca.

-¿Un poco?-Dijo riéndose. Esa era mi amiga, por muy decepcionada que estuviera por mi comportamiento de ayer no iba a dejarme de lado.-¿Estás en casa?

-No, estoy en... En casa de...

-No hace falta que digas nada. ¿Estás bien seguro? 

-Sí, sí, perfectamente. ¿No has ido a clase?

Loved you first (One Direction)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora