Capítulo XVIII

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Amor invernal

Se acercaba la navidad, Candy tenía todo preparado, la señora Elroy se limitaba a observar el desarrollo de su sobrina nieta como matrona de la familia Andley, dándose cuenta que haría un buen papel, a pesar de ella misma. Esa tarde Candy no iba a ver a Terry, por lo que cuando terminó decidió refugiarse en su cuarto y acomodarse en el diván que se encontraba debajo de la ventana, pensando en lo sucedido algunos días, sintiendo en el corazón el alma emocionada de Terry con cada latido de su corazón, tan ensimismada se encontraba que no se atrevió a pensar en otra cosa más que en su adorado novio. Candy comenzó a soñar despierta, ella y Terry habían acordado casarse el día siguiente de su presentación a la sociedad americana como la Matrona de la familia, mientras él se había encargado ya de arreglar lo de su puesto en el parlamento.

Candy y Terry comenzaban sus planes pues mayo estaba a la vuelta de la esquina, tan distraía en su pensamiento estaba que no oyó cuando tocaban.

Toc, toc.

- Princesa, me oyes – le llamó la atención Albert.

- ¡Eh! Sí papá te oigo, ¿pasa algo? – le contestó saliendo de sus pensamientos.

- Eso mismo me pregunto, ¿te pasa algo princesa? – le cuestionó al verla con letargo.

- No, sólo pensaba. ¿Cómo te fue con lo de Elisa? – preguntó extrañada.

- Pues bien dentro de lo que cabe, al menos podrías haberme avisado no te parece – le reclamó.

- Sí, lo siento, es que con Terry se me pasa todo el tiempo – confesó Candy pensativa.

- Lo supongo mi niña, pero acaso es que a ese hombre no le da miedo – sonrió ante esta aseveración.

- No papá, de hecho creo que me ama más que yo a él – afirmó Candy bajando el rostro.

- Candy, ¿por qué piensas eso? – cuestionó curioso.

- ¡Ah, no sé! Por la forma en cómo es conmigo, sólo es eso – informó la actitud de su novio.

- Bueno mi vida, todas las personas queremos de diferente manera, algunos somos más verbales y otros de hechos – especificó el rubio.

- Elisa es de hechos – agregó ella riendo.

- Bueno no del todo, ha sido una niña consentida por mucho tiempo – comentó el rubio aliviado.

- Pues sí, ¿cuando se casan? – cuestionó como si nada.

- En enero corazón, el quince para ser exactos – informó Albert.

- Ah que bien, sabes papá, estaba pensando... – comentó tomándose la barbilla con dos dedos.

La dama del retratoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora