Capítulo XIV

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Accidentes

Terrence bajó al comedor, pasando por la sala de té, de donde salió una llamada a su persona.

- Terrence, ¿Candy ya se durmió? – le preguntó Albert.

- Si, ya se durmió, al fin. Luego los veo, voy a la cocina a cenar algo porque muero de hambre – comenzaba a caminar cuando lo detuvieron abruptamente.

- ¿De verdad? Aún no hemos cenado, te acompañamos – le dijo Albert muy feliz de amedrentar al yerno con pequeñeces.

- Por supuesto y quizás puedas decirme algo más, Candy ¿ha sufrido otros golpes? – soltó cuando Albert probaba un bocado del exquisito soufleé que había preparado Mary.

- Golpes, a ¿qué te refieres? – preguntó cuando terminó el bocado.

- Archie me dijo que Candy ha tenido algunos accidentes – respondió sencillamente.

- Archie no debiste abrir la boca – pensó el rubio. Bueno Terrence, platicaremos esto más adelante – declaró Albert dirigiendo su mirada al plato.

- ¡Ahora! – ordenó Terrence.

- Más adelante, al menos después de que cenemos – aclaró el rubio.

- Lo siento tío, pero sólo fue un comentario, nada más – susurró Archie.

- ¡Qué indiscreto eres! – gritó Albert viendo como bajaba la mirada Archie.

Habían pasado una hora más o menos, durante la cena Terrence solo podía concentrarse en una sola cosa, en la confesión de Candy; Archie en todo lo que tendrían que contarle y Albert en como ocultarle a su yerno lo inquieta que fue Candy en toda su niñez y aún ahora, tenía que tenerle cuidado a pesar de que su hija era de lo más inquieto.

- ¿Quieren café? – preguntó Dorothy cuando el silencio se hizo incómodo, afortunadamente.

- Te acepto un whiskey – declaró Terrence.

- Yo un café, Dorothy – pidió Archie al ver que la mucama se retiraba.

- Bueno Dorothy ya los oíste, un café para mí también – solicitó el rubio.

- Enseguida señor William, permiso – la castaña se dirigió hacia la puerta en completo silencio.

- No tienes remedio Dorothy, pasa. Vamos a la biblioteca – sugirió Albert.

- Por supuesto, ¿Archie? – lo llamó.

- Sí, voy detrás de ustedes – declaró el castaño.

Los tres caballeros entraron a la biblioteca en silencio, Candy había decorado la biblioteca, por lo que en el centro había tres sillones, cada uno de ellos se sentó en uno de los sillones y unos momentos después se apareció Dorothy con una copa de whiskey y una licorera llena, además de los cafés que Archie y Albert le habían pedido. Después de que Dorothy salió, Albert carraspeó para comenzar.

La dama del retratoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora