Capítulo XXXIV

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El plan

Terry estaba a la expectativa, según lo informado por Tom, Georgiana y Fred llegarían esa misma tarde a su departamento, ubicado en Londres. Habían demorado mucho tiempo, tenían cuatro horas de atraso. Candy estaba que daba vueltas en el departamento, sabía que una llamada a su esposo podría ponerlo en aprietos; tenía que calmarse, pero como hacerlo, si su esposo y padre de su hijo, estaba en peligro. Decidida tomo el teléfono y comenzó a marcar un número.

- Bueno – contestó la voz del otro lado.

- Papá, ¿tienes a Eleonor cerca? – cuestionó ella.

- No Candy, ¿pasa algo? – cuestionó el rubio intrigado.

- Pues nada en realidad, sólo que sabes en ¿qué está metido Terry, verdad? – preguntó con ganas de querer saber que sucedía.

- ¿Está metido en algo? – exclamó sorprendido.

- Sí papá, lo del secuestro está urdido por Georgiana y Fred Luchesse, su novio. No fue Niel el que mando a secuestrarnos, todo esto fue por Terry... en realidad – explicó Candy un tanto torpe.

- Quieres decir que Terry y Georgiana... - inquirió el rubio un tanto molesto.

- No papá, cómo se te ocurre, en realidad creo que fue en el hospital, Georgiana se le insinuó a Terry y él la rechazó – concluyó la rubia soltando un suspiro.

- ¿En serio? – respondió Albert sorprendido.

- Papá, en estos momentos se encuentran apostados fuera de su departamento. A ciencia cierta no me dijo mucho de eso, la verdad estoy preocupada – decidió soltar algo de información.

- ¿Quién más sabe de esto? – quiso averiguar un poco más.

- Samuel y Tom – contestó rápidamente.

- En ¿qué rayos está pensando mi yerno? – cuestionó exaltado el rubio, sin llegar a entender que pasó por la mente del castaño esposo de su hija.

- Realmente dudo que esté pensando, Eleonor ¿está bien? – preguntó ella tratando de cambiar el tema.

- Mejor, el bebé la tiene entretenida porque si se entera no quiero ni pensarlo – pero Albert no la dejó ni por un momento en paz.

- Sí supongo, recuerda que no te dije nada papá – le pidió ella al notar a su padre pensativo.

- Si Candy, me avisas ¿cómo va ese asunto? – pidió el rubio.

- No le digas nada a Eleonor – advirtió ella.

- No hija, no tengas cuidado por ello – advirtió el.

- Bueno papá te dejo, William está inquieto - le avisó para luego colgar.

- Sí Candy, te saludo a Eleonor de tu parte – se despidió.

La dama del retratoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora