Capítulo VIII

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Campeonato de Arquería

Habían pasado muchos días, Terrence no pudo nunca contactar a Albert Andley y mucho menos a George Johnson, los había buscado en su Villa, en la casa de Londres y en el club al que eran asiduos socios, le buscó más de lo común, pero nada, habían desaparecido de las cercanías de Escocia y Londres.

Esa mañana, había decidido no pensar más en ello. Era hora de partir a la Villa de Madame Clawson, tomó un ligero desayuno y emprendió el viaje, sólo eran escasamente dos horas a una velocidad moderada, se iría en el auto que era de su padre, un modelo compacto pariente del Rolls Royce, pero menos ostentoso, quería sentir el aire en el rostro, era más cómodo ir con el chofer, pero necesitaba dejar de pensar y que mejor las ráfagas de aire que sentiría si iba él sólo y con el auto descapotable.

Un par de horas después, a lo lejos vio la Villa de Madame Clawson, era en realidad muy bella, pero notaba algo extraño a su alrededor, una pequeña comitiva y singularmente una chicas, por supuesto que los jóvenes estaban en otro lado, el casino o al menos en la sala de juego, no podría decirlo exactamente, llegó a la gran reja donde lo recibían pacientemente.

Se bajó y caminó un poco, un mozo le recibió y bajó su equipaje del maletero del coche, comenzó a caminar, algo lo sacó de control, las chicas estaban vestidas como en el siglo XVIII, algo que le extrañó mucho.

- Perdone, ¿qué pasa aquí? – cuestionó Terrence mientras el veía las altas casas de campaña que se encontraban en un paraje lejano de la casa.

- Nada señor, es el primer evento del día, Madam Clawson y algunas amigas han decidido ser parte del Campeonato de Arquería, pero como el Patronato de dicho campeonato pertenece a las familias más antiguas de Escocia, se ha decidido que se utilice la vestimenta de antaño, por lo que todas las chicas vestirán igual, además dentro de esa ropa no sentirán frío. Si el señor me permite, llevaré su equipaje y le indicaré dónde están los demás caballeros – prosiguió cuando vio las intenciones del señor.

- Claro, lo sigo – accedió él.

Sin duda Madam Clawson sabía lo que hacía y evidentemente las fiestas era lo suyo, la reunión para descubrir la identidad de la Dama del Retrato era mañana por la noche. Así que esperaría que dentro de todas esas chicas, alguna de ellas fuera, ella.

- Joven Terrence, ¿cómo estás? De hecho te esperaba más tarde – declaró abiertamente Henriette.

- Por supuesto que no, Madam Clawson – sonrió saludándola cortésmente.

- Henriette...sólo dime Henriette – pidió ella.

- Por supuesto Henriette. Dígame ¿por qué dicen que se celebra un campeonato de arquería aquí? – la miró desviar la mirada.

- Ah porque el Patronato tiene ciertos destinos y a mí me da gusto albergar a una de las más importantes figuras de la arquería en Londres y Escocia – sonrió con orgullo.

La dama del retratoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora