Capítulo XIX, Parte IV

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Enamorado

Después de la foto, Candy y Terry decidieron desaparecer, pero su plan se vino abajo cuando Albert decidió apartarlos, sabia de alguna manera que se iban a fugar.

- ¡Terry, vámonos! – le dijo jalándolo.

- ¿Cómo? No podemos irnos Candy y la fiesta – le contestó él.

- Pues no vamos a ir, mejor vamos a la cabaña – propuso ella.

- Ah bueno, ante esa propuesta que te puedo decir, vámonos princesa – terminó aceptando muy gustoso.

- ¡Candy! – la llamó Albert.

- No puede ser, tiene antenas para saber cuándo me quiero escapar, mande papá – cuando la tomó de la mano ya se había resignado a no escabullirse.

- Pues al parecer sí, míralo viene con toda la comitiva – comenzó a reírse.

- Pues ni modos Terry yo que te iba a seducir y no me dejan – ahora fue ella la que le informó de lo que le quería hacer, sin más ya no le pareció tan divertido.

- Pero Candy... - protestó Terry.

- Ah que pena, debo ir con mi papá – le dijo ella mientras su papá seguía arrastrándola, ahora era a ella quien estaba riéndose.

Terry se quedó ahí parado, Candy se había vengado de él y no había protestado, como protestar ante tal sugerencia, pero por no actuar más rápido se quedó vestido y alborotado, sobretodo lo segundo.

Albert lo miró a lo lejos, estaba medio triste, pero sabía que si no detenía a su hija se saltaría la fiesta siendo ellos los festejados, así que tomó a Candy de la mano y llamó a Terry.

- ¡Terry, ven aquí! – lo llamó con una seña para que se acercara.

- ¿Qué pasó Albert? Suegro – corrigió para recibir una mirada de desaprobación.

- Nada Terry, es hora de entrar a la fiesta, de acuerdo, ustedes irán adelante y nosotros detrás – indicó Albert.

- Bueno – respondió su hija.

Candy y Albert entraron en medio de aplausos, los del salón de baile y los que se escuchaban del enlace multimedia.

- ¡Felicitaciones! – corearon las chicas de los clubes de arquería y esgrima.

- Candy traes porra – sonrió Terry.

- Pues ya sabes cómo son las chicas – dijo ella al ver las muecas que hacían de que se lo agarrara a besos.

- Beso, beso, beso – corearon las chicas muy alegres.

- Ni modos Candy hay que cumplir – expresó Terry.

- Pues si verdad – tomó a Terry por las solapas del traje y lo besó, soltando poco a poco el agarre y abrazándolo suavemente.

Las chicas soltaron gritos de sorpresa y vitorearon aquel apasionado beso, aunque Terry tuvo que separarla porque si no la escena si hubiera estado fuerte. Después de que se calmaron un poco comenzaron a sentarse y ellos aun en la pista de baile, se encontraban mirándose a los ojos, ensoñados consigo mismos, era como un sueño. De pronto oyeron la música de fondo, era aquella que tocaban en la fiesta de Henriette, cuando se la presentaron oficialmente. Candy no podía creerlo, ahí estaba el cantante de esa canción, no podía creerlo.

La dama del retratoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora