ESTA HISTORIA COMO LAS ENCONTRADAS EN MI PERFIL SON DE MI TOTAL AUTORIA, NO DE DOMINIO PUBLICO COMO ESTA ESTIPULADO, SI HAY ALGUNA DUDA, PUEDEN CONTACTARME
Él se ha quedado prendado de un retrato en una exposición en el Museo Metropolitano, la belle...
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Epílogo
¿Dos por uno?
- Lady Grandchester, que bueno que llegó – Lucý su nueva mucama la ayudó a quitarse la gabardina.
- Hola Lucy, qué cansada estoy, ya quiero salir de este problema – se volteó a verla y sonriéndole le señalaba el enorme vientre que ya contaba con casi ocho meses.
- ¿Cuál problema mi amor? – cuestionó Terry que venía entrando.
- Terry...tu hija da mucha lata – se quejó la rubia con un puchero.
- Bueno mi amor, dijiste casi lo mismo con William – le recordó haciendo que Candy redujera los ojos un poco puesto que no recordaba eso.
- No es cierto, temo recordarte que el que dijo eso eras tú, además te recuerdo que no quiero que te pongas celoso cuando amamante a tu hija – le advirtió volteándose para recoger su bolso y la gabardina.
- ¿Celoso? ¿Qué es eso? Nunca me he puesto celoso cuando le diste de comer a William – le recalcó.
- Ajá si claro, ni quien te crea Terry – le soltó dejándolo ahí.
- Bueno, no eran celos, solo que cada vez que lo hacías te sonreía...si eso es, esa sonrisa no me la dedica a mí – instó sabiamente.
- Que mentiroso eres Terry, Dios te va a castigar – lo acusó.
- Pero ¿por qué Candy? Sólo que no es del todo cierto eso que dices – se sonrió ante esa aseveración.
- Sí claro, ahora si me permites me voy a mi recámara, donde espero que me dejes descansar, Lucy ¿me acompañas? – llamó a Lucy quien de inmediato le dio la vuelta a Terry y salió corriendo hacia donde Candy ya se había perdido.
- Si Lady Grandchester – respondió ella corriendo lo más rápido posible.
- Candy, Lucy, sólo llámame Candy – repitió nuevamente.
- Si La...Candy – se interrumpió.
- ¿Quieres que te ayude mi amor? – se interpuso en su camino.
- No, quiero estar sola y descansar, ahora si me permites – lo hizo a un lado.
- Pero mi amor...creo que se enojó – susurró ella.
- Más bien la has hecho enojar hijo – le recriminó Eleonor.
- Hola Eleonor, pues lo que dice no es cierto – se ríe alegremente, haciendo caso omiso a las acusaciones.
- De verdad hijo mío, Jeremy ¿qué haces? – le cuestiona Eleonor viendo como el pequeño jala un mechón del cabello de Terry.
- Nada verdad hermanito, deberías estar tomando tu siesta como William – le acaricio la mejilla al pequeño haciendo que suspirara.