Negociamos una invasión

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Inna Lébedev: Pentágono, Washington D.C. (EE.UU)

La limusina circulaba a gran velocidad por las calle de la capital estadounidense, por alguna extraña razón los mandatarios americanos me habían llamado, supongo que para echarle la culpa a mi padre de el problema en el centro de la ciudad como si el único enemigo de los yanquis fuésemos los rusos. El señor Yuri Smirnov embajador del Nuevo Imperio Federal Ruso Soviético (NIFRS) en los Estados Unidos de América me miro severo, sus ojos azules y fríos como el hielo no dejaban ver ni una sola emoción su pelo rubio cortado al estilo militar empezaba a mostrar pequeñas canas. La mano derecha del zar del NIFRS no muestra nunca su debilidad aunque las tenga, el embajador hablo.

-no se preocupe princesa Inna los americanos no nos harán nada mientras los barcos de la armada federal navegan por el estrecho de Bering en dirección a Alaska y sabe que no tienen las agallas de atacar directamente a la heredera del imperio pero si quiero que se prepare estoy seguro de que los americanos deben estar sospechando que nosotros somos los culpables de los ataques en el National Mall e intentaran confundirla para que admita que hemos sido nosotros. -me miro todavía mas serio de lo que nunca me había visto. -si usted falla lo mas seguro es que el NIFRS y los EE.UU nos embarquemos en una guerra perjudicial para todo el planeta. -mire a mi tutor, embajador y mano derecha del zar con confianza y con mi mejor sonrisa le dije.

-no se preocupe señor Smirnov los americanos no serán un problema para mi, recuerde he aprendido de los mejores políticos que jamás a tenido el NIFRS. -la limusina paro frente al pentágono en edificio geométrico uno de los pilares de este país.

Me he hecho una pregunta desde que me llamaron ¿por que si los americanos sospechan de mi país me han pedido que me reúna con ellos en el centro de poder actual? Yo vería mas lógico reunirnos en la embajada del NIFRS o en un lugar en el que no tenga acceso a información sensible del país pero como yo no soy ellos no se exactamente en que están pensando. Salí de la limusina y mire a la chica que se encontraba delante de mi, reconocí al instante su pelo rubio, su voz aterciopelada y sus extraños ojos con una estrella de cinco puntas de color gris en su pupila, su iris dividido en tres arcos de colores verde, azul y rojo y los extraños signos que los rodeaban, ella era mi secretaria y mejor amiga, Natasha Vasíliev. Corrí hacia mi amiga la cual me esperaba con los brazos abiertos, salte sobre ella y nos fundimos en un cálido abrazo. Me miro sonriente y pregunto.

-¿que tal el viaje princesa? -sonreí por el apelativo cariñoso y le respondí.

-bastante bien pero me temo que cuando entremos ahí estaremos a merced de nuestros enemigos y no se si podre estar a la altura de las expectativas de mi padre. -me miro comprensiva y con una sonrisa tranquilizadora me dijo.

-no te preocupes yo estaré contigo apoyándote a fin de cuentas para eso están las amigas.

Me reí junto a ella y acompañadas de mi tutor el señor Smirnov entramos en el pentágono. En el vestíbulo nos esperaba un chico de pelo rubio, con ojos dorados el cual estaba acompañado de un hombre mas mayor de pelo negro, piel blanca como la nieve y que vestía ropas de mayordomo, el rubio se acerco a mi amiga y dijo.

-sea bienvenida Inna Lébedev princesa del NIFRS. -mi amiga rio al ver que el chico se había confundido. El señor Smirnov miro al muchacho y dijo.

-se confunde señor Evans la princesa Inna es esta chica de aquí. -Smirnov me señalo a mi haciendo que el chico rubio se sonrojase por la vergüenza de haberse equivocado. El rubio me miro arrepentido.

-disculpe mi equivocación su alteza y permitirme que me presente come es debido. - tomo mi mano, la beso y sonrió. -soy Aarón Evans el secretario de defensa de los Estados Unidos. -cuando sus resplandecientes ojos dorados me miraron me sonroje un poco por la vergüenza pero mantuve la compostura e intente que el americano no se diese cuenta. Cuando Aarón soltó mi mano mire atrás donde mi amiga Natasha se reía por mi todavía notable sonrojo mientras Smirnov clavaba su fría mirada en el secretario de defensa. Emprendí el camino que había tomado Aarón con anterioridad, Natasha se acerco a mi y me susurro.

Las Crónicas de Fuego: los cuatro príncipes del infierno Donde viven las historias. Descúbrelo ahora