Capítulo 3.

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Estaba tan tranquila tumbada en el sofá del salón viendo la tele y comiendo patatas fritas de bolsa (sep, soy una gorda pero soy feliss) cuando baja mi queridísimo hermano mayor y se tumba a mi lado en el sofá.

-¿Sabes que hay más sitios verdad?- le digo y aparto la bolsa de su lado porque veo sus intenciones.

-Sep, pero me gusta hacerte de rabiar así que...- mira la bolsa mientras que habla. Como soy buena persona acerco la bolsa a su cara y la subo hacia arriba y después hacia abajo, luego hacia los lados. Kian parece un perro la sigue con la mirada y casi, pero casi, se le cae la baba.- oye no deberías de comerte esa bolsa de patatas. – dice y traga saliva.

-¿Por?- digo y me como una mientras veo cómo mira todos y cada uno de mis gestos. Sacude la cabeza como si estuviera intentando concentrarse en lo que va a decir.

-Porque hoy es la cena y si sigues comiendo no cabras en el vestido.- dice y en ese mismo momento suena el timbre de la casa.- ¡Voy yoo! – dice y sale corriendo.

-¡¿Me estas llamando gorda?!- grito para que me oiga. Cuando aparece en el salón JC viene detrás de él.

-¿Quién te está llamando gorda?- pregunta el de cabellera rizada.

-Kian.- digo sin más y, si las miradas mataran Kian ya estaría en el subsuelo. Gracias a mí claro.

-¡Mentira!- dice este en su defensa.- yo no lo he dicho solo te he dicho que si sigues comiendo no cabrás en el vestido.- dice y se cruza de brazos con una mirada de autosuficiencia.

-Corre, Lawley, corre.- le dice JC por lo bajo.

En cuanto le da el aviso yo me levanto y salgo corriendo detrás de él. Nos recorremos toda la casa, incluido el jardín y casi todas las terrazas. Cuando Kian decide que es buena idea subir corriendo las escaleras no calcula bien sus pasos y tropieza varias veces pero se repone rápidamente solo que en el último escalón gira para ver por dónde voy y se tropieza con el escalón y cae al suelo de la misma forma en la que vemos a Superman en las películas o series volar. No puedo evitarlo y empiezo a reír como una histérica. Kian me intenta matar con la mirada pero no puede decir muco porque en ese momento sale la dueña de la casa.

-¡NIÑOS! ¡¿SE PUEDE SABER QUE COÑO ESTAIS HACIENDO CORRIENDO POR TODA LA CASA?!- Kian y yo nos miramos con miedo y disimuladamente miramos las manos de nuestra madre para ver si no lleva ninguna chancla en ellas o cualquier cosa que nos pueda tirar. Cuando yo sea madre quiero tener el súper poder de tirar la chancla y, aunque no apunte, dar en el blanco. Todas las mamás que conozco saben cómo hacer eso y yo quiero aprender.- ¿Se puede saber qué haces en el suelo Kian?- pregunta ya más clamada.

Entonces es cuando sucede la catástrofe: Kian se levanta y empieza a contar su parte de la historia, cosa que cuenta mal porque lo cuenta como le da la gana, así que yo no me quedo atrás y en cuando él se pone a hablar yo también lo hago. Mi madre no entiende ni papa de lo que estamos diciendo, se le nota en la cara, pero aun así se mantiene seria en todo momento hasta que se cansa y nos manda callar a los dos.

-Bien, quiero que me contéis lo que ha pasado pero, quiero la verdad chicos. Kian, empieza tú.- pongo los ojos en blanco y Kian sonríe triunfante.

-Pues mira Susan, lo que ha pasado es que he bajado a esperar a JC en el salón y estaba Helena- bufo ante mi nombre completo, siempre lo usa y prefiero la acotación.- comiendo patatas fritas en el sofá mientras veía la tele, en esto que me acerco a ella y la pido que me dé pero ella se niega y luego delante de JC ha empezado a acusarme de que la estaba llamando gorda. ¡Eso no es cierto mamii! ¡Yo no he hecho eso!- dice y se acerca a ella a darla un abrazo como si fuera un niño bebé.

Tú, mi peor pesadillaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora