33. Demasiada confianza de pareja

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33. Demasiada confianza de pareja

—Ahora quiero que me expliquéis todo —pidió Kim después de unos minutos de celebración. Ahora todos estábamos sentados en sillas enfrente de la mesa de Kim. Estábamos asustados, obviamente. Íbamos a contarle la verdad. Y todo se iba a ir al garete.

—La contaré yo —dijó Carl, levantándose cabizbajo. Todos lo miramos con una sonrisa por lo valiente que era.—¡Fue idea de Elizabeth!

—¿¡Qué!? —exclamó Elizabeth levantándose también y mirándole mal—. ¡Eso es mentira! Yo dije algo sobre que podía pintar un cuadro, el resto lo sacó Holly.

Yo me quedé igual. Estaba claro que no lo podía negar.

—Todos me seguisteis la corriente —contesté encogiéndome de hombros. Pensé que si me alteraba, iba a perder toda la razón.

—Explicadme  qué habéis hecho —exigió Kim. Más que enfadada, parecía asustada.

—Bien —Kian se levantó haciendo que Elizabeth y Carl se sentasen de nuevo y carraspeó. Los últimos minutos se le vio bastante aturdido después del beso—. Lo diré. Ya que soy el más valiente de todos.

—Sí, claro —decíamos muchos rodando los ojos.

—El caso es que vendimos un cuadro a un hombre que le pagó a un amigo de Holly, el cual nos dio el dinero para pagar la deuda. Listo.

—¿Qué cuadro? —preguntó Kim con desconfianza.

Antes de poder responder, las profesoras Jackson y Lumiére entraron con un periódico en la mano.

—¡Kim! —exclamó la profesora Jackson—. Han robado uno de los cuadros del museo al que fuimos. ¡Valía cien mil dólares!

Todos notamos un nudo en la garganta al instante. Yo notaba cómo mi cuerpo quería desvanecer y bajé poco a poco de la silla. Kian enseguida se calló y se sentó para intentar que su pelo cubriese su rostro.

—Ahora hablamos sobre eso —contestó Kim con un hilo de voz—. Estoy hablando con estos alumnos.

Las profesoras salieron de allí asintiendo. Se cerró la puerta y Kim puso las manos en su frente. Supiró repetidas veces.

—Decidme que no lo robasteis vosotros.—susurró.

—No lo robamos nosotros —contestó David y ella alzó la cabeza esperanzada—. En realidad sí, pero has dijo que te dijésemos que no.

Kim suspiró de nuevo. Podía sentir sus pulmonas buscar aire, y que la sangre le recorriese de nuevo. Parecía que se fuese a desmayar en cualquier momento.

—Acabo... de pagar... con el dinero de un... —tragó saliva—. Cuadro robado.

Todos nos miramos con una mueca.

—La deuda está pagada ya. Al menos —trató de suavizar el tema Mario.

—¿Qué hago ahora? ¡nos van a descubrir!

—Kim, no nos descubrirán —aseguró Raquel—. Nadie tiene pruebas de que fuimos nosotros, ni de que fue ese día. Además, no pueden pensar que fuimos nosotros. Y Maison fue el que actuó como vendedor. Hacía que se llamaba Tyler Hasston.

—No sé, no sé...

—Mamá —Kian tocó el hombro de su madre—, tranquila, todo mejorará.

—Estáis completamente locos —anunció negando con la cabeza.—Estoy enfadada pero agradecida con vosotros. Habéis hecho esto por el internado, pero nos puede caer una gorda no, lo siguiente.

Internado de chicasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora